lunes, 26 de septiembre de 2022

ROCA, REY MIDAS - VIÑETA 473

 
VIÑETA 473
Roca, Rey Midas
Jorge Arturo Díaz Reyes, IX 26 2022
Roca Rey en Sevilla. Fotograma, Plaza Toros TV
 Triunfo tras triunfo, puerta tras puerta, taquilla tras taquilla cayendo a su paso. Así ha sido la temporada 2022 del joven peruano. Y así llegó el sábado a Sevilla. Donde sorprendentemente no triunfó ni “abrió la puerta”, pero volvió a reventar la venta y la reventa. Cosa que no pudo emular ni siquiera el divinizado Morante, dos días después de una faena histórica, con apenas tres cuartos imperdonables de entrada.
 
El asunto en últimas es el parné. Lo que importa, no solo a los empresarios, a todo el mundo taurino. Incluida la crítica que se fatiga y fatiga proponiendo alquimias. Dinero, sustento de la Fiesta que había cerrado el 2018 con un anémico balance. Quebrado después en los tres pestíferos años que siguieron.
 
Plazas tapiadas, ferias canceladas, clientela encuarentenada, torería en paro, toros al matadero… ganaderías enteras. Crisis, crisis. Solo un milagro, pensábamos. Y entonces, por marzo, volvió Andrés a España con su mutismo, su sangre fría y sus largas piernas, a estacarse en el terreno del toro (el bueno y el malo), aguantarlo, pasárselo por todas partes, ligándolo, templándolo y mandándolo, a despecho de querencias, fobias y estilismos.
 
Impertérrito, arriesgándolo todo, soportándolo todo, sobreponiéndose a todo. Sin palabras, con hechos. Abrumando. Y los públicos a él, como ha sucedido siempre con los que así los impactan. ¡Quiero dos para Roca Rey! exigen amontonados en las ventanillas, recordando esos sesenta de Manuel Benítez, a quien también algunos ponían peros taurómacos, que no hacían sino estimular su demanda.
 
El torero de masas no necesita mercadotecnia. Cada quien lo valora como le conviene, pero todos quieren verlo. Esa es la cosa. Ningún espada latinoamericano desde los buenos tiempos de Rincón, lo había demostrado con tanto tirón. Y al menos en la última década, cuando tanto se necesitó, ningún europeo.
 
Sin coreografía, disfraces, poses, ni discursos. Parco, apenas contestando a la prensa, por no hacer el patán, va de ruedo en ruedo con su capote, muleta y espada, como aquel mitológico rey frigio convirtiendo en oro cuánto contrato toca, y de paso salvando la Fiesta. ¿No es lo que queríamos?

lunes, 12 de septiembre de 2022

MIRANDO A FRANCIA - VIÑETA 472

 
VIÑETA 472 
Mirando a Francia
Jorge Arturo Díaz Reyes, IX 11 2022
Dax ayer. Fotograma: Plaza Toros TV
Mientras en América la impostura transideológica criminaliza la tauromaquia, y en España la barbarie ilustrada pugna por amputarla de la cultura y la vida, mirar, aunque solo sea por televisión, hacia la Francia libre reconforta.
 
Por ejemplo, ayer en Dax, al cierre de su feria “Toros y salsa” (nombre frívolo, pero con mucho devoto público), los toros de Fraile, moderados de volumen y armas, cuatro con el hierro del Puerto de San Lorenzo, y primero y sexto con el de Ventana del Puerto, abrieron un menú de diversas opciones lidiadoras a una terna sevillana que ofició con sus distintas personalidades en una corrida de contenido.
 
Un Luque cuasi perfecto, un Morante más allá del arte y un Juan Ortega de inefable exquisitez, interpretaron cada cual a su manera los respectivos lotes. Llevando la tarde de la sima a la cima y de nuevo a la sima. Primero el manso al que José Antonio no le dedicó el menor esfuerzo y le malmató, entrando seis veces a paso de banderillas, las cinco primeras contra hueso y la última estocada corta de tardo efecto. Su grey se dividió.
 
Pero con el cuarto, enrazado y exigente, que se le coló al primer viaje, mostró que su atuendo reminiscente del toreo romántico no solo es para el consumo de noveleros, que también trae dentro un lidiador acorde al ornato. Peleón, se trenzó de tu a tu con el sedicioso en nueve lances y medio, más una larga de la cual salió desarmado y perseguido, pero no desairado.  Pues el acoso puso de presente lo seria que iba la cosa. No fue una faena limpia, no fue una faena de languidez ni floritura, fue una reyerta fiera, que la banda y la grada sintieron hondo desde la primera tanda, de seis ayudados altos y bajos, natural, molinete, ayudado, natural y pecho. Algunos de moderna postura y compostura, y otros a la antigua. Y así toda la brega, larga e intensa de lado y lado. Una estocada total arriba con poca muerte, que atrajo un aviso tardío y una espera impertérrita del maestro, lejos, acodado en tablas. Rodó al fin “Langosto” y la petición de oreja no fue toda la que mereció la muy significativa faena.
   
El tercero, alegre y noble, pero a menos. Juan Ortega brindó con él las cosas más bellas de la tarde. Entre verónicas de saludo y delantales de quite, su inicio genuflexo con la muleta, los adicionales de remate, los seis naturales redondos, lentísimos, templadísimos y ligadísimos echaron las campanas al vuelo. La obra sostuvo la tesitura sublime hasta que “Buscarillo” perdió celo, la porfía sobró, y la media espada en sitio, aviso y descabello dieron un cierre innjusto.
El Algabeño había saludado, tras su segundo expuesto par del cual salió perseguido y por poco cazado en tablas. Con el sexto, mansurrón, el trianero atercó lo imposible llevando al aburrimiento: Seis pinchazos, un aviso y un descabello. Le faltó medida a Juan en ambos turnos.
 
Luque, sin mácula con un noblote soso y también con el bravo de la tarde. Si con el uno la falta de transmisión nubló la exactitud del toreo, con el otro alcanzó la cima como decía. “Malvarrosa”, cornivuelto, negro, número 134, de 538 kilos, atacó pronto y de largo desde que salió hasta que murió. Tomó a galope desde los medios las dos varas de Juan de Dios. Con igual brío las tres chicuelinas y la revolera del quite de Ortega, las cuatro cordobinas, media y larga del de Luque y se les fue encima a los banderilleros. Se dolió, quizá la única peca.
 
Luego, siguió la muleta, fijo, codicioso y repetido, circundando al torero que no e concedía un milímetro de terreno. “Zocato” diría en le callejón: “a Luque hay que contarle no los pasos que da sino los que no da”. Quietud, economía, precisión, estética y emoción. La plaza rugía ¡Luque, Luque! y para terminar en los medios, tres naturales en círculo, cuatro luquesinas a toro uncido y un estocadón hasta la bola que hizo incuestionables las dos orejas y la puerta grande.
 
Viendo la desaprensión del público, recordé que en los Campos Eliseos de Paris, bajo una estatua del general De Gaulle, hay una frase suya. “La historia de Francia es la de un compromiso eterno con la libertad”. Que incluye la tauromaquia, por supuesto.

lunes, 5 de septiembre de 2022

GLORIA Y DESECHO - VIÑETA 471

 
VIÑETA 471
 
Gloria y desecho
Jorge Arturo Díaz Reyes, IX 5 2022 
Fotograma: Plaza Toros TV
En esta era del todo es desechable, la gloria también. Incluso la torera, de la cual Antonio Caballero decía era la más gloriosa. Cuánto “jugarse la vida”, cuánta “faena del siglo”, cuánto “héroe” a hombros, cuánto toro “de bandera”, cuánto encierro “histórico”… ¿Cuánto dura el recuerdo?
 
Si solo han pasado nueve días y ya se difumina el de “Cotorrito”, por ejemplo. Bueno, comenzamos a olvidarlo desde que Don Matías González, presidente de la plaza de Bilbao, le negó el indulto, que nadie pidió, y la vuelta al ruedo a su arrastre, que pidieron los pocos qué asistieron, refundiendo su memoria entre la montonera de los que sin tales distinciones han pasado por allí, este y todos los años anteriores.
 
Olvidándolo, cómo todas esas cosas que compramos, usamos un momento y botamos al basurero. Basurero que ya no cabe en este mundo consumista, o mejor, en el que convertimos al mundo. Y comenzamos a olvidarlo pese a los ditirambos de la prensa y a los buenos deseos de perennidad con que los jurados le otorgaron, sus trofeos al “toro más bravo” de la feria.
 
Seis años, astifino, colorado, 529 kilos, número 36 y el hierro de Santiago Domecq. Le salió tercero aquella tarde al debutante Leo Valadéz.
 
Pronto y codicioso a los capotes de saludo y quites, a los dos puyazos de “Puchano”, a las banderillas de Vivas y Herrera. Salió de los dos primeros tercios con su furor íntegro, alta nota y clamor popular. Fijo y sin desmayo atacó abajo, a diestra y siniestra la muleta, en lidia larga y leal que pudo rozar el medio centenar de arremetidas.
 
Cuando la estocada en la cruz le derribó, las peticiones de segunda oreja y vuelta para el arrastre fracasaron, y la ovación de consuelo se apagó pronto, pues venía el torero por la suya.
 
Pero todo esto es ya noticia vieja, para un tiempo en el que según el “Tuerto López”, poeta impío, se vive como las cosas en los escaparates… a la espera del desecho propio.