Diego pinta la fiesta
Y expone. Once
cuadros, ahí cerca del paseo de La Castellana, calle Maestro Ripol 8, en
la sede del Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid. Escenario significativo.
En la recepción, líneas azules de óleo reviven sobre
fondo blanco la religiosidad de una Verónica. Oficia Morante. Vale apenas tres
mi seiscientos euros. Al frente, los picadores inician un paseíllo, con gran
formato y colorido, juntó a un trípode que sostiene la imagen del caballo
blanco atado al anillo de hierro en la pared.
A la derecha, José Tomás, acrílico gris, congelado en un
estatuario da pasó al toro lanzado que salpica rojo sangre. Y así, hasta el
collage final, a la izquierda, saliendo… Patio de caballos, entreverado sobre y
bajo carteles, textos y entradas. Está visto desde arriba, quizá desde una
baranda de hierro, antes de la corrida.
El conjunto suspende la mirada, de un pintor diestro, de
un aficionado riguroso, de uno que se puso delante, sufrió y sangró. El arte es
expresión. Únicamente se puede expresar con verdad lo que se ha conocido,
sentido, vivido. Diego Ramos lo hace, solo eso hace y lo hace bien, bellamente,
verdaderamente. Vayan.
Crónica de la corrida de hoy en la
sección América.
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