martes, 2 de junio de 2015

ALACALÁ 133 - VIÑETA 101

Viñeta

Alcalá 133
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 2 de junio 2015
Quinito II en La Ahumada, último triunfo
Paso, y siempre miro. Tras las materas de cemento, los ventanales de la primera  planta, están cerrados. Nada los diferencia. Nada dicen. Unos más entre tantos. El día fluye bajo ellos ignorándolos como sí allí no hubiese pasado nada.

Pero sí pasó. Toda una historia. O mejor, toda una infinidad de historias. Las conozco y conozco bien ese apartamento. Lo visité varias veces. Allí vivió sus últimos años en Madrid un gran torero (sin éxito) y un gran hombre (sin par) que lo mantuvo abierto.

Por él desfilaron los personajes más variados. "El Pipo" que con su puro le quemó el mantel a María. "Paquirri", "Pepe Caceres", "El Chano", “El Yiyo” y otros grandes muertos que ocuparon la misma poltrona, prohibida para los invitados y llamada después con humor negro "silla eléctrica". Empresarios, ganaderos, toreros, aficionados, intelectuales, artistas, hijos de presidentes, los Dominguín, Juan Pérez, Loperita, este servidor, Perico de los Palotes y todo el que necesitase una sonrisa, una mano o un favor.

Fue un centro de hospitalidad, amistad, conversación y gracia. Su sala-comedor, con biblioteca (taurina).que había leído toda. Su erudición era notable. ¿Sabe por qué? --Me dijo un día --Porque cuando llegué en los cincuenta, pobre novillero en trance de figura, para no morirme de frío me refugiaba en la Biblioteca Nacional y en esos largos inviernos y otoños, sin otra cosa que comer, devoré todo lo que se ha escrito sobre sobré toros.

A los ochenta, enfisematoso ya, se despidió en la Ahumada, Colombia, lidió un útrero, le banderilleó, le mato de una estocada y le cortó las dos orejas y el rabo. Un año después murió en su Medellin Quinito II.

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