domingo, 28 de agosto de 2022

POR AQUÍ PASÓ MANOLETE - VIÑETA 470

 
VIÑETA 470
 
Por aquí pasó Manolete
Jorge Arturo Díaz Reyes, VIII 29 2022
Manolete en la Santamaría de Bogotá, 1946. Foto: Manuelhache
Jamás toreó en Cali, ni en sus alrededores. Mejor dicho, en Colombia solo vistió de luces en las plazas de Bogotá y Medellín; la una cerrada desde hace años y la otra reemplazada por un Centro de espectáculos, cualquiera, el que sea, menos taurino. Fue por el año de 1946, agotó boletería en ambas y dejó historia. Más por su sola presencia que por lo que hizo en el ruedo, que fue importante. “Vimos a Manolete”, eso era todo, sí o no.
 
Bueno, los caleños también podemos consolarnos diciendo algo parecido. Lo vimos, ya qué toreara o no, es aleatorio. Esa fue otra de sus revoluciones. De él, en adelante las figuras de moda no necesitaron torear para poner patas arriba las ciudades y boca abajo las plazas. Y sin necesidad de ser Manolete, ni siquiera de parecérsele, algunas con solo presumir de ser su evocación o su caricatura lo han conseguido.
 
“El Monstruo” estuvo por aquí unos minutos, en el viejo aeródromo, “Calipuerto”. También extinto. Estaba ubicado en las afueras de la ciudad, donde ahora queda el gran mercado mayorista de alimentos “Cavasa”. Allí aterrizó en DC3, haciendo escala, en su viaje de Lima hacia Bogotá.  Venía con su séquito, sus consabidas gafas de sol y una camisa liviana de trópico, dicen.
 
Para qué fue eso. Todo el que pudo se desplazó a verle bajar y subir al avión, me contaba mi padre. Yo no, estaba recién nacido, pero es como si hubiese ido pues la historia la escuché muchas veces desde que tengo memoria. Además, no necesita ser cierta para que la crea.
 
Ese fugaz paso le inscribió en la mitología taurina de la ciudad, hoy a punto de ser declarada herejía. Dieciocho años después, otro torero, también cordobés, o de cerca (Palma del Río), sin haber toreado, aunque luego si lo hiciera con gran éxito, causó un impacto similar solo con ser anunciado. ¡Qué revuelo! Entonces, la revolución manoletista ya no era revolución, era tradición.
 
Hoy lunes 29 de agosto, a las cinco y siete minutos de la madrugada (Linares), y a las doce y siete minutos de la tarde (Cali), Manuel Laureano Rodríguez Sánchez cumplió setenta y cinco años de muerto, de gran muerto, y acá tan lejos, en la ribera del Cauca, donde nunca toreó, le seguimos recordando con tanta devoción como si lo hubiese hecho. Qué importa que no, en él creemos.

lunes, 22 de agosto de 2022

LA ESPADA DE BOLIVAR - VIÑETA 469

 
VIÑETA 469
 
La espada de Bolívar
Jorge Arturo Díaz Reyes, VIII 22 2022
Bolívar iguala en Bilbao ayer. Fotograma: Plaza Toros TV
Seguramente si el Rey de España hubiese asistido ayer a la casi solitaria Vista Alegre, no se hubiese incorporado ante la espada de Bolívar, como tampoco lo hizo quince días atrás en la pletórica plaza capital de Bogotá durante la posesión del presidente Petro.
 
Y ahora nadie habría dicho nada. No, nada de que: ofensa patria, ni que aquel filo mató españoles hace 200 años, ni que Don Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, se dejó llevar por históricos resentimientos antilibertarios de su linaje, ni que no era de protocolo levantarse, ni que el rey es el rey, ni que el imperio perdido, ni que bla, bla, bla…, como clamaron tantos la vez anterior en barullo nacionalista, desde lado y lado del Atlántico. No, no habría pasado nada, pese a que Bolívar, (Luís, no Simón), dio, pinchazo previo, las dos únicas estocadas plausibles de la tarde. A lo más habrían dicho –su majestad no es aficionado-.
 
Tarde, digo, la de ayer, segunda de las Corridas Generales, en la cual, un encierro “mediocre” de Dolores Aguirre, dejó “vacía” y “disgustada”, a la ganadera heredera, que dijo no aprobar ninguno de sus toros. ¡Qué dirán los toreros!
 
Bueno, pero a propósito de nacionalismos, los aficionados colombianos nos hemos ido quedando solos, afrontando desde hace décadas una persecución de acoso y derribo a todo nivel. Desde las asonadas callejeras, pasando por el terrorismo (recuerden las bombas de la Macarena y la Santamaría), hasta las altas componendas políticas.
 
Íngrimos. No cuenta la solidaridad de dientes para fuera desde otros países. Por ejemplo (irrefutable), esta de hoy, fue la única contratación que se le ha concedido a un torero colombiano en las grandes ferias de toda la temporada europea 2022. Pero sumando los dos años pandémicos anteriores, en que tampoco. Cero y van tres; un contrato.
 
¿Le habrá valido a Luis en Bilbao, para este “regalito”, su triunfo incontestable con los victorinos en Cañaveralejo el 30 de diciembre pasado, y ser triunfador de la feria de Manizales (figuras a bordo) diez días después? ¿Méritos que no le valieron allá para ninguna otra feria de primera?
 
Obviemos las muestras de hostilidad de algunos xenófobos de tendido y aceptémoslo; la Fiesta en Colombia, se bate a la retirada, herida y sin aliados ni dolientes. Ya perdió casi todas las plazas. Apenas resisten sitiadas Manizales y Cali.
 
Que cuando al final pase nuestro entierro, con la espada simbólica encima del catafalco, no se levanten aquellos que andan por el mundo cosechando simpatías y proclamándose defensores épicos de la tauromaquia. Que se queden sentados…, esperando que pase el suyo.
 

lunes, 8 de agosto de 2022

COLOMBIA ERA PETRO - VIÑETA 468

 
VIÑETA 468
 
Colombia era Petro
Jorge Arturo Díaz Reyes, VIII 8 2022
Petro y Márquez, presidente y vicepresidenta de Colombia 2022 - 2026. Foto: Infobae
Ayer, en una fiesta multitudinaria llena de folclor, simbolismos y promesas, tomó posesión como nuevo presidente de Colombia, el economista Gustavo Petro.
 
Ya no cabe duda sobre la legitimidad de su elección. Contra los mayores poderes políticos, económicos, mediáticos y hasta militares, manifiestamente coaligados, la voluntad popular logró imponer, por primera vez en la historia nacional, una candidatura con un programa de gobierno alternativo a los que históricamente fracasaron en la búsqueda de honestidad, equidad, justicia, libertad, paz, felicidad, respeto al pensamiento, la vida, el hábitat...
 
En un estado que gusta llamarse “la democracia más antigua de Latinoamérica”, pero que desde hace tres cuartos de siglo se bate contra sí misma en un vórtice de corrupción, truhanería, violencia, ilegalidad, exclusión, frustración…, refutaciones cotidianas de tal presunción; la denodada y permanente denuncia de Petro erigió su prestigio político de rebelde sobreviviente y opción inexplorada. 
 
No más conocida su victoria, muchos de los encarnizados rivales arriaron banderas y corrieron a ofrecer concurso para una coalición parlamentaria, a todas luces abigarrada, oportunista, inestable, cuando no increíble. Otros declararon “independencia”, y los damnificados, quizá más francos, oposición frontal. Todos, por supuesto, estaban convocados por la consigna central de la campaña: “Pacto histórico, mediante un gran diálogo nacional”, que libre al país del armagedón.
 
Pacto, sí, entre opuestos, claro, pues un presidente tiene poder, pero no es “el poder”. Su partido, por ejemplo, ganó solo el 20% de los escaños en el senado. Además, la totalidad de la administración pública, media y baja (burocracia), está nombrada por los gobiernos precedentes. Y para completar, las grandes fuerzas fácticas de la sociedad, ya mencionadas, apostaron a la contra.
 
Entonces, hablar, hablar y conciliar intereses en aras del “bien común” es la única vía racional. Pero claro, el principio sobre el que descansa esa ilusión, es la lealtad de la palabra, la confianza mutua, respaldada por el ofrecido respeto a todas las voces y a todos los derechos, que en democracia deben ser iguales, por encima de su capacidad de difusión, de compra, o de fuego.
 
Los de las minorías, todos lo somos, han sido trajinada pancarta electoral. Vale. Y entre tantas hay una que recibe curioso protagonismo, la conformada por los fieles al culto de la tauromaquia, los cuales no solo hemos padecido por años la reprobación del ahora presidente, sino la persecución moral, verbal y física de no pocos de sus partidarios, quienes enarbolan la prohibición del rito (corridas) y el consecuente exterminio del toro como asunto prioritario de gobierno, (proyectos legislativos ya radicados).
 
¿Seremos comprendidos y respetados, cual ordena la Constitución nacional (Ley 916 de 2004)? ¿Podemos contar con eso? ¿O sobre nosotros caerá quizá el primer mentís a la jurada “unidad dentro de la diferencia”?
 
La decisión inicial estará, no en el presidente sino en el Congreso, que valga recordar a quienes alegan que el antitaurinismo es marca registrada de la izquierda, tiene hoy amplia mayoría de la derecha. Es allí entonces donde se probará primero la sinceridad de todos. Vamos a ver.
 
Los de las minorías, todos lo somos, han sido trajinada pancarta electoral. Vale. Y entre tantas hay una que recibe curioso protagonismo, la conformada por los fieles al culto de la tauromaquia, los cuales no solo hemos padecido por años la reprobación del ahora presidente, sino la persecución moral, verbal y física de no pocos de sus partidarios, quienes enarbolan la prohibición del rito (corridas) y el consecuente exterminio del toro como asunto prioritario de gobierno, (proyectos legislativos ya radicados).
 
¿Seremos comprendidos y respetados, cual ordena la Constitución nacional (Ley 916 de 2004)? ¿Podemos contar con eso? ¿O sobre nosotros caerá quizá el primer mentís a la jurada “unidad dentro de la diferencia”?
 
La decisión inicial estará, no en el presidente sino en el Congreso, que valga recordar a quienes alegan que el antitaurinismo es marca registrada de la izquierda, tiene hoy amplia mayoría de la derecha. Es allí entonces donde se probará primero la sinceridad de todos. Vamos a ver.

lunes, 1 de agosto de 2022

DE COSTILLARES A MANZANARES - VIÑETA 467

 
VIÑETA 467
 
De Costillares a Manzanares
Jorge Arturo Díaz Reyes, VIII 1º 2022
Costillares. Oleo: Francisco Domingo, Wikipedia
El toro es el agresor, el que ataca. Ese, su instinto, determina la lógica de la corrida, rito alegórico de la unidad hombre - naturaleza. El toro va, no el torero. Este aguarda (para), desvía la arremetida con el trapo (manda), modula (templa), con verdad (carga), sin huir aguanta la repetición (liga), hasta detenerla (remata). Ha podido. Entonces le vale salir airoso del terreno, antes del encuentro siguiente.
 
Condiciones, la bravura del uno para ir y volver, y el valor del otro para ponerse, quedarse y dar las ventajas (honor). Fundamento ético del culto. Incluso cuando la fiereza o mansedumbre imponen la lidia de poder, doma y sobrevivencia, debe ser oficiada con destreza, lealtad y compostura. Litúrgica y estéticamente, con el único fin de preparar el sacrificio ceremonial.
 
Hasta finales del Siglo XVIII también así, con esa geometría, se oficiaba la suerte suprema. La estocada recibiendo, se llamaba “estocada de la ley”. Porque se daba toreando, el torero quieto, el toro al ataque y la muleta mandando, no al revés.
 
Cuando por aquellos días Joaquín Rodríguez “Costillares” entronizó el volapié, invirtiendo la ecuación, subvirtió todo. Entonces fue cuestionado por los puristas de su época que desconsolados refunfuñaban: “Pasan y repasan los toros hasta que ya fatigados no pueden embestir y luego se lanzan sobre ellos estoqueándolos”.
 
El gran maestro de San Bernardo, avergonzado se disculpó: “Yo no he inventao ná, los toros me pedían esa muerte y se las he dao”. Bueno, quizá no la inventó, pero sí generalizó y elevó a “nueva ortodoxia”, ese recurso válido solo con los que no se arrancaban; el torero, la espada y la muleta yendo hacia el toro. Recurso que no deroga el canon fundamental. Así como los globos, los cohetes y los aviones no derogan la ley de la gravedad. Apenas la burlan momentáneamente por necesidad.
 
Recordar todos estos lugares comunes y conceptos elementales para cualquier aficionado tal vez pueda disculparse ahora, cuando el muleteo esteticista se prolonga frecuentemente hasta la extenuación y no se valora lo suficiente que algunos matadores, Manzanares, por ejemplo, reivindiquen aún la estocada clásica. La de la ley.