lunes, 30 de octubre de 2023

INTELIGENCIA ARTIFICIAL - VIÑETA 514

 VIÑETA 514
 
 Inteligencia artificial
Jorge Arturo Díaz Reyes 30 X 2023 
Fotograma: OneToro
En Iñaquito, las corridas eran a las doce. Promediaban los ochenta. Víctor Méndez, tabaco y oro, sudoroso, congestionado bajo ese sol vertical ecuatoriano, pasaba trabajos con un marrajo.
 
El inolvidable Gonzalito, con las espadas en la mano y la toalla en el hombro le seguía por el callejón muy preocupado, sin parar de darle consejos que parecían órdenes. ¡Tócalo… Cámbialo… Piérdele un paso! Y el portugués, apremiado por el calor, el público impaciente y las tarascadas del toro, no atinó sino a decir sin mirarlo: Qué bien se torea desde allí Gonzalito.
 
Bueno, la corrida, metáfora de tantas cosas, también lo ha sido (proféticamente) de la Inteligencia artificial (IA). Ingenio que tiene sorprendido y alarmado al mundo. Máquinas que piensan, actúan, raciocinan, deciden y se comportan como humanos.
 
Capaces de crear arte, literatura, ciencia, técnica, medicina, economía, urbanismo, industria, política, estrategia y acción militar… Incursionando en la intimidad, afectando la cotidianidad, la libertad, la dignidad. En fin, toda la condición humana. La ciencia ficción se hizo realidad otra vez. Aquí está. ¡Cuidado! La cosa va en serio. Ya hay hasta seis leyes defensivas de robótica propuestas por el Parlamento Europeo.
 
Cierto, aunque la IA solo es otra herramienta más, creada por el hombre (y la mujer). Heredera del hacha de piedra, la palanca, la rueda y como ellas exenta de moral, hecha para obedecer no para mandar, para ser decidida no para decidir, para ser usada no para usar. Sin embargo, esta puede hacer todo lo contrario. De ahí el miedo…, a ser usados por esos aparatos desalmados. Miedo fundado, pues así los políticos, con o sin nuestro voto, nos hayan habituado a ello el cibergobierno podría ser peor, dicen.
 
Pero volvamos a la plaza, crisol de tantas alegorías, y de esta en particular. El viejo intento de torear sin torear, manejando el torero a distancia. No solo desde los burladeros y el callejón (su cuadrilla), sino desde los tendidos: ¡Crúzate… arrímate… dale distancia… baja la mano… súbela… no, así nooo…!
 
Bueno, de hecho, ya se han hecho intentos de poner eso a tono con los tiempos que corren. Hace cuatro años, Marta García informaba en “El Confidencial”: “Toros a fuerza de algoritmo: así preparan la corrida perfecta”. Juan Pedro Domecq dio la enorme base de datos de su ganadería al físico Nicolas Franco “Bravo data base” con el objeto de anticipar el comportamiento de los toros.
 
Pero no ha sido suficiente. Habría que ser más ambiciosos. Esto da para todo. Por ejemplo, un computador, (uno portátil o un celular), que conectado a cámaras y altavoces observara la faena y la teledirigiera inteligentemente. O mejor aún, reemplazar toro y torero con robots. Programados el uno para solo embestir pastueño y el otro para solo hacerle cosas bien bonitas.
 
¡Qué maravilla! Eliminaríamos la detestada lidia, el riesgo y el susto. ¡Pura belleza! Las faenas todas de orejas y rabo (artificiales claro) y las ovaciones y las apoteosis también debidamente programadas. Y se reemplazaría la conflictiva presidencia humana.
 
Además, de aprobarse la ley 3 de la propuesta parlamentaria europea: “No podrán generarse relaciones emocionales” (con la IA). Desaparecerían las broncas, todo sería oles y felicidad virtuales, pues entraríamos a la corrida debidamente programados para divertirnos, fin único de la fiesta (canon actual). Y los sabihondos a quienes de todas maneras habría que reconocer su mérito de precursores en la teledirección inteligente, no tendrían nada que gritar.
 
La perfección. Lo único malo creo, sería que no desaparecerían los antitaurinos animalistas. Porque seguro se harían antitaurinos robotistas.
 

lunes, 23 de octubre de 2023

MARCO PÉREZ - VIÑETA 513

 
VIÑETA 513
 
Marco Pérez
Jorge Arturo Díaz Reyes 23 X 2023 
Marco Pérez a hombros de figuras, Manizales enero 2022. Foto: Camilo Díaz
Salía Belmonte como espectador de la plaza de Córdoba y le preguntaron qué opinaba del nuevo fenómeno y contestó: “Que debutó con caballos, llenó la plaza y cobró cuarenta mil duros, qué más puedo decir”. Era Manuel Benítez “El Cordobés”. Luego pasó lo que pasó.
 
Marco Pérez, debutó solo, con caballos hace ocho días en Istres (Francia). Llenó la plaza y no sé cuánto cobró, pero se fue a hombros con tres orejas de cuatro misericordiosos utreros, casi erales de Gallón y con todo el bullicio mediático tras él. Solo Antonio Lorca se atrevió a titular en El País: “Discreto debut”.
 
Anteayer, debutó en España. Arenas de San Pedro, corrida mixta, con figuras, y ya con solo tres cuartos de entrada, Talavante una oreja, Perera ovacionado y él, de nuevo a hombros con tres orejas de dos novillos de El Pilar sin edad ni peso publicados. Triunfal barullo periodístico. Nadie arriesgó una glosa.
 
Tengo fresca en mi memoria su imagen pueril, a hombros de César Rincón, El Juli, Enrique Ponce, Roca Rey, Emilio de Justo, Juan Ortega, José Arcila… tras el festival nocturno de Manizales (Colombia), el siete de enero de 2022, casi dos años ha. Tenía, catorce, ahora dieciséis.
 
Bueno, era imposible obviar que algunos de quienes le cargaban entonces, también fueron niños toreros y novilleros de impacto. Unos con más impulso de sistema y prensa que otros, pero casi todos después, figuras del toreo. Qué honor. Le había cortado dos orejas a un eral de Ernesto Gutiérrez. Todo el mundo se hacía lenguas. Todo tan bonito, todo tan fácil, todo tan enternecedor. Y tan ilusionante, la eterna primavera del toreo que siempre anuncia nuevos brotes en reemplazo de los marchitos.
 
De ilusiones así está llena la historia. Claro que con reclamos diferentes. El “más cornadas da el hambre” de El Espartero”. Joselito (El Gallo) exigiendo como novillero una corrida de toros para debutar en Madrid. El Guerra alertando los públicos: “Vayan a verlo (al joven Belmonte), pues así no se puede torear y vivir mucho tiempo. Los caídos y sobrevivientes del “Valle del terror”, El Cordobés, entre ellos…
 
Y bueno, en esta dura profesión del riesgo, el miedo y la muerte… 1987, Joselito Arroyo ensartado del cuello y arrastrado en Las Ventas por “Limonero” de Peñajara (700 kilos)… La formación sobreprotegida y complaciente, puede llevar a la blandura, el aburguesamiento y la vulnerabilidad. Las adulaciones, el aplauso fácil, la gloria exprés, traer consigo el hastío y la vanidad fatua. —No importa, hay que cuidarlo, la fiesta lo necesita —he oído.
 
Para verdades el tiempo. Quizá Marco con sus graciosas maneras infantiles y sus mentores, terminen refutando la historia. Cambian tanto los modos.
 
Por mi parte, sigo creyendo que el camino de los mitos toreros, ha sido el de la exigencia, el rigor y la dificultad. Lo demás, puede rendir unas temporadas, pero difícilmente arraigar en esa profunda oquedad subconsciente de las masas y las generaciones.