Urbi et orbi
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 5 de
mayo 2015
A la ciudad y
al mundo hablará el toreo desde su basílica durante treinta y un días
continuos. Y todo lo que diga, bueno, malo, trascendente, intrascendente,
trascenderá.
En el mes mayor
de la plaza mayor, la congregación mayor con la mayor densidad, confesará sus
verdades, y para bien o para mal, los elementos del culto ya no serán iguales,
y así no pase nada, pasará.
Así es y así
ha sido, desde aquel 15 de mayo de 1947 cuando “Capachero” de Rogelio del Corral, el toro que inauguró la feria de
San Isidro, se le fue vivo con tres avisos a Rafael Ortega Gómez “Gallito”, y
para rematar Antonio Bienvenida tampoco pudo estoquear al sexto que le corneó.
Feria de mal augurio esa primera, sin las figuras (Domingo Ortega,
Manolete, Luis Miguel…), en la que además resultó herido grave “El Choni” y se
declaró triunfador sin orejas a Pepín Martín Vásquez.
Parecía que no
pasaría nada y pasó. Sesenta y ocho veces pasó, cada una con más eco. Feria
magna, que da y quita, que construye y destruye dogmas y prestigios. ¿Ser o no
ser? Ella es la cuestión. Su toro, su público, su palco y su crítica que ahora
son de todo el mundo, fraguan en el ruedo pálido y ensangrentado la verdad de
cada día. La que pese a las banderías y artimañas de las claques, pone al
final, cada cosa en su lugar.
Yo al menos, que con pesar y por fuerza este año habré de llegar tarde, no. Nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario