Viñeta 117
La consulta inconsulta
Por
Jorge Arturo Díaz Reyes 1º de agosto del 2015
El
Tribunal Administrativo de Cundinamarca impartió “constitucionalidad” al
referendo antitaurino que Petro y su Concejo impondrán en Bogotá. Cosa de
locos. El tribunal regional contraviene las reiteradas sentencias de la Corte
Constitucional nacional (instancia máxima) que avalan la constitucionalidad de
la fiesta (Ley 916 de 2004).
Vistas
así las cosas la pregunta petrista lo que traduciría es: ¿Quiere usted violar
la ley?
Pues
como diría Goering --Qué importa el derecho frente al estado de opinión --Qué
importa, lo que digan la Corte y la constitución, si las encuestas anticipan
que el 76% del electorado no gusta de las corridas, igual que otros tantos no gustan del golf, el bigote, los calzoncillos de lana, la pesca, el alcohol, las hamburguesas, las
hormigas culonas y otros millones de cosas legales respecto a las cuales no se indagará.
Qué importa; si ya todos
los candidatos al trono distrital, y tras ellos sus egregios partidos, avisados
por la tendencia del mercado se han sumado al linchamiento.
A la
Registraduría Nacional no le ha quedado más que comenzar a buscar
desesperadamente (la minga sería en octubre) los 35.000 millones de pesos (10
millones de Euros) que dice nos costará a los contribuyentes.
--Tranquilos, si no encuentran plata, yo la
pago --les dice Petro imperial y burlonamente. Claro, se trata de un asunto
caro a
su augusto ego, La principal realización, quizá única, de su patético
mandato.
Y no
es el plebiscito en sí, lo que insulta. En Colombia cualquier
sátrapa municipal puede tirarse los dineros públicos caprichosamente, incluso preguntando
por la inmortalidad del cangrejo, si le nace. Ya estamos acostumbrados. Es el
autoritarismo, la discriminación, y la incitación de las mayorías al odio
ideológico hacia una minoría cultural incomprendida y señalada. Es el
adocenamiento de políticos y jueces en una caricaturización grotesca
de la democracia, lo que hace la consulta inconsulta. Pero en fin, a eso
también estamos acostumbrados.
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