Viñeta
En el patioPor Jorge Arturo Díaz Reyes 30 de mayo 2015
Tarde,
seis y cuarenta. Calor. Del corredor caen pasodobles. Los porteros despuntan
boletas con premura. Entran y entran, a borbotones, a cuatro filas. Llegan,
paran, se arremolinan, miran, reconocen, saludan, comentan, ríen. No hay paso.
La única salida, portón del pasillo interior, atascada. Hondo y estrecho foso
entre altos muros de ladrillo enchapados con placas memoriales… Mejor corrida,
más brava, más completa… Miura, Pablo Romero, Victorino… Bulla. Nadie desespera.
El desolladero a la izquierda vigila. Crueles ganchos, cadenas, canaletas para
sangre. Más allá, set de televisión, telón, logos, cables, luces, cámara,
acción, poses, presentadores, entrevistados… Oculto por la escenografía el
busto de Livinio atisba desde el pequeño jardín. Atrás las oficinas que mueven
todo. A la derecha el bar donde la multitud aprieta. Hombro con hombro, voz con
voz, gin-tonic con gin-tonic. Expectación. Entusiasmo. Ilusión. Siguen llegando.
A ver, a que los vean. A oír, a que los oigan. Atuendos diversos, formales,
casuales. Al fondo, puerta pequeña. Rótulo, Sala de prensa. Dentro, fresco,
silencioso, despoblado. Refugio. Cartel. Mesa. Programas. Televisor mural.
Casillas telefónicas. Cubículos-escritorio. Dispensador de agua… Sillas,
fotógrafos, cronistas… Barquerito, Amorós, Lorca, Zabala, Ilián… Conversan.
Voces bajas… Al otro lado de la plaza, sol y ruedo de por medio, toriles, enfermería y
capilla. Toros y toreros esperan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario