martes, 19 de julio de 2016

PEPE CÁCERES - VIÑETA 160

Viñeta 160
Pepe Cáceres
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 19 de julio 2016

Pepe, Hemingway y Ordóñez en Pamplona
Hace veintinueve años ya. Cómo pasa el tiempo. Fue en Sogamoso la cornada mortal. Pepe Cáceres toreaba con Antonio José Galán y el rejoneador Dairo Chica un encierro de San Esteban de Ovejas (Domecq).

Era 20 de julio, fecha patria, feria del sol. Conmemoración del grito de independencia en 1810, inicio de la guerra, que llegó a ser “a muerte” contra España y dio paso a casi un siglo de antiespañolismo por estas tierras.

Paradójico recordarlo con la más española de las fiestas. La de los toros. Pero así ha sido. Cuando el general Pablo Murillo reconquistó Bogotá para la corona en 1816, lo celebró con toros, y cuando Bolívar tras la batalla del Puente de Boyacá la liberó en 1819 definitivamente también dio toros.

Como diciendo --renunciamos a la sumisión pero no a nuestra  cultura, seguiremos siendo lo que somos. Creo que Pepe pensó siempre igual. Colombiano y torero. Cómo se engallaba cuando alternaba con las figuras españolas. Diferente de lo que pasa hoy por ahí. Primero se reniega de lo que se és para luego posar de independiente.

Pepe, cerca del burladero de matadores entró a volapié y “Garrotillo” alias “Monín” le atravesó el pecho. Tenía cincuenta y tres años, pensaba en el retiro. Siete meses atrás durante su última corrida en Manizales, que fue triunfal, había brindado a Manolo Chopera retándolo a que lo pusiera en la corrida de la hispanidad de Las Venta, el 12 de octubre --Porque quiero despedirme de Madrid. No alcanzó.

El joven César Rincón venía pisándole los talones. Murió sin ser derrocado. No lo hubiera resistido. Orgulloso, torero de pies a cabeza, de todas las horas, de todos los días, de todos los trances, en el ruedo y fuera de él. Murió en su ley.


Tuvo un inmerecido mes de agonía que le “regaló” la ciencia. Dicen que tras recuperar la conciencia sus primeras palabras, escritas no habladas pues la traqueostomía conectada al respirador se lo impedía, fueron: ¿Le pagaron a la cuadrilla? ¿Corté las orejas?

martes, 12 de julio de 2016

DOBLAN POR TI - VIÑETA 159

Viñeta 159
Doblan por ti
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 12 de julio 2016

El 17 de mayo muere el novillero peruano Renato Motta, El 2 de junio el torero mexicano Rodolfo Rodríguez “El Pana” y el 9 de julio el español Víctor Barrio. En menos de dos meses los toros han cobrado en el ruedo la vida de tres hombres. Y cada vez las redes han multiplicado celebraciones infames. Erupciones del odio, bajo el pretexto del amor… “a los animales”.

Sí. El toreo es peligroso, mortal. También los son el sedentarismo, el sexo libre, y hasta el asistir desprevenidamente a un restaurante, la escuela, el templo o el estadio como nos recuerda la masacre de cada día.

Todo lo es, tomar el tren, cruzar la calle, beber un vaso de agua. La muerte asecha cada gesto humano por inocuo que parezca. Muerte y vida son consubstanciales no existen la una sin la otra. Lo sabemos desde siempre, aterrados, afligidos por la fatalidad.

Todos moriremos. La diferencia del torero es que lo asume, lo ritualiza y le da significado. Morir también pude ser digno. Convierte su muerte y la del toro en un acto de fe. De otra fe. De su fe. Ceremonial, oficiando una liturgia, jugándose con lealtad frente a la fuerza de la naturaleza, preguntándose:

¿Si he de volver al polvo por qué no hacerlo en medio de una fiesta?
¿Si es inevitable, por qué morir desconsolado, implorante, acobardado?
¿Si puedo matar un animal por qué no tener la decencia de aceptar que él me pueda matar?

Hace cuatrocientos años el poeta Jhon Donne había escrito: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”. Legando sin sospecharlo título a una supervalorada novela de Hemingway. Era otra clase de persona.

Los negadores de la muerte, que tragan el asesinato utilitario, industrial, sórdido; de los mataderos, las guerras, la codicia, no perdonan al torero. Los avergüenza, y excretan su vileza cada que uno cae. Ignoran que las campanas también doblan por ellos. 

martes, 5 de julio de 2016

COMO DIJO MANOLO - VIÑETA 158

Viñeta 158
Como dijo Manolo
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 5 de julio 2016

A riesgo de caer en la tontería de quienes buscando la paja en el ojo ajeno rabian más por la política de otros países que por la del propio, muchas veces peor, sigo con interés los avatares  de la española y las andanzas de sus protagonistas.

Sí, porque “La piel de toro”, es el país de los toros desde que el tiempo es tiempo, y lo que allí sucede, las campañas, las elecciones, la conformación de su gobierno repercute con gravedad sobre la fiesta en todas partes. Crea precedentes, marca tendencias, induce jurisprudencias.

Y como ser neutral ante posturas tan encontradas. Cómo ignorar las agresiones. Cómo preferir lo injusto, el ataque a la identidad, la libertad y los derechos humanos, (humanos, digo). Cómo no supeditar a estos principios elementales de la convivencia civilizada otras consideraciones de ideología, simpatía o antipatía.

El antitaurinismo feroz de unos candidatos y las ambigüedades de otros, que dicen una cosas y hacen la contraria, que prometen respeto y acto seguido irrespetan acolitando persecuciones insufribles, han lanzado allá los aficionados (muchos a desgano), en brazos del único partido que reconoce la legitimidad de la tauromaquia, su arraigo cultural y la libre opción individual que implica; el desacreditado partido que ganó la votación.

Hace no más de cinco días leí a Manolo Molés lamentándose de que los prohibicionistas le habían forzado a votar por quien jamás ha debido votar. Así es la vida. Las amenazas al pensar, al creer y al decidir no dejan más camino. Aunque a cambio pinten pajaritos en el aire, ofrezcan utopías y repartan besos de boca en boca.

No se puede acorralar a la gente impunemente. Los políticos profesionales, los que hacen del poder sobre los otros su razón de ser y su modus vivendi, son la peor enfermedad de la democracia. Ya lo advirtió Platón, cuando esta era apenas una recién nacida.

Los taurinos han elegido en España entre los males el que les resultaba menos malo, y como dijo Manolo, qué pena, pero los obligaron.