martes, 30 de junio de 2015

SIMÓN BOLÍVAR TAURINO - VIÑETA 106

Viñeta
Simón Bolívar taurino
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 30  de junio del 2014

Parque del Oeste Madrid
El sábado 25 de junio, hace 190 años, el general entró con sus tropas al Cuzco. Venía dando guerra desde lejos. Hubo tal contento en la vieja capital inca que declararon fiesta permanente; chicha, comida, música y bailes a discreción.


Hasta le celebraron otro  cumpleaños, sin importar que habían pasado ya cuatro meses del real, y le regalaron algo que le gustaba mucho, tres corridas de toros los días 3, 10 y 17 de julio, en un ruedo improvisado frente a la alcaldía.

El profesor venezolano Hilario Narváez recordó, hace dos años durante una sesión especial de la Sociedad Bolivariana en La Guayra, una crónica del segundo festejo...

"La música sonó al compas del paseíllo. Tres capeadores a pie, acompañados por cinco banderilleros. Actuaron picadores a caballo, junto a mulillas ricamente adornadas... arrancó la fiesta brava con la salida a la arena del primer astado. Vítores, y aclamaciones, inundaron aquel escenario ante la presencia de Su Excelencia. La actuación de "banderilleros" y "espadas" provoco el que se inundara la tarde con aplausos y agitación de pañuelos. La faena se prolongo hasta completar 15 toros. Eran tan buenos los ejemplares y diestros, que era imposible superarlos en el Cuzco, ni fue otra la oportunidad para gritar El Libertador: ¡Viva Colombia! ¡Viva Perú!

Bolívar, de ancestros, canarios, andaluces y vascos, viudo de madrileña (el amor de su vida), declaró “guerra a muerte a los españoles”, pero no a su cultura que sentía propia.

Quizá esto último siga justificando la gran estatua ecuestre (8 metros con pedestal) que desde 1970 vigila el paseo Camoens en el Parque Oeste de Madrid. Cuentan que al proyectarla el maestro Laíz Campos, para modelar el caballo “Palomo”, usó uno torero, propiedad del rejoneador Ángel Peralta. Ese detalle de un homenaje que jamás pudo imaginar seguramente le hubiese halagado más al insurgente aficionado.

martes, 23 de junio de 2015

LO QUE LA FIESTA PIDE - VIÑETA 105

Viñeta
Lo que la fiesta pide
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 23 de junio 2015
El público aplaude a Rafaelillo tras la faena con el miura "Injuriado". Foto: www.las-ventas.com
La feria de San Isidro, da la medida de la fiesta, y a quince días de cerrada la última, siguen saltando balances encontrados. Unos, inconsolables “porque se aburrieron”. Otros, felices, “porque se divirtieron”. Muchos preocupados. Algunos conformes. Los menos, optimistas.

Todas opiniones respetables, derecho inalienable de quien paga por ver. Pero he revisado, en reseñas propias y ajenas, la reacción espontánea del público presencial (en el arrastre), al comportamiento de cada uno de los 162 toros y novillos lidiados completos a pie:

Silenciaron 74. Pitaron 31. Aplaudieron 37. Ovacionaron 15. Dieron vuelta a 1. Se dividieron simétricamente con 4.

Igualmente contabilicé la respuesta de los asistentes (tras el arrastre) a las 162 faenas ejecutadas: Silenciaron 96. Pitaron 10. Aplaudieron 12. Saludaron 20. Dieron vuelta a 7. Una oreja a 16. Dos orejas a 1.

Estos números muestran cómo el público más cualificado del mundo, en un conjunto con 57 reses propicias, distinguió, 58 faenas. O visto de otra manera con 105 toros ignorados o mal conceptuados no aprobó 106 faenas. Simetría evidente. Conclusión: Salvo excepciones honrosas, la condición del toro decidió. El toro mandó.

“Lo que la fiesta pide hoy es un torero completo para salvarla de los especialistas, de los toreros que no pueden hacer más que una cosa y para ello necesitan de un toro especial, fabricado casi a la medida…”
 
Estas líneas, que publicó Hemingway en 1932 (Death in the afternoon), tienen vigencia total hoy. La fiesta necesita que el toreo decida, que mande él, no el toro... Como hizo Rafaelillo, el 7 de junio con el bronco miura “Injuriado”. Faena, por cierto, que los jurados oficiales (no el público) ignoraron olímpicamente. Pero esa es otra parte del problema.

martes, 16 de junio de 2015

MONÓLOGO INTERIOR - VIÑETA 104

Viñeta
Monólogo interior
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 16 de junio 2015


Vuelo 15 de Avianca, directo Madrid-Cali. Clase turista. Entre abordaje y desembarco 12 horas incrustado cual astronauta en cápsula espacial.

--Atado, inmóvil --ordenan azafatas y altavoces.

Música de auricular, video en la nariz, Ipad en modo avión, y libro distraen pero no quitan la claustrofobia. Las nalgas tampoco se dejan engañar, protestan.

Lo peor es que no pasa nada, ni un sobresalto. Calma chicha. Y el avioncito quieto en la pantalla de ruta como burlándose. Dos comidas baratas, cubiertitos de juguete, bandejita resbaladiza, mini servilleta, chorreón inevitable.

La vecina, de negro, viene de Valencia. Va triste, urgente, al funeral de su padre en Guayaquil. Salió a la madrugada, si logra conexión, llegará a media noche. Gonzalo e Isabel también sobrevivientes de San Isidro, dormitan cinco fila adelante. Ni modo. Solo queda el monólogo interior...

--Vuelvo a Colombia y cual es la noticia. La noticia es que no hay noticia. Nada. Lo mismo de siempre, políticos y medios objetando la paz, atizando la guerra. El horror sin fin --pienso.

--No, la noticia taurina.

--!Ah! Tampoco. Ningún anuncio. Los empresarios no fueron a Madrid. Loperita me dijo, durante una de las últimas corridas, que Cali había enviado carta blanca a Luis Álvarez para contratación de toreros. No se sabe más.

--Y a propósito, en qué irá la querella judicial entre él y Luis Bolívar --me pregunto

--No sé. Lo que sí sé es que ha sido enconada.

--¿El torero de Cali estará en Cali?


--El bebé de atrás empieza a chillar, duro, ya no parará. "El placer de viajar". Deberían colocar todo esto en la publicidad.

jueves, 11 de junio de 2015

PREMIO Y PROCLAMA - VIÑETA 103

VIÑETA
Premio y proclama
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 8 de junio 2015


Los premios tienen hoy mucha importancia. Dicen y hacen bastante más de lo que supone creer que solo expresan el gusto de quienes los otorgan.

Los jurados, generalmente especialistas, autoridades en la materia, garantizan per se la incuestionabilidad y acatamiento del fallo, pero además, son personas de confianza de quien los designa, el patrocinador.

En la sociedad (globalizada) actual, cuando sin tiempo ni deseo de pensar y decidir delegamos ese engorro en “los que saben”, los que a todos trance por los medios nos dicen qué es lo mejor, peor, bueno, malo, conveniente inconveniente; cuanto valen las cosas, los conceptos, las personas, sus hechos; premiar es una de las maneras de decirlo.

Así es, así esta bien, así debe ser. Por lo tanto un premio más que una recompensa, es una declaración de principios, una forma de proclamar, de tocar el imaginario colectivo e influir en el comportamiento general.

Somos además, una sociedad regida por el mercado, una “sociedad de mercado”, y los premios hacen parte de ello. El Oscar, por ejemplo, premio de la industria cinematográfica, dispara las recaudaciones de las películas y la cotización de los actores galardonados. Similar papel cumplen los de arte, belleza, literatura… Los de tauromaquia no pueden ser excepción.

Acaban de otorgar el oficial Taurodelta para triunfador de la feria de San Isidro a una faena con algunas virtudes pero inexpresiva, líneal, desarmada, picuda, rematada con pinchazo y estocada descolocada, a un toro inofensivo, que se salió en varas, que blandeó y predicó una docilidad al filo de la mansedumbre. La ha elegido un jurado conformado por las firmas más prestigiosas de la crónica española. Inobjetable.

¿Que dice sin decirlo? Que ese es el toreo, que así debe ser, que ese es el toro y así debe seguirse reproduciendo. No vamos a caer en la bajeza de apoyarnos en la coincidencia de que el premiado es torero de la empresa, ni que el encierro premiado, que fue de nota, pertenece a una ganadería paradigma de las comerciales. Pero…

jueves, 4 de junio de 2015

MADRID SIEMPRE - VIÑETA 102

Viñeta
Por qué Madrid
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 4 de junio 2015
Viajo. Cuando puedo escoger destino descarto países que practican la barbarie de prohibir las corridas de toros, para solo asesinarlos en infames mataderos.

En Europa no paso de España y el sur de Francia. Portugal no. Es peor que en cualquier parte. Burlan al toro, se lucen con él y luego, le saca del ruedo, lo llevan a un lugar oculto e indefenso y a escondidas le liquidan.

Prefiero las ferias. Por la concentración de festejos, y desde hace muchos años, la de San Isidro en Madrid. Justifica la romería, el esfuerzo del viaje, su costo e implicaciones. La prefiero por todo, su toro, su público, su rigor, su trascendencia, su cultura taurina, y claro por su número de corridas. Treinta y una. ¿Donde más?

Venir de América donde debemos consolarnos con un sucedáneo de la fiesta, un remedo, no pocas veces una caricatura, es una fuga en busca de la verdad, los orígenes, lo sacro, las razones del credo.

Por eso, entre todos los riegos asumidos, el mayor, el más peligroso, el más temido es el de la frustración. Desde luego no la frivolidad aquella de que las corridas no salgan “buenas”, no. Algo más hondo, que ofende la devoción y demerita todo.

Llegar y encontrar el templo asediado por el fariseísmo, los principios en juego y el rito desvirtuado. Esta vez he vuelto a sentir algo así, con enojo e indignación, y hasta he gritado ¡No, no y no! Por fortuna en la última semana me ha resarcido la presencia de algunos toros. Madrid siempre.

martes, 2 de junio de 2015

ALACALÁ 133 - VIÑETA 101

Viñeta

Alcalá 133
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 2 de junio 2015
Quinito II en La Ahumada, último triunfo
Paso, y siempre miro. Tras las materas de cemento, los ventanales de la primera  planta, están cerrados. Nada los diferencia. Nada dicen. Unos más entre tantos. El día fluye bajo ellos ignorándolos como sí allí no hubiese pasado nada.

Pero sí pasó. Toda una historia. O mejor, toda una infinidad de historias. Las conozco y conozco bien ese apartamento. Lo visité varias veces. Allí vivió sus últimos años en Madrid un gran torero (sin éxito) y un gran hombre (sin par) que lo mantuvo abierto.

Por él desfilaron los personajes más variados. "El Pipo" que con su puro le quemó el mantel a María. "Paquirri", "Pepe Caceres", "El Chano", “El Yiyo” y otros grandes muertos que ocuparon la misma poltrona, prohibida para los invitados y llamada después con humor negro "silla eléctrica". Empresarios, ganaderos, toreros, aficionados, intelectuales, artistas, hijos de presidentes, los Dominguín, Juan Pérez, Loperita, este servidor, Perico de los Palotes y todo el que necesitase una sonrisa, una mano o un favor.

Fue un centro de hospitalidad, amistad, conversación y gracia. Su sala-comedor, con biblioteca (taurina).que había leído toda. Su erudición era notable. ¿Sabe por qué? --Me dijo un día --Porque cuando llegué en los cincuenta, pobre novillero en trance de figura, para no morirme de frío me refugiaba en la Biblioteca Nacional y en esos largos inviernos y otoños, sin otra cosa que comer, devoré todo lo que se ha escrito sobre sobré toros.

A los ochenta, enfisematoso ya, se despidió en la Ahumada, Colombia, lidió un útrero, le banderilleó, le mato de una estocada y le cortó las dos orejas y el rabo. Un año después murió en su Medellin Quinito II.