domingo, 25 de diciembre de 2022

ESTE RUEDO NUESTRO - VIÑETA 486

 VIÑETA 486

Este ruedo nuestro
Jorge Arturo Díaz Reyes 26 XII 2022 
Cañaveralejo. Foto: Camilo Díaz

En Cali, donde siempre hubo toros, bueno, casi siempre. Documentados, al menos desde 1560, veinticuatro años después de la fundación por el castellano Sebastián de Belalcázar.
 
Han existido muchos ruedos. El último (¿será?), este de Cañaveralejo en el que hace ya 65 años nació la feria con cinco corridas de toros. Por cierto, la segunda, de Mondoñedo notable, José Antonio Romero y Chamaco a hombros dieron paso a una celebración espontánea y continuada que asaltó el casco urbano, propagándose a todos los barrios y sus alrededores. Juanchito, del puente para allá, incluido.
 
Con tal fuerza prendió el jolgorio, que, al año siguiente, las autoridades decidieron tomar las riendas, nombrar junta organizadora, hacer un programa y montar apertura oficial con alcalde y todo (hasta hoy). Duró aquella cuarenta días y cuarenta noches; del 6 de diciembre de 1958 al 15 de enero de 1959. Qué tiempos aquellos.
 
Transcurrió como todas después, enraizada en la plaza, que por entonces quedaba lejos. De allí partió la cabalgata inaugural, multitudinaria (tradición abolida) que entrando en la ciudad la cruzaba hasta El obelisco, junto al río. Esa intervención político-administrativa municipal obligó a los historiadores obedientes a contar la segunda feria como primera y descontar la taurina original. Por ahí empezó la cosa.
 
Sin embargo, durante más de medio siglo, las corridas continuaron siendo causa y efecto. Luego, andando tiempo y alcaldes, lo derivado, lo accesorio, la guachafita extrataurina terminó tornándose fundamental para la municipalidad, y el esencial culto del toro, fue progresivamente relegándose, desconociéndose, anatematizándose y prohibiéndose… todavía no, porque la ley aún lo impide. Pero siguen trabajando en ello con ahínco. Están a un paso.
 
La plaza, mejor dicho, lo que han dejado de ella (hace poco vendieron casi la mitad de sus terrenos), fue causa común, propiedad de todos, madre de la feria y su epicentro. Levantada en las afueras, por extensión está hoy en el corazón de Cali. No solo topográficamente, sino histórica, cultural y sentimentalmente.
 
En ella, por generaciones, acumulando recuerdos hemos despedido los años viejos y recibido los nuevos, honrando el rito ancestral, marcando el tiempo con sus temporadas y viendo bullir la fiesta entre la fatalidad. Por eso y por su intrínseca belleza arquitectónica es monumento cultural, querido, referencial y parte de nuestro paisaje.
 
Cosas estas despreciadas por los políticos reinantes en este milenio. Muchos de ellos advenedizos, esnobistas, no enterados que deliran con recrear el mundo a su imagen y semejanza, y… lo más patético…, lo están logrando.
 

lunes, 19 de diciembre de 2022

DE CALI A MANIZALES - VIÑETA 485

 
VIÑETA 485
De Cali a Manizales
Jorge Arturo Díaz Reyes, 19 XII 2022 
Daniel Jiménez, aficionado, Quepd.
Aunque Cali tuvo fiesta de toros y afición desde cuatro siglos antes, hoy, la Monumental de Manizales y su feria tienen antigüedad sobre Cañaveralejo y la suya.
 
No mucha. Siete y tres años respectivamente, que más que distanciarles las hermanan. Además de la edad, la cercanía y la tradición que engarza sus temporadas; una cierra el año viejo, la otra inicia el año nuevo. También el contraste de sus climas, talantes y estilos en vez de separar atraen y aúnan la compartida feligresía.
 
Una procesión abigarrada de toreristas, toristas, turistas, clasisistas, esnobistas, todistas, periodistas… va y viene de diciembre a enero, del valle a la montaña, del calor al frío, y de un modo a otro de asumir la devoción taurina.
 
Pero algo más hondo las une hoy. Su condición de sobrevivientes acosadas. De ser las dos últimas grandes ferias del país. Bogotá, Medellín, Cartagena, Bucaramanga, Popayán, Ibagué, Armenia… fueron cayendo una por una bajo la saña de políticos regionales prohibicionistas. De izquierda y derecha, la verdad, que no se inculpen oportunistamente los prosélitos de bando a bando.
 
Los deja en evidencia una vez más el reciente triunfo en el senado con 50 votos a 4 del proyecto de ley aniquilador. Celebrado sin reato en las redes por la parlamentaria ponente, agradeciendo uno a uno la complicidad de los variopintos partidos y grupos: Verdes, Liberales, Conservadores, Radicales, Comunes y otras denominaciones: “U”, “ASI”, “AICO”… etc.Todos a una.
 
Por nuestro lado, los trashumantes viejos, cada vez menos, persistimos en el sube y baja. Recordándonos las grandes tardes. Añorando lo que no volverá. Lamentando la libertad arrebatada, la dignidad infamada, la felicidad lejana. Extrañando los amigos muertos. Refunfuñando, quizá con más razón que nunca, el “todo tiempo pasado fue mejor”.
 
Y ahora, para mayor pena, entre los muchos rostros extraviados de aquel pasado mejor, uno más nos hará falta. El de Daniel Jiménez. Abonado perenne de barrera en ambas plazas, con su Libia del alma. Hombre cabal, aficionado reverente, peñista cumplido, tertuliano singular…, viejo amigo de mi padre y mío. Cruelmente perdido por los vericuetos del tortuoso sistema nacional de urgencias (¡señores congresistas!), casi a punto de iniciar esta que de imponerse la intolerancia será quizá la peregrinación postrera.
 

lunes, 12 de diciembre de 2022

CONTANDO EPOPEYAS - VIÑETA 484

 
VIÑETA 484
 
Contando epopeyas
Jorge Arturo Díaz Reyes, 12 XII 2022 
O llevarás luto por mí, fragmento, página 381

Murió Dominique Lapierre y es difícil evocarlo como individuo y no como media pareja. La literaria que formó con Larry Collins. Bueno, a decir verdad, ni como lo uno ni como lo otro le recordó suficientemente la prensa taurina esta semana.
 
Que habría debido hacerlo, pues una de sus obras: “O llevarás luto por mí” (1968), quiérase que no, figura entre las más leídas, sino la más leída de la historia del toreo, en cualquier idioma.
 
Promediaban los sesenta. Esa década tremenda en todo aspecto, y en los ruedos dorada por Antonio Ordóñez, Diego Puerta, El Viti, Paco Camino, Curro Romero…, y desbordada por el turbión pasional que fue Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”. Torero de masas y fenómeno taquillero, como no hubo antes ni después.
 
No el mejor, ni el más artista, ni el más poderoso, ni definitivamente el más canónico (al contrario), pero sí el que con su personalidad impactó de lleno en el espíritu de la iconoclasta generación emergente de la época. Lo encarnaba.
 
Los dos jóvenes, francés y norteamericano, reporteros de guerra, que se habían conocido como soldados de paz. Pese a ser competidores profesionales entre sí (Paris Match y Newsweek respectivamente), habían saltado juntos al estrellato con su libro ¿Arde París? El cual de una vendió más de 50 millones de copias, y luego dió pábulo a la millonaria superproducción hollywoodense del mismo título. Nuevos ricos entonces, fueron de vacaciones a España ese año 1964, recordaba el uno a la muerte del otro en el 2005:
 
“Apenas llegados, recibimos un telegrama de la gran revista internacional The Readers’ Digest, en el que nos pedía que escribiésemos un artículo sobre el más importante torero español de aquella época, El Cordobés. Ni Larry ni yo teníamos la menor idea sobre la tauromaquia, pero nos entusiasmaba el proyecto sólo con pensar en transformarnos en dos pequeños Hemingway. Y de hecho íbamos a poder contar toda la historia de la España moderna a través de este hijo miserable de un combatiente republicano muerto de hambre en un campo de concentración franquista. Este segundo relato, titulado...O llevarás luto por mí nos colocó definitivamente en la ruta de las grandes epopeyas históricas mundiales…”
 
Sí, tras cuatro años de investigación y redacción, ese inicio en la veta dé las grandes epopeyas mundiales fue su segundo estallido editorial, al que siguieron: Oh Jerusalén, Esta noche la libertad, El Quinto Jinete, ¿Arde Nueva York?…
 
Best sellers, que como pasó con su torero, si bien no los consagran paradigmas de arte, sí los dejan a la posteridad como estruendos globales de la narrativa realista. Esa que han dado en llamar “periodismo literario”. Tonto rótulo. Todo periodismo escrito bueno o malo es literatura buena o mala. Uno de sus géneros.
 
Los aficionados sesenteros, cada vez menos, no podemos olvidar aquel desatado “Cordobés” que vivimos jóvenes, afianzado en nuestra memoria por ese retrato inclemente, sobre la escena de su trágica España, que Lapierre y Collins mostraron al mundo tan crudamente.
 
Tampoco los taurinos de hoy, sesgos aparte, pueden ignorar ese testimonio, ni lo que aportó a la comprensión y propagación del perseguido culto. Luto por ti Dominique.

lunes, 5 de diciembre de 2022

EL ASUNTO - VIÑETA 483

 
VIÑETA 483
 
El asunto
Jorge Arturo Díaz Reyes, 5 XII 2022 
Fotograma: Plaza Toros TV
El toreo es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los toreros. De haber sido aficionado, quizá Clemenceau, el ultra ministro a quien Francia debe la victoria en la primera guerra mundial y el tratado de paz que la precipitó en la segunda, se habría hoy parafraseado a sí mismo: “La guerra es un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares”.
 
Seguramente lo habría hecho, contemplando cómo tras décadas, en que las figuras, han extendido su mando más allá de los ruedos; a las taquillas, a las empresas, a las ganaderías, a los palcos presidenciales, a las oficinas gubernamentales de asuntos taurinos, a la publicidad, a la crítica, a los medios…, y por ellos a la afición y la opinión pública. Dictando sus pareceres, imponiendo sus preferencias, normatizando sus caprichos, capoteando los valores. ¿Cómo podría haber excluido de responsabilidad a quienes tanto han influido en el rumbo de la Fiesta?
 
Encarecimiento, facilismo, frivolización, privilegio de lo espectacular sobre lo ritual, remedos del “show business”, deslegitimación, descrédito, contracción, e impopularidad…, en un proceso debilitador que amenaza liquidación.
 
Cierran Iñaquito, La Santamaría, El Bibio, La México… Encogen Las Ventas. Arrecia el prohibicionismo en los parlamentos. La empresa de Madrid advierte: perdemos plata montando carteles a millón de euros. El Juli, paradigma de figuras, le dice con su rostro marcado por viejas cornadas, a la élite de la afición mundial (Asociación el toro de Madrid) en la cara: yo no creo en el torismo, escojo lo que me permite desarrollar mi toreo... Y el coro estalla en las redes: Sí, sí… el “espectáculo” ante todo. Es lo qué hay que salvar.
 
Y el animal sagrado, al que se le deben todas las ventajas. Y el culto a su racial trapío y fiereza imprevisible. Y el hondo significado sacrificial conjunto de la lidia, como voto de honor y comunión con la naturaleza. Y la devoción (emoción) que su verdad infunde. Y la sangre de los mártires (toreros). Y todas esas cosas que han hecho de la tauromaquia parte abismal de la cultura, que la han justificado y engrandecido siempre, y que aún la sostienen… ¿Qué?  ¿No son un asunto demasiado serio…, el auténtico asunto?