El toro feo
Salió y deambulo errático, ignorando capotes. Lo
picaron en la puerta, cual manso. Feo, negro, zancón, huesudo, leñoso,
cariavacado, asimétrico. Tenía seis año (menos un mes) y quien sabe cuantos
recuerdos. Ninguno por haber merecido sorteo. Salió porque devolvieron el
tercero. “Inclusero" se llamaba, herrado por el Vellosino.
Esperó a “Pirri” y a Pascual que arpones en mano se le metieron
en la cuna y se hicieron aplaudir. A
esas alturas nadie daba un centavo por él. Seis doblones, uno de costado y una
derecha le llevaron a los medios y le impusieron gobierno.
Fueron cinco tandas cortas apenas. Las justas. Cuatro
por diestra y una por siniestra, pero toreadas de verdad. Trapo y pata
delanteros, en su terreno, sin dejarle más opción que obedecer, desenterrando
de sus genes el perdido fondo de clase.
Luego se quedó, pidió la estocada, que fue cimera y le dio a Juan del Alamo una de sus orejas. Irrefutable, la primera de la feria. Tal fue la lidia, que embelleció al feo, lo hizo ver mejor de lo que fue y hasta lo aplaudieron en el arrastre
Luego se quedó, pidió la estocada, que fue cimera y le dio a Juan del Alamo una de sus orejas. Irrefutable, la primera de la feria. Tal fue la lidia, que embelleció al feo, lo hizo ver mejor de lo que fue y hasta lo aplaudieron en el arrastre
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