lunes, 26 de abril de 2021

LA VOZ DEL PÚBLICO - VIÑETA 403

 
Viñeta 403
 
La voz del público
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali abril 26 de 2021

Plaza México
 Sabemos por los medios qué opinan los toreros, los ganaderos, los empresarios, los periodistas, los profesionales, los beneficiarios indirectos, los antitaurinos, los políticos... Pero quién sabe qué opina el verdadero dueño de la fiesta, el que la hace y la paga, el que la sufre y la goza. El público.
 
El de toros digo, no el general, del cual apenas es parte atípica, dispar y no siempre bien considerada. Comunidad heterogénea, cosmopolita, que asiste a corridas, comulga con sus valores, comparte su lenguaje, su tradición, su liturgia, su estética o se ocupa de una u otra manera del culto. Esa feligresía diversa, integrada por creyentes, escépticos, devotos, irreverentes, habituales, ocasionales, aficionados, legos, entusiastas, abúlicos... Conjunto heterogéneo, voluble, maleable y libre de pensamientos únicos o fijos. “Dos aficionados, tres opiniones”.
 
Entonces. Quién consulta su momento. Quién conoce la justa suma, resta, multiplicación y división de sus tendencias. Quién sus afanes. Quién sus percepciones del presente, sus visiones del futuro. Quién la galantea. Quién la seduce. Quién la influye. Quien la encausa. Quién la equivoca. Quién habla por ella. Quien la suplanta. Quién la representa.
 
Muchos. Abundan las vocerías oficiosas. Los: “Yo, a nombre de la afición, bla, bla, bla...” Pero sobran, pues ella habla por sí misma, en la taquilla, el tendido, la tertulia, la calle… Individual o colectivamente, mediante sus propias organizaciones; porras, peñas, uniones, clubs, federaciones. Y de una forma u otra, si no a través de los grandes medios, espontáneamente a través de las redes. No son pocos los que mantienen chats, blogs y hasta páginas web personales.
 
Coro babélico, polifónico; de parecer tan cambiante como el de Borges: “Quizás haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, también puedo ser enemigo de las mías”. ¿Cuántas veces va la concurrencia de un extremo a otro en la misma corrida?
 
Así es “La voz del público”, como el hombre de Montaigne; vana, variable y ondeante. No puede haber exégeta cierto para ella. Quién lo pretende miente. Algo busca. Ojo. A menudo lo consigue. Ahí están la publicidad y la política prosperando.

lunes, 19 de abril de 2021

EL BURLADOR DE SEVILLA - VIÑETA 402

 
Viñeta 402
 
El burlador de Sevilla
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali abril 19 de 2021

 
Fragmento portada libro de José Zorrilla. Editorial Cátedra

A última hora Pagés canceló la Feria de Sevilla. Y todo el barullo mediático previo, fue otra crónica de una muerte anunciada. Todos sabíamos que ocurriría, pero ninguno pudo evitarlo.
 
La pompa del lanzamiento, el lujo de los carteles, el reto al toro de la desgracia y el alarde supremo, lo nunca visto; ¡Morante con miuras! ¡Como Joselito! ¡Y en La Maestranza! ¡Lo máximo! Pero nada. La ilusión ocultaba su triste realidad. No sería.
 
Pero no por la pandemia, ni por el metro y medio sanitario, ni por la rigidez de los gobiernos regional y nacional que lo impusieron desde antes, y que han sido inculpados uno u otro (son contrarios) a gusto político de cada quien. No, nada de eso, pues con esa restricción se han dado y se siguen dando corridas en otras plazas españolas. Las Ventas anuncia un festival con el 25% (6.000 espectadores). Incluso la temporada ha incrementado sus festejos pese a la suspensión de Sevilla. Fue la exigencia empresarial (ANOET) del 50% mínimo de aforo.
 
La misma Junta de Andalucía instó al empresario a dar la feria con las limitaciones de concurrencia vigentes como hacían otros. Pero no, el 50% fue innegociable. Y a pesar de saberse desde el principio, ilusionados, toreros, ganaderos, aficionados, periodistas, y hasta los antitaurinos, que también la debían estar esperando para formar tremolina, quedamos como viendo un chispero. ¿Pero por qué llamarnos a engaño ahora?
 
¿Porque sentirnos burlados como las complacientes enamoradas de Don Juan que también sabían lo suyo de ese paradigma de seductores, o “Acosadores sexuales” que llaman en estos tiempos gazmoños de ”Me too”? Porque lamentar como las desengañadas por ese mito de la fascinación, alumbrado hace ya más de cuatro siglos, y casi al tiempo con la figura del empresario taurino.
 
Sería pura coincidencia, pero así fue. La estrella del imperio español tocaba su cenit. Felipe III, concedía por primera vez licencia para corridas en plaza cerrada y a don Ascanio Manchino la explotación en valencia (1612). Muy poco después Fray Tirso de Molina (madrileño) daba formalmente a luz a Don Juan en su comedia “El burlador de Sevilla”.
 
Galán universal, dotado de labia convincente y otras envidiadas virtudes y defectos que hacen un hombre irresistible a las mujeres. Ese mismo a quien Zorrilla luego haría decir: “Por donde quiera que fui, la razón atropellé…,” y cuya ironía preferida, cuando le amenazaban con qué algún día (quizá el del juicio final) pagaría sus encantamientos y promesas incumplidas, era: “Cuán largo me lo fiais”.
 
En fin. Anteayer, la prensa reproducía una entrevista de Ramón Valencia prometiendo reprogramar la feria mortinata para septiembre. Se percibía de nuevo en los titulares la ilusión, la esperanza, el deseo..., pero también un cierto trasunto del fraile genial.

lunes, 12 de abril de 2021

TRES MILLONES DE MUERTOS - VIÑETA 401

 
Viñeta 401
 
Tres millones de muertos
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali abril 12 de 2021
 
Cementerio de Hamm. Foto: Okdiario

Sí. Tres millones en el mundo… y aumentando vertiginosamente, pese a la prevención, la terapia y la desesperada vacunación. Todos duelen. Eso nos deja el Covid en algo más de un año. Y con perdón de los antitaurinos, esta otra tragedia de lesa humanidad tampoco ha sido culpa de los toros.
 
El toreo se ha sacrificado en la defensa sanitaria como ningún otro frente. Ha cerrado sus plazas, renunciado a sus ingresos económicos, mandado sus sagrados animales al vil matadero y sometido sus trabajadores al paro. Los muy escasos ritos oficiados, los menos en más de trescientos años, han sido virtuales o con insignificante público. Apenas para mantener las constantes vitales básicas del culto.
 
En abril pasado, cuando la peste avanzaba, Morante de la Puebla, (figura) se consoló diciendo: “que no haya toros este año tampoco es el fin del mundo”. Ya vamos en el otro y que pregunten por los renglones medios e inferiores del escalafón a ver cómo anda hoy ese mundo.
 
Mas no es la vía exigir la salvación de la industria sumándose a la complicidad que se tiene con el contagioso apretujamiento de multitudes en otros ámbitos; transportes, teatros, manifestaciones, comercios, conciertos… Esos desafueros no afectan únicamente a quienes incurren sino a todos. Cada contagiado allí multiplica y se hace agresor general.
 
Sin embargo, racionalmente hablando, la corrida se puede realizar con sanidad en plazas abiertas, bien ventiladas, permitiendo una proximidad segura inferior al conflictivo metro y medio entre espectadores (con mascarillas, etc.). Retomando así porcentajes de ocupación, sino siempre del 50%, sí cerca de los frecuentes antes de la pandemia.
 
Eso requeriría claro, esfuerzo empresario, reducción de costos y ganancias para todos, disciplina social, pero antes actitud equitativa, desprejuiciada y sincera de las autoridades regionales y nacionales. Las cuales, ejercidas en diversos lugares por partidos rivales entre sí, hasta hoy en lo único que han coincidido es en su geométrico rigor con la fiesta.
 
No vale andar diciendo que se defiende la tauromaquia, que se respetan los derechos de los trabajadores y que se les ayuda, cuando las acciones van en contrario. Se previene para seguir viviendo, ¿sino para qué?

ÉTICA TAUROMAQUEA - VIÑETA 400

 Viñeta 400

 
Ética Tauromaquea
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali abril 5 de 2021
 
Busto de Alejandro Magno (Fragmento), British Museum. Foto: Wikipedia
 
En últimas, el asunto de la tauromaquia es ese… “de cómo viven los hombres”. Asunto variable que definió Aristóteles en su “Nicomaquea”, y que se hizo base de la ética hoy llamada “occidental”.
 
Relativa. Tanto, como lo implica su moderna y caprichosa demarcación geográfica. Una ética occidental presupone una oriental y una norteña, y otra sureña y quizá muchas intermedias.
 
¿Pero dónde comienza y dónde termina el occidente de una esfera girante? Según dónde nos paremos a ver la salida y la puesta del sol. Para los europeos este nace por Asia (oriente). Para los americanos por Europa (oriente). Para los asiáticos por América (oriente). Y el ocaso, a viceversa para todos.
 
Colón que sabía la redondez, para ir a oriente navegó desde Palos hacia occidente, sentido contrario a Marco Polo que por tierra buscó lo mismo y lo halló. Tras ellos, Europa, se hizo referencia universal del espacio y el tiempo, con su meridiano de Greenwitch, paralelos y tal. Manes del Imperio.
 
¿Entonces, dónde comienza y termina la ética occidental? Aristotélicamente hablando eso depende de la ubicación, la persona, la cultura y la circunstancia. Todo eso afecta el significado de virtud y el camino hacia la felicidad por el buen proceder. La escala del bien y del mal que rige a cada trance, instinto y razonamiento, herencia y aprendizaje. No matar, matar por la bandera. No robar, robar por la economía. No mentir, mentir por la causa…
 
El toreo de su parte, viene de más hondo. Se puede ser hombre y torero; con miedo y con valor; con fantasía y verdad; con debilidad y honor. Se puede ser libre del placer fatuo y esclavo del deber peligroso. A sabiendas de que el bien propio es menos que el colectivo. Siendo capaz de oficiar el sacrificio y morir por lo que se ama. Así sea tan solo por honrar la fiesta del pueblo.
 
Antes que huir, parar, aguantar, incluso consentir la cogida, exigía Pedro Romero en la vieja Escuela de Sevilla. Y Aristóteles en la suya decía: más valiente quien conquista sus deseos y temores que quien conquista sus enemigos.
 
Pero ni su más brillante alumno; Alejandro, joven desaforado, que enfrentó venciendo desde su poderoso padre y ejércitos enormes hasta fieros leones lo consiguió. Creo que sí algunos toreros. Al menos durante sus faena