lunes, 28 de septiembre de 2015

ROMÁNTICO TOREO - VIÑETA 120

Viñeta 120

Romántico toreo
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 22 de septiembre del 2015


Al romanticismo le han puesto gentilicio. Alemán. Es una convención. Para qué discutir. El romanticismo, proclive al patriotismo, no tiene patria, es de todas las patrias.

Tampoco tiene fecha, ni edad, es de todas las épocas. Aquiles, Sócrates, Jesucristo, El Cid, Pedro Claver, Bolívar, Belmonte, Hemingway... son personajes románticos o romantizados.

También lo han querido encasillar en la literatura y el arte. Pero los trasciende, mucho más allá de haberles marcardo un período, un estilo, una moda. Está en toda la cultura, en todas las culturas, como una manera ser, sentir, pensar, soñar, hacer.

La naturaleza, el instinto, la pasión, lo auténtico, el yo, el honor, la justicia, la lealtad, la generosidad. El amar mucho, el vivir épico, el morir heroico… El sacrificar un mundo para pulir un verso. El escribir con sangre porque la sangre es espíritu. El jugarse todo a nada, la vida incluso por alegrar al pueblo. Ese más corazón que razón, reprobado por Sancho en el Caballero de la triste figura.

La corrida de toros es una de las más auténticas expresiones del romanticismo. Sus auges fueron simultáneos. Fines del siglo XVIII. Pero qué iban a saber Pedro Romero, Costillares y Pepe-Hillo, si eran románticos o no, si en Leipzig se había publicado Werther, si en Bonn había un músico llamado Beethoven.

Qué iban a saberlo. Ni lo necesitaban ni les interesaba. Sin embargo fueron románticos como el que más. Lo dicen sus leyendas. Los adoraron. Iconos del rito trágico, que pintaron, predicaron, y cantaron; Goya, Peña y Goñi, Jaurranz, Penella, Espronceda…

Su ocaso también será simultáneo. En la globalizada sociedad que rinde culto al pragmatismo, la virtualidad y la moneda, los valores románticos, van a la baja. Las cosas ya no son como son sino como parecen, y al toreo le dejan solo dos caminos; morir en su ley, o descargar la suerte y travestirse a una más de las tantas pantomimas posmodernistas con que arrean hoy a las masas.

martes, 8 de septiembre de 2015

CHICUELINA DE CAMINO - VIÑETA 118

Viñeta 118

Chicuelina de Camino
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 8 de septiembre del 2015
Tras el tópico la esencia. Lo vi por primera vez hace cincuenta y
cinco años, en Cañaveralejo, apenas tenía nueve meses de alternativa; Gregorio Sánchez, Jaime Ostos y santacolomas de Ernesto González completaban el cartel. Era 29 de diciembre. Recibió las orejas del sobrero.

Luego, y hasta entrados los ochenta, le presencié muchas faenas de diferente sino. Para la grandeza de su toreo está la historia, para sus claudicaciones el perdón y para mi afición, esta imagen...

En los medios, al quite, recto, frontal, sereno, capote a dos manos, muy delante, trayendo a su costado la embestida. Templado, lento, abandonado; el codo de salida a la altura del hombro, (--Como bailando sevillanas –decía “Chicuelo”), la cabeza leve al embroque, y la mano suave desplegando la tela tras el cuerpo, mientras la contraria retiene la otra mitad a media altura permitiendo que el tenue giro vertical sobre los talones lo envuelva en percal y toro dejándole de nuevo en suerte.

Todo con una exquisitez, lánguida, delicada, elegante sublimando el ataque bruto. Espíritu de la estética torera. No siempre la dio igual, pero así la conservo. Emoción, deleite, buqué, arrobo permanente del arte fugaz...

Comparó mi memoria con la suya en “Todas las suertes” de José Luís Ramón –Ahora se torea mejor que en mi época –se disculpa con modestia.

Discrepo. Nadie, antes ni después, logró conmoverme tanto con ese lance que se prodiga industrialmente. No puedo precisar sitio ni fecha de la que guardo, quizá no es una sino suma. Él sí. Dice que fue en Las Ventas, en el 63 (mayo 18), con un toro de Galache cuando alcanzó la expresión justa.

Y agrega –Recuerdo un quite por chicuelinas de manera especial el día de la alternativa de “El Soro” --Valencia, marzo 14 del 81. Eso fue un año antes de que le viera torear la última vez, en Palmira Colombia, enero 6, con Pepe Cáceres y El Bogotano, por cierto. Pero a qué tanta exactitud si lo clásico es intemporal y ubicuo.

martes, 1 de septiembre de 2015

LA CONSULTA INCONSULTA - VIÑETA 117

Viñeta 117
La consulta inconsulta
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 1º de agosto del 2015


El Tribunal Administrativo de Cundinamarca impartió “constitucionalidad” al referendo antitaurino que Petro y su Concejo impondrán en Bogotá. Cosa de locos. El tribunal regional contraviene las reiteradas sentencias de la Corte Constitucional nacional (instancia máxima) que avalan la constitucionalidad de la fiesta (Ley 916 de 2004).

Vistas así las cosas la pregunta petrista lo que traduciría es: ¿Quiere usted violar la ley?

Pues como diría Goering --Qué importa el derecho frente al estado de opinión --Qué importa, lo que digan la Corte y la constitución, si las encuestas anticipan que el 76% del electorado no gusta de las corridas, igual que otros tantos no gustan del golf, el bigote, los calzoncillos de lana, la pesca, el alcohol, las hamburguesas, las hormigas culonas y otros millones de cosas legales respecto a las cuales no se indagará

Qué importa; si ya todos los candidatos al trono distrital, y tras ellos sus egregios partidos, avisados por la tendencia del mercado se han sumado al linchamiento.

A la Registraduría Nacional no le ha quedado más que comenzar a buscar desesperadamente (la minga sería en octubre) los 35.000 millones de pesos (10 millones de Euros) que dice nos costará a los contribuyentes.

--Tranquilos, si no encuentran plata, yo la pago --les dice Petro imperial y burlonamente. Claro, se trata de un asunto caro a su augusto ego, La principal realización, quizá única, de su patético mandato.

Y no es el plebiscito en sí, lo que insulta. En Colombia cualquier sátrapa municipal puede tirarse los dineros públicos caprichosamente, incluso preguntando por la inmortalidad del cangrejo, si le nace. Ya estamos acostumbrados. Es el autoritarismo, la discriminación, y la incitación de las mayorías al odio ideológico hacia una minoría cultural incomprendida y señalada. Es el adocenamiento de políticos y jueces en una caricaturización grotesca de la democracia, lo que hace la consulta inconsulta. Pero en fin, a eso también estamos acostumbrados.