lunes, 20 de noviembre de 2023

¿EXISTIÓ BELMONTE? - VIÑETA 517

  VIÑETA 517
 ¿Existió Belmonte?
Jorge Arturo Díaz Reyes 20 X 2023 
Juan Belmonte García. Revista: Fiesta española 
 
¿Fue acaso el mismo que las crónicas, la tradición, la historia, nos han puesto en la imaginación? ¿Existió ese “Belmonte”, otro del Juan Belmonte García, de carne y hueso?
 
¿Existió El Pasmo de Triana, El Terremoto? El que toreando así no podía vivir tanto. “El triunfador del mundo y de sí mismo, que al borde —un día y otro— del abismo, supo asomarse impávido y sereno”. Como lo cantó Gerardo Diego.
 
El desprovisto, feo, debilucho, que aprendió los terrenos lidiando sementales en tinieblas. Para luego de su alternativa-petardo, ir a subvertir el orden, confrontando al dinástico Joselito, “Rey de los toreros”, cumbre de lo conocido, y a sostener con él ese duelo mortal, “Edad de oro”. Tránsito del romanticismo a la modernidad, que ya ocurría en la literatura, el arte, la ciencia, la técnica, la cultura toda.
 
¿Existió ese patético revolucionario que elevó el toreo de los pies a los brazos, del corazón a la cabeza, del verso a la estrofa, del combate al arte? El que derrotado y humillado en Madrid aquella tarde legendaria de 1917, salió del fondo de su vergüenza, peguntándose ¿Pero es que no soy nadie? A oficiar “con toda el alma” esa faena fundamental del parar, templar, mandar, ligar y cargar. Esa que dicen cambió la tauromaquia de una vez por todas...
 
Replanteando la doctrina y la liturgia. Prolongando la faena, la permanencia, la quietud y el riesgo en pro de la belleza y la emoción. Haciendo que durante la cruenta “Edad de plata” sus apóstoles murieran a montón tratando de hacer lo mismo. Siniestralidad y estética que obligaron a “ennoblecer“ (genéticamente) al toro.
 
¿Será cierto? ¿Existió ese torero lector tal como se auto relató a Chaves Nogales tres décadas antes de matarse? Aquel sepultado a regañadientes bajo la escueta lápida de suicida, en el católico cementerio de San Fernando. Muy a la vuelta (detrás) del regio mausoleo de su rival.
 
Ese de la cicatrizada cara y la triste sonrisa prognática. Ese del retrato de Zuloaga, la estatua de Triana, el pasodoble de Sánchez Jiménez, la infinidad de fotos, dibujos, películas, cuentos, ensayos, libros, ditirambos, invenciones. Ese que desentrañó el rito: “Hacemos a un toro en veinte minutos lo que la vida hace con nosotros”. Y otras tantas cosas que se le atribuyen. Ese, del que dijo Hemingway: “Es el hombre que mejor conoce su oficio”, y del que después, cuando idolatrado, pero sin amor feliz se pegó un tiro, agregó: “hizo bien”.
 
¿Existió el sempiterno citado, el constante imitado? El de la evocación trágica, la media belmontina, el molinete belmontino, el natural belmontino, el toreo belmontino...
 
¿Fue? O nos habita una ficción, una leyenda. Un mito, en el que queremos creer, porque necesitamos creer. Y como con tantos otros (mitos), de no haber existido tendríamos que haberlo inventado.

lunes, 13 de noviembre de 2023

MITO, RITO Y DETRITO - VIÑETA 516

 
VIÑETA 516

Mito, rito y detrito
Jorge Arturo Díaz Reyes 13 X 2023

Toro de lidia,
río terrible
que llega del fondo de los siglos
arrastrando vaticinios y cultos.
(Jean Cocteau)  

Minotauro. Alfarería griega
El hombre se desanimalizó cuando pensó. Cuando consciente de sí mismo y del entorno, se puso aparte preguntándose y preguntando. Pero su razón, incapaz de hallar contestación a la enormidad de misterios y angustias que le asediaban, fue salvada de la locura por la imaginación. “En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”, decía Einstein.
 
Ser social, compartió las ilusiones, asociaciones, símbolos, representaciones, modelos con que se respondía, mitigaba temores, deseos, incertidumbres y trataba de contener la bestia (interna). Mito. Imaginario común, que cohesiona, identifica, cuida, ubica el rebaño en la inmensidad del tiempo, el espacio y la contingencia.
 
Aquí estamos, esto somos, en esto creemos, así hemos vivido y así vivimos. No hubo ni hay cultura sin mitología. La mitogenia es carácter exclusivo, determinante y vital de la especie Sapien sapiens. ¿Qué es lenguaje, literatura, arte, saber con sus verdades convenidas, sino mitología? La novela explica lo que la historia y la ciencia no pueden, señalaba Milán Kundera.
 
Hoy, la globalización y la digitalización amenazan sumergir esas mitologías identitarias, bajo el tsunami continuo de imágenes, datos y estímulos fugaces. Sin reemplazarlas por un gran relato universal. ¿O sí? No. No es otra vez la utopía de la “aldea global” paradisiaca. Es quizá el cementerio post apocalíptico de los mitos que sacaron al hombre de la zoología.
 
Valores, gustos, moral, modos, iconos… hundidos en el diluvio vertiginoso de la red. Vertedero de culturas que se formaron con ellos. La eternidad, el universo, ahora tienen límites. La muerte no existe. Solo el espiral narcotizante del presente virtual.
 
Uno de los más antiguos mitos, sino el más, en África, Asía y Europa, migrado luego a América, es el del toro, la tauromaquia, la Fiesta, la corrida, su rito, alegoría profunda del sitio y relación del hombre con la naturaleza, la vida y la muerte. Hoy, arrinconado progresivamente a unos cuantos países. Combatido fuera y dentro por los que lo ignoran y rechazan, y los que intentan desvirtuarlo y venderlo como espectáculo de vacua diversión.
 
Su estética, su ética, sus héroes, sus hazañas pierden credibilidad, validez, mensaje y ejemplo para el enorme rebaño absorto en las pantallas que le transmiten edulcorado el horror de sí mismo y un futuro posible despojado de las certezas que lo humanizaron. Proclive a delegar su raciocinio y su moral en las máquinas (IA). Lelo ante su reanimalización inconsciente. Detrito de una manada impía, sin mitos ni rituales a la que solo escandalizó el toreo.

 

lunes, 6 de noviembre de 2023

LA FAMA CLIC - VIÑETA 515

 
VIÑETA 515

 La fama clic
Jorge Arturo Díaz Reyes 6 X 2023 
Ovación en Las Ventas. Foto: Las Ventas

Ser famoso en Suramérica no es dejar de ser un desconocido”. Decía Paul Groussac burlándose de sí mismo. Un inmigrante que “veía su destino como frustrado: él hubiera querido ser un gran escritor francés, y llegó a ser un escritor, digamos célebre, aquí”.  Lo recordaba Borges, al final de su vida entrevistado por Osvaldo Ferri.
 
Y lo hacía sin acritud. Borges lo admiraba. Escribió su obituario, le citó no pocas veces a lo largo de su obra y se preciaba de sus coincidencias. Ambos, escritores laureados, ciegos al final de su vida, directores a su turno de la Biblioteca Nacional Argentina…
 
Bueno, pero aquella ironía groussaquiana de hace un siglo, cuando la migración iba en contrario, ya no tiene la misma validez. Y no solo para la literatura; para casi toda dedicación. Hoy, en la era de las redes, la selfie y el like. Cuando la vida se ha tornado una sucesión de instantáneas públicas, cualquiera, desde cualquier sitio (incluido Suramérica), puede alcanzar con cualquier ocurrencia la enorme celebridad de un “influencer”, que así sea fugaz, nunca fue imaginada por Groussac.
 
El toreo, es excepción. Se resiste. Ser “figura” en América, Francia o Portugal, incluso en la mayoría de las plazas españolas no es aún dejar de ser un ignorado. La bendición de Madrid sigue siendo condición de santidad.
 
Sin embargo, también allí, en Las Ventas, en su incierta dureza, pesa la época. El toreo que siempre ha reflejado la suya lo acusa. Tanto, que a veces ya ni siquiera es indispensable torear para ser entronizado. Sí, sin torear, perdónenme. Ya no se impone ligar la lidia total del toro-toro, oficiarla de principio a fin, bajo exigencia canónica, la faena como unidad estética y ritual, sacramento de la Fiesta. Ni hacerlo con fidelidad por años.
 
No. A veces basta con un pastueño, blando, corniapretadito (que ayude). Algo de pose personal en la composición de imágenes inconexas (“de pellizco”), de parón, una por aquí otra por allá, entre carrerita y carrerita. Un fierrazo cómo y por donde caiga. Un público divertido. Una presidencia condescendiente. Un ventarrón de titulares aromáticos. Unas fotos oportunas y… listo.
 
Es la nueva fórmula. Más perfomance que verdad. Por supuesto no solo en el toreo. Igual o más, en las otras artes, el comercio, la política, las profesiones, y hasta la ciencia. La virtualidad, la impostura, las “fake news” marcan el espíritu del tiempo y el camino de la fama, clic al éxito.