martes, 12 de diciembre de 2017

LA PARTE Y EL TODO - VIÑETA 231

Viñeta 231

La parte y el todo
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 12 de diciembre 2017

Licenciado de Falces. Goya (detalle)
Un detalle no hace una obra de arte. Cierto, pero sí puede llegar a serlo en sí mismo, dejando de ser detalle.

No es un simple retruécano. El hecho sucede cuando la parte se independiza del todo, se magnifica, ganando identidad propia, y brillando por sí misma.

En el arte del toreo los ejemplos abundan. Suertes, tercios, gestos, imágenes, momentos que con su fulgor han borrado faenas, corridas, temporadas... Que han alcanzado perennidad. Para citar algunos de los más traídos o menos controvertidos:

El recorte de Bernardo Alcalde Merino “Licenciado de Falces”, no sé dónde, promediando el siglo XVIII, evocado y grabado por Goya muchos años después.

La estocada de Machaquito a “Barbero” de Miura en Madrid el 9 de mayo de 1907, esculpida por Mariano Benlliure. "Lo extraordinariamente bello y magnifico, no superado ni igualado por nadie, fue la estocada". Escribió Don Modesto en su crónica ese día.

“El par de Pamplona”, que Rodolfo Gaona, ejecutó al Concha y Sierra el 8 de julio de 1915. Notariado en las enciclopedias taurinas.

La media verónica de Rafael de Paula en el bicentenario de la plaza de Aranjuez 1997, universalizada por la televisión.

Los contextos del que se desprendieron tales creaciones han sido olvidados o si se recuerdan solo es porque sirvieron de marco.

Sin embargo, con todo y su luz propia estas no pasan de ser fragmentos sueltos ante la unidad rotunda del toreo. Más difícil de contener completa en la memoria; la faena de principio a fin. Obra total, alegoría de la vida, ofrenda y sacrificio del animal esencial.

Planeta mayor cuya gravedad puede incluso cambiar el orden al sistema universal de la torería. Como aquella en Madrid que Juan Belmonte ofició hace un siglo, el 21 de junio, al sexto Concha y Sierra. Corrida del Montepío, cuando el público rechazándolo gritaba a Gaona y Joselito, sus alternantes —¡Los dos solos! ¡Los dos solos! 

martes, 5 de diciembre de 2017

!QUÉ PESADO! - VIÑETA 230

Viñeta 230

¡Qué pesado!
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 5 de diciembre 2017

Cristo y los anti radican proyecto. Foto: www.hasbnoticias.com
Hoy en Colombia, la mayor amenaza contra la fiesta es el proyecto de ley, avanzado en el parlamento, “por el cual se prohíbe la tauromaquia en todo el territorio nacional”.

Su autor, el político Juan Fernando Cristo, antitaurino converso, quien usando atribuciones como ministro del interior matriculó con gran difusión mediática la iniciativa en el Congreso, se ha pegado un batacazo electoral estruendoso.

Renunció a su muy alto cargo para ir tras una dignidad mayor; la presidencia de la república. Nada menos. Pero en las primeras de cambio ha sido descartado. Minoritario hasta en su propio partido, cuya costosa y escuálida elección de candidato (45 mil millones del dinero público para consultar 700 mil parroquianos), le dejó sin el pan, sin el queso y además con él descontento ciudadano.

De no apostar con tino sus lealtades para el próximo gobierno. Quizá termine reducido a liderar huestes prohibicionistas. A merodear corridas altavoz en mano arengando energúmenos. A emular por ahí con su menos impopular colega, el ex alcalde Petro. Poca cosa para él, pero como dicen los del oficio, mejor cabeza de ratón que…

Y eso, si su alegre pasado salpicado de tardes gratuitas en los callejones de las plazas no le resulta enrostrado y usado a la contra por competidores de cabecillazgo. Que allí también los habrá. La lucha por el poder, sin importar ámbito no suele ser elegante.

Su cola de paja taurina, más inflamable ahora, despojado de la investidura ministerial, podría terminar quemándole hasta ese peoresnada. Los cambios de bando rentan a veces, pero no inspiran confianzas.

Desde la otra orilla, sus perseguidos, los aficionados, a quienes él quiere condenar a la extinción por su mismo pecado, “no ser mayoría”, miramos el estrellón sin celebrar, aunque sí con el alivio momentáneo de quien le quitan un fardo de encima —¡Qué pesado!

Y digo alivio momentáneo, pues en esto de la política cuando cae uno sube otro. Generalmente más cargante.