lunes, 26 de febrero de 2024

AGONÍA DE LA MODERNIDAD - VIÑETA 529

 
VIÑETA 529
 
Agonía de la modernidad
Jorge Arturo Díaz Reyes 26 II 2024 
Foto: Camilo Díaz

Cambiar eso de que viene el toro, te quitas tú o te quita el toropor el “que viene el toro, NO te quitas tú, quitas al toro”, fue una revolución.

Quedarse quieto, esperar, aguantar. Lo demás vino después. Porque las revoluciones que son tales, triunfan, dominan, avanzan, se estancan y son desplazadas por otras, como señaló el filósofo norteamericano Thomas Kuhn.

Ya en sitio, gobernar la dirección y altura de la embestida. Poner el cuerpo en la trayectoria. Sincronizar. Mantener el terreno para repetir sin huir, una y otra vez. El pentateuco del toreo moderno: Parar, templar, mandar, cargar la suerte y ligar. Que por consenso historiador iniciaron Romero, Pepe Illo, Costillares y culminó Belmonte. Quién, cuando le gritaron ¡Así no! contestó ¿Y no es así qué se torea? Pues había visto a El Sacristán su ídolo de infancia, de él y de Triana.
Pero este había visto a El Espartero, y este a Desperdicios y este a Pedro Romero. Más de un siglo para imponer el modernismo y otro para sofisticarlo; Chicuelo, Manolete, Ordóñez, Curro y… la nueva revolución.

La del posmodernismo contra el modernismo. La del toreo “anacrónico” de hoy, al de la nueva era. Esta del internet, la inteligencia artificial, la virtualidad y la imagen sobre todas las cosas. Donde el empaque prima sobre el contenido, la apariencia sobre la realidad, la publicidad sobre la percepción. En todo: la información, la política, la industria, la guerra, el arte y hasta la ciencia. Los acontecimientos, los candidatos, las mercancías, los héroes, las obras, el progreso…, no son como son, si no como los pintan.

Y para estar a tono y sobre seguro, en vez de torear, simular. Representarlo, describirlo, comentarlo y venderlo por pureza.  El toro bobo. El parón y la huida. Lo superfluo por canon. Las patillas, el estrafalario vestir. El estrambote. Las poses. La evocación retórica de los tiempos épicos. La emoción impostada y prefabricada por la propaganda. La parodia de clasisismo. La dictadura de la clientela pseudo aficionada (es que con aficionados no se llenan plazas). La supuesta salvación de la fiesta por la fatuidad. A cambio de no ser, parecer.

Pero un momento, respeto, la cosa siempre ha sido paulatina, todavía se sigue muriendo en el ruedo. Aún saltan fieras, aún hay toreros y enterados.

Uno muy brillante falleció esta semana. Mi querido colega Fernando Claramunt, con quien algún día de San Isidro, hace años, en la sala Cossío de Las Ventas, alternamos conferencias. No tuve más consuelo que releerlo en silencio. Al azar, tomé: “Toreros de la generación del 98”, me hundí en él, y una cosa llevó a la otra…
1894: Ocho caballos llevaba el coche de “El Espartero” (…)

Revolución, es la palabra mágica en la época… Era un intuitivo precursor de Antonio Montes, “carne de pitón”, y de Juan Belmonte, tantas veces corneado por pisar terrenos del toro… Desperdicios le llamó a su casa y le regaló un estoque como muestra de aprecio y admiración. (Él, que no admiraba a nadie).

Fernando, Fernando…, irrepetible Fernando, te has ido a tus bien vividos 95 años, en plena revolución posmodernista. Descansa en Paz.

lunes, 19 de febrero de 2024

CURRO Y BLANQUITO - VIÑETA 528

 VIÑETA 528
 
Currro y Blanquito
Jorge Arturo Díaz Reyes 19 II 2024
José Blanco Robles “Blanquito”. Foto: Gestauro 
Han vuelto a premiar a Curro Romero. ¿Habrá un torero en la historia que hayan premiado más? Esta vez, la Junta de gobierno de Andalucía, con el trofeo “Costillares” a toda una vida. Fue hace diez días ya, pero nunca es tarde para hablar de Curro.

He leído las noticias, visto las fotos, los videos y analizado los comentarios. Ceremonia, reverencia, en el Hotel Alfonso XIII de Sevilla. Entró al salón, hierático, frente alta, soteniéndose del brazo de Morante de la Puebla. Seníl sí, pero majestuoso. Sin querer, como siempre, brilló entre todos los notables. Su discurso de agradecimiento fue leído por un portavoz. “He intentado hacerlo todo de verdad y no engañar a nadie; ni a mi mismo”.

Y yo a la distancia enterándome y conmoviéndome, volví a mis recuerdos y a ese largo monólogo que sostuvo frente a don Antonio Burgos (qepd), su merecido biógrafo, quien para gratitud de la posteridad lo editó, lo transcribió y lo publicó con un título justo: “La Esencia”, hace 24 años. Uno de los grandes textos de la literatura torera, que con todos los honores puede reposar junto al similar “Juan Belmonte, matador de toros” de Chaves Nogales. Por lo menos en mi humilde biblioteca y en mi sentimiento lo está.

En él, sabio y sencillo, sincero y modesto, con su lenguaje de pueblo andaluz, Curro se cuenta todo, con “luces y sombras”. En la página 122 (de las 400), habla de Blanquito y se define con el relato:
Blanquito era un hombre tan enamorado del arte, que su padre, conserje de la Plaza de toros de Sevilla” y muy gallista. Le dijo de niño:
    —¿Y tú de quién eres partidario? ¿De Joselito o de Belmonte?
    —Yo, de Belmonte.

Porque Blanquito iba buscando el toreo de profundidad, no toreros poderosos y de recursos… y dijo de chiquillo:
    —Belmonte…
Y fue el padre y le pegó una guantá, porque el padre era de Joselito(…)
Y Blanquito cuando me vio a mi torear, me dijo:
   
    —Tú te vienes a Madrid que te voy a presentar un hombre que trabaja y que te puede hacer torero. Diego Martínez Vidal.
Y cuando Blanquito le habló de mi le dijo:

    —Te voy a llevar un torero que torea de cadera a cadera…
Y me decía:
    —Mira la carta que le voy a poner a un periodista que es bueno en Colombia…

Y ponía siempre eso: “Curro Romero torea de cadera a cadera”(…)
 
Blanquito se llamaba José Blanco Robles, después de haber ido (banderillero), aparte de conmigo, con Domingo Ortega antes y luego con César Girón. Murió en el 68.
 
Blanquito había querido ser torero y me hablaba siempre de como toreaba Curro Puya.

Quizá mientras le homenajeaban esa tarde, por la vieja memoria de El Faraón revoloteara de nuevo el fantasma del que tanto influyó para que él llegase a estar allí.

lunes, 12 de febrero de 2024

"INJUSTOS, SÁDICOS Y DESPRECIABLES" - VIÑETA 527

 VIÑETA 527

 
“Injustos, sádicos y despreciables”
Jorge Arturo Díaz Reyes 12 II 2024 
Ernest Urtasum, ministro de Cultura español en el Senado. Foto: El Diario

Hace una semana, Ernest Urtasum, ministro de Cultura de España, asistió al Senado para ratificar su afirmación de que la tauromaquia es “actividad injusta, sádica y despreciable, que nada tiene que ver con la cultura”, y respaldarla con: “Que hay una mayoría de españoles que no comparten el maltrato animal”.

Victorino Martín, presidente de la Fundación Toro de Lidia, terció en defensa de los millones de agraviados con una sólida y argumentada carta, invitando al ministro a dialogar.

Parecería entonces un asunto entre españoles, una cuestión de gobierno y política nacional. Pero no, los insultos, las descalificaciones y el sofisma con que se pretenden justificar trascienden las fronteras. Agreden a muchos más, no solo a los españoles, pues tocan con las concepciones universales de cultura, libertad, democracia.

Nos agrede a todos. No solo a quienes el alto funcionario excluye de la cultura, por “padecer” de cultura taurina. Lo cual contestó muy bien Victorino. Sino que paradójicamente al excluirnos nos incluye. También pertenecemos a la “mayoría que no comparte el maltrato animal”.

Y con más razones demostradas. La tauromaquia no es solo arte, es más un culto a los animales y la naturaleza toda. El credo y la liturgia con que se cría y sacrifica en franca lid el toro de lidia, superan en cuidado, respeto y amor a los que los humanos han dispensado y dispensan a cualquier especie sobre la tierra. La corrida es un rito de honor. Una tragedia, en el concepto griego.

Pero, aun así, considerándonos miembros de esa mayoría no maltratadora, no participamos de la opinión ministerial de que la democracia sea el gobierno de quienes opinan, como dijo el revolucionario norteamericano Thomas Jefferson, que el 51% tiene la potestad de lanzar por la borda los derechos del otro 49%.

El toreo del cual hay testimonios prehistóricos ha sobrevivido milenariamente a muchos prohibidores y seguramente lo haga a la procacidad de un funcionario público (propiedad pública) de cuya gestión quizá no quede ningún recuerdo pasados unos años.

lunes, 5 de febrero de 2024

EL PASADO NO PASA - VIÑETA 526

 
VIÑETA 526
 
El pasado no pasa
Jorge Arturo Díaz Reyes 5 II 2024 
Robleño, Las Ventas 2023. Fotograma: OneToro

Agrupados en un solo cartel, los treinta y un festejos que anuncia Las Ventas entre el 1 de mayo y el 16 de junio, hacen cuerpo. Denominaciones aparte: de abono y no, de feria y no, de homenaje y no, todos uno. El toro de Madrid, el público de Madrid, la exigencia de Madrid, la televisión, la afición y la crítica del mundo enfocadas en el gran ruedo, escenario máximo del toreo. No por estribillo menos cierto.
 
Qué este sí, qué este no, qué a este mucho qué a este poco, qué porque no este con este, qué porque acá y no allá… Cada quién mira desde su lado, y por supuesto, como siempre los americanos; qué como nos trataron, qué si nos lo merecemos, qué no nos pueden ignorar, qué hacemos parte integral de la fiesta que hace agua por este lado del mar. Que necesitamos atención.  
 
Seis, tres mexicanos, un peruano, un colombiano y un venezolano. Calita, Leo Valadez, Isaac Fonseca, Roca Rey, Juan de Castilla y Jesús Enrique Colombo, respectivamente. Los dos últimos con los miuras el 19 de mayo. Los tres primeros en carteles de poco fuste y “garantía” que llaman las figuras, y solo el peruano por derecho propio en dos, en los que la mayor importancia la da su propia presencia. Ninguno, salvo este en la De la Cultura, en las corridas de postín (Prensa, Beneficencia, In memoriam, Homenaje).
 
Claro, la atención hay que ganársela y sobre todo allí. Además, la empresa que se juega su plata y responde tiene la potestad de organizar a su real saber y entender, y también de sorprender mucho, haciendo de su propio torero, el ahora opaco Alejandro Talavante, base de la temporada con cuatro lujosos carteles cuatro, y cuatro “prometedoras” ganaderías. De no creer. Cuando hay tantos a la espera y el negocio clama por meritocracia y renovación.
 
Esperaremos, cómo cada año el milagro que Madrid alumbra de cuando en vez, erigiendo un nuevo ídolo, un ignorado que se abra pasó contra toda dificultad, como aquel que dejó vislumbrar el mencionado extremeño a principios del siglo, cuando siendo novillero instruido por Antonio Corbacho se quedó tan quieto en los medios que nos dejó a todos boquiabiertos.
 
Esto es duro, siempre ha sido así. El pasado no muere, ni siquiera pasa, dice Gowan Stevens, el atormentado personaje de Faulkner en “Requiem por una monja”.