Viñeta 403
La voz del público
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali abril
26 de 2021
Plaza México
Sabemos por los medios qué opinan los toreros, los ganaderos, los
empresarios, los periodistas, los profesionales, los beneficiarios indirectos, los
antitaurinos, los políticos... Pero quién sabe qué opina el verdadero dueño de
la fiesta, el que la hace y la paga, el que la sufre y la goza. El público.
El de toros digo, no el general, del cual apenas es parte atípica, dispar y
no siempre bien considerada. Comunidad heterogénea, cosmopolita, que asiste a corridas,
comulga con sus valores, comparte su lenguaje, su tradición, su liturgia, su
estética o se ocupa de una u otra manera del culto. Esa feligresía diversa, integrada
por creyentes, escépticos, devotos, irreverentes, habituales, ocasionales, aficionados,
legos, entusiastas, abúlicos... Conjunto heterogéneo, voluble, maleable y libre
de pensamientos únicos o fijos. “Dos aficionados, tres opiniones”.
Entonces. Quién consulta su momento. Quién conoce la justa suma, resta,
multiplicación y división de sus tendencias. Quién sus afanes. Quién sus
percepciones del presente, sus visiones del futuro. Quién la galantea. Quién la
seduce. Quién la influye. Quien la encausa. Quién la equivoca. Quién habla por
ella. Quien la suplanta. Quién la representa.
Muchos. Abundan las vocerías oficiosas. Los: “Yo, a nombre de la afición,
bla, bla, bla...” Pero sobran, pues ella habla por sí misma, en la taquilla, el
tendido, la tertulia, la calle… Individual o colectivamente, mediante sus propias
organizaciones; porras, peñas, uniones, clubs, federaciones. Y de una forma u
otra, si no a través de los grandes medios, espontáneamente a través de las redes.
No son pocos los que mantienen chats, blogs y hasta páginas web
personales.
Coro babélico, polifónico; de parecer tan cambiante como el de Borges: “Quizás haya enemigos de mis opiniones, pero
yo mismo, si espero un rato, también puedo ser enemigo de las mías”. ¿Cuántas
veces va la concurrencia de un extremo a otro en la misma corrida?
Así es “La voz del público”, como el hombre de Montaigne; vana, variable y
ondeante. No puede haber exégeta cierto para ella. Quién lo pretende miente. Algo
busca. Ojo. A menudo lo consigue. Ahí están la publicidad y la política prosperando.
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