lunes, 22 de febrero de 2021

EL RAPERO DESALMADO - VIÑETA 394

 
Viñeta 394
 
El rapero desalmado
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali febrero 22 de 2021
Foto: Wikipedia
Cuando Víctor Barrio murió en el ruedo de Teruel por la cornada de Lorenzo, tercero aquel 9 de julio de 2016, la noticia, las fotos y el video corrieron por las redes provocando consternación, pesar, luto, pero también salpicaduras de inhumanidad, de bestialidad. Entre muchas dos, las del profesor valenciano Vicente Belenguer:
 
"Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel…, yo que soy un ciudadano muy 'educado' hasta el punto de ser maestro, me alegro mucho de su muerte, lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de puta que lo engendraron y toda su parentela, esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. Hoy es un día alegre para la Humanidad. Bailaremos sobre tu tumba…”
 
Y el cantautor catalán Pablo Hasel:
"Si todas las corridas acabaran como la de Víctor Barrio, más de uno íbamos a verlas… Ha muerto un torero. Un torturador menos, hoy el planeta está un poco más limpio de tanta mierda".
 
El educador fue procesado por delito de odio y absuelto con el argumento de que "el Código Penal no incluye al mundo de la tauromaquia como colectivo vulnerable". Pero el rapero, al que no se juzgó entonces, fue condenado ahora, en enero pasado, a nueve meses de prisión, por otras expresiones no menos crueles contra blancos diferentes.
 
Sus rimas de tiros en la nuca, bombas, kilos de amonal, navajazos, piolets en la cabeza, muertes, amenazas, putería, siglas y nombres propios fueron consideradas “enaltecimiento del terrorismo” e “injurias a la corona”. Refugiado en la rectoría de la Universidad de Lleida, su captura ha desatado hasta hoy una semana de solidarias y violentas protestas.
 
Casi al tiempo, en Washington, el Congreso de la nación, asaltado cuando se disponía a refrendar el resultado electoral, por una turba iracunda tras el resentido discurso del presidente derrotado, le abría juicio a este, rechazando su incitación al terror con mayoría de votos. Amplia, mas no suficiente para la condena (dos tercios). De su parte, Facebook y Twitter, ya se habían anticipado a cancelarle preventivamente sus cuentas.
 
Debate universal. Desde distintas militancias ideológicas y partidarias, la democracia, la legalidad, la libertad han sido invocadas con sesgos evidentes. Pero sobre tan altos conceptos, y linduras retóricas pesa una constante humana. Siempre, desde cualquier bando y bajo cualquier pretexto, hasta el de la causa más justa, lo desalmado puede aflorar, justificarse y convocar complicidad. La historia lo confirma.

lunes, 15 de febrero de 2021

HONRADA Y VEJADA - VIÑETA 393

 Viñeta 393
 
Honrada y vejada
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali febrero 15 de 2021
Plaza de Santamaría (detalle vomitorio 1). Foto Camilo Díaz
La Santamaría de Bogotá, nacida entre las ilusiones de un rico aficionado y las pretensiones de una capital torera, entonces pobre y sin siquiera plaza firme, sigue de pie, nonagenaria, resistiendo a la muerte y a la infamia.
 
Muy joven y bella, por infortunios económicos de su progenitor, fue convertida en pública municipal, y lanzada a una suerte azarosa, en manos de los alcaldes que se han turnado desde entonces. Uno de los cuales, ya vieja, le extirpó el museo y le negoció la última cirugía plástica, con intenciones de alargar su explotación a todas las formas posibles. Menos aquella litúrgica para la cual nació; catedral del prehistórico culto taurino.
 
Así, de tumbo en tumbo, venerada, odiada, festejada, ignorada, vejada y maquillada ha llegado hasta hoy, con ese aplomo de anciana respetable que guarda su pasado de honor, dolor y picaresca tras un título: “Patrimonio cultural de la nación”.
 
Escenario de toros y hombres, muertes y vidas, fiestas y tragedias, valentías y miedos, hazañas y oprobios, toreo y destoreo, sacrificios y abusos, devociones y ofensas, acuerdos y desacuerdos, ilusiones y desilusiones, glorias y vergüenzas, apoteosis y asonadas, triquitraques y bombas, prédicas, misas, terrorismo y hasta una famosa masacre...
 
Paradigma de arquitectura neomudéjar en América. Bajo el perenne reloj que le cuenta los minutos, la evocadora estructura de ladrillo pelado, cemento, madera, columnas, arcos, gradas, puertas, vomitorios, tejados, palcos, arena, barandas, toriles, corrales, patios, oficinas, terrazas, placas, esculturas, portabanderas… yace contrastando con eso que se ha vuelto la ciudad en torno suyo. Acusándolo.
 
Ese posmodernista planetario acaracolado y cupular, donde los días de corrida se arremolinan a vociferar los que quisieran devastarla. Esas torres voyeristas de apartamentos con que un arquitecto francés la semi circundó. Ese cubo rojizo del Tequendama, albergue de toreros. Esa honda avenida que lleva al aeropuerto, y, del puente para allá, en la séptima, espiándola, el mediano “rascacielos” de Colpatria...
 
Solo le son mayores en edad por ahí, el Museo Nacional, antigua cárcel, y otros dos templos sacrificiales (católicos estos). El encumbrado Monserrate arriba del cerro y el colonial de San Diego abajo. Entre ellos, redonda, centra el paisaje. Solo también ellos han sido testigos presenciales, de toda su vida y sus secretos, diurnos y nocturnos. Y lo serán quizá también de su destrucción.
 
Que sería, sacrílega para sus fieles y de pronto alguno que otro humanista reticente, santa causa para sus enemigos, y asunto ajeno para ese gran resto, absorto en la sobrevivencia diaria, que ya no pertenece a los toros.
 
Esa mayoría de urna, en esta urbe de aluvión que otrora presumió de “Atenas suramericana”, y a la cual seguro lo mismo le daría hoy que convirtieran su histórica plaza en circo de variedades, supermercado, escombrera, o… cualquier otra cosa. Juegan con ello sus avisados políticos.

lunes, 8 de febrero de 2021

EL PRECIO DEL HÉROE - VIÑETA 392

 

Viñeta 392

 

El precio del héroe

Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali febrero 8 de 2021

Foto: Tribuna

En un hotel de Cali José Antonio Almanza le preguntó a José Miguel Arroyo “Joselito” quien por entonces emergía cómo cotizada figura del toreo --¿Maestro cómo es ese trabajo de ser héroe todos los días?
 
--Como cualquier trabajo contestó el matador escuetamente --le autografió el libro que le ofrecía y atendió a otros.
 
Era diciembre del 87 y al joven madrileño aún se le notaba fresca y rojiza en el cuello la cicatriz de la tremenda cornada que le había pegado “Limonero” de Peñajara (697 kg), siete meses antes en Madrid. Quizás fue una respuesta impensada, quizá no y asimilaba el suyo a la infinidad de los oficios cotidianos, riesgosos, que requieren pericia, pero que no reciben atención mediática, valoración heroica, ni pago siquiera modesto. Quizás apuntaba una cosa cierta, que hay héroes anónimos por doquier.
 
A ese recuerdo me remontó la columna: ¿Cuánto vale Messi? firmada en El País (España) el sábado por Jorge Valdano. Con ella mete baza el ex campeón mundial argentino, en el escándalo formado por el altísimo precio del contrato de su paisano con el Barcelona.
 
Todos han tenido que ver con ello. Un programa deportivo de televisión hasta colocó, para mayor provocación pública, un cronómetro mostrando con enormes caracteres amarillos, la progresión, del salario acumulado segundo a segundo, por el futbolista.
 
Explica Valdano que Messi vale, lo que vale mantener sintonizados los televisores en todo el mundo, para una industria del espectáculo en la que el fútbol tiene una importancia medular.
 
Ahí está el asunto. En últimas lo que se le paga es el impacto mediático no el heroísmo deportivo. Y eso no es un fenómeno circunscrito a él, al fútbol o a la industria del espectáculo, es general. Vivimos en la era de la virtualidad, habitamos en el ciberespacio y allí construimos o se nos construyen realidades, mitos, ídolos, idolatrías, comportamientos, consumos. Tanto sintonizas, tanto vales.
 
La cuestión es cómo en este nuevo universo pixelado las contundentes verdades del toreo y sus héroes de todos los días pueden ganar “importancia medular” y alto precio en vez de irse haciendo cada vez más tenues, y poco “like”.

Yo no tengo la fórmula, perdón. Lo que sí sé es que cualquiera que sea el camino este deberá pasar por la pantalla.