martes, 20 de marzo de 2018

OYENDO A SIMÓN - VIÑETA 246

Viñeta 246

Oyendo a Simón
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 20 de marzo 2018

Simón Casas, entrevistado el viernes en el callejón de Valencia reiteró su credo taurino: “Esto es del público, aquí el que manda es el público, solo el público”. Lo hizo con tal convicción que recordó el “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” de Lincoln. Populismo puro.

La cosa es que los políticos han desacreditado esa palabra, identificándola con demagogia. De virtud pasó a pecado, de dignidad a infamia, de halago a insulto con el que hoy se apostrofan a lado y lado sin distingo… ¡Populista tú! ¡Más tú! Fácil, porque pueblo también es concepto impreciso y equívoco. ¿Qué, quiénes, cuantos lo conforman? ¿Acaso las mayorías ocasionales, el público? Mayorías que no siempre actúan con cordura. Sobran ejemplos. Para contenerlas se hizo la ley.

En los toros, qué no son políticos así algunos oportunistas lo pretendan, es igual. No pasó un día y el grueso de la parroquia y sus desorientadores inconformes por la negación de premio a una estocada desprendida, precedida de pinchazo, la cogieron con el presidente que defendía el reglamento. Hasta le coreaban ¡Burro!

Es entendible que la preocupación de un productor, como se define Simón, sea complacer esa clientela. Pero no hasta supeditar a sus veleidades y escaso conocimiento los factores esenciales; toro, torero, toreo, afición, reglamento, autoridad, valores.

Había que oír los lamentos desde la calle Xátiva, por el cotidiano baile de corrales al son del contrapunto entre veterinarios (los malos) y ganaderos y apoderados. Que no puede ser. Que el trapío es subjetivo. Que los que saben son los veedores de las figuras. Qué necesitamos el toro-espectáculo, a tenor con cada plaza. Que…

Oyendo todo eso se pregunta uno si la tauromaquia le debe su milenaria longevidad a la demagogia del mercadeo o a sus verdades. Sin estas podría prosperar el negocio, vendiendo un espectáculo distinto, pero el viejo rito morirá sin remedio. Esto debería saberlo el pueblo antes que nadie.

jueves, 15 de marzo de 2018

NUEVO CONGRESO ¿Y...? - VIÑETA 245

Viñeta 245

Nuevo congreso ¿Y…?
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 13 de marzo 2018
  
Bogotá 18 de febrero 2018. Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
El destino del toreo en Colombia, pende del nuevo Congreso de la República. Este, que se acaba de elegir hace 36 horas ha heredado el injusto dilema de aniquilar o no la libertad del culto más antiguo del mundo.

Una tradición de 500 años por acá, prehistórica por allá. Más vieja que el idioma y la rueda. Una “expresión artística del ser humano,” según la ley vigente, 916 de 2004, en su artículo primero.

Ya evacuados en el parlamento anterior los dos primeros debates del proyecto “Por el cual se prohíbe la tauromaquia en todo el territorio nacional”, los político electos o reelectos deben decidir finalmente, asumiendo las implicaciones sociales, culturales, jurídicas, económicas, ecológicas…

Grave responsabilidad, ya que todos los nacionales estamos representados por ellos con iguales derechos; taurinos, antitaurinos y los demás que son los más. El pingüe salario básico que les pagamos ($ 31.332.000, 9.000 euros mes a cada uno, fuera de briscas) les obliga con nosotros, los humanos, digo, no con los animales, pese a que haya quien se sienta lo contrario. ¿Qué harán estas 268 conciencias elegidas?

Seguro, hagan lo que hagan no lo harán a conciencia. Según uso parlamentario, votarán por bancadas. Y el ágora está repleta de ellas: banderas, logos, partidos, circunscripciones, asociaciones, regionalismos, colores, excombatientes, etnias, sectas… La mayoría, con líderes antitaurinos conversos y discursos de ocasión. Ninguna de aficionados.

Aunque algunas, tradicionalistas, gordas por cierto al menos han mostrado tolerancia y sus cabezas asoman a veces por las plazas. Son pocas, pero ganaron. Hacen mayoría. El país más conservador de Latinoamérica las ha refrendado.

Eso podría generar ilusiones de indulto a corto plazo. De parar al menos por ahora, en esta legislatura de cuatro años, la prohibición. Quizás. Pero mientras, crecen otras amenazas internas, letales, como la desnaturalización y el encarecimiento del espectáculo, cada vez más show vip y menos rito, cada vez más élite y menos pueblo, cada vez a precios más inalcanzables. ¿Y…?

sábado, 10 de marzo de 2018

¿NO MÁS INMOVILISMO? - VIÑETA 245

Viñeta 244

¿No más inmovilismo?
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 6 de marzo 2018

Bogotá, enero 27 2018. Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
Declina la temporada por América y despunta por Europa. En los dominios del toro no se oculta el sol, podríamos aun parafrasear a D. Carlos I. Pero quizá debamos decir, con menos prosopopeya y más realismo que si por acá llueve por allá no escampa.

El aguacero de orejas, digo. A lado y lado del mar los presidentes de corridas amenazan caerse de sus palcos flameando pañuelos regalones. A veces, primero que todos. ¿Qué les pasa? ¿Moda, política, pandemia?

¿Acaso una ola global de incultura taurina? No puede ser, ahí están los reglamentos que les exigen valorar siempre la faena completa, sus tres tercios y en especial la suerte suprema antes que sumarse gregariamente a los momentáneos caprichos de los públicos. O peor, madrugarles, confundiéndolos e incitándolos a error con premiaciones inconsistentes, para consumo publicitario.

Que toro minusválido, que brega caótica, que fuera de cacho, que trapo enganchado, que desarme, que pinchazo, que acero descolocado, que gazpacho... Nada importa. Lo que importa son las orejas en el titular, entre más mejor.

Sin embargo, aunque sus señorías actúen con buenas intenciones; amor al espectáculo y deseo de “salvarlo”, me parece que van por mal camino. Sí, porque al someter el rito al negocio, se obligan más a vender que a juzgar. A obedecer la norma mercantil; “el cliente siempre tiene la razón”. A no contrariarlo, a servirle lo que pida; orejas, rabos y hasta los principios para que sienta que valió pagar y vuelva.

Adular al consumidor. Si no quiere la fiesta como es ofrecerle otra. Estar abiertos a transformarla según el mercado (tiempos que corren), toro, liturgia, puyas, banderillas, espada, premios.... ¡Recordemos el peto! ¡Hay que modernizar! ¡No más inmovilismo!

Y pensar que la verdad ha sostenido por siglos, que Joselito “El Gallo” vino a cortar su primera oreja en La Maestranza solo al cuarto año de alternativa (1915). ¡Bah nostalgias! Todo es toro. Tira el pañuelo Pepe, no seas protagónico. ¡Vengan más orejas!