lunes, 25 de octubre de 2021

CON LA PANTALLA HEMOS TOPADO - VIÑETA 429

 
VIÑETA 429
 
Con la pantalla hemos topado
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 25 2021
 
Las Ventas, clarines y timbales, Fotograma: Plaza Toros TV

Si hay actividad humana que haya tenido reatos para dejar entrar en ella la televisión es el toreo. Aun cuando las noticias, el arte, la ciencia, la cotidianidad íntima (reality), el sexo (véase la bimillonaria pornografía), cuando todo, todo sucedía en vivo y en directo ante las cámaras, y se podían ver como estando ahí, guerras, cataclismos, crímenes, masacres, conciertos, exposiciones, cirugías, ritos, secretos vergonzosos…
 
Cuando casi salpicaba la sangre a los televidentes, cuando los terremotos estremecían sus poltronas, cuando los niños morían de hambre frente a todos, cuando las lágrimas ajenas mojaban las mejillas propias, cuando los locos tiroteaban supermercados, escuelas, restaurantes.... Los hipócritas mediáticos vetaban la transmisión de corridas por “crudas y crueles”, y empresarios, ganaderos y toreros les hacían el juego negándose con virginal pudor a dejarse televisar.
 
Y era que no lo necesitaban. Las taquillas asediadas por multitudes para las cuales no alcanzaba el papel, hacían que esa plata sobrara. El negocio era tan próspero, quizá excesivo; se vendían todos los toros, todas las entradas, todos los carteles y acá y allá la clientela se abonaba de por vida. Todos ganaban. Sí señor. Es que no hace mucho, apenas en el 2008, último año en que un solo matador (El Fandi) subió a las 126 corridas toreadas. Luego vinieron en fila crisis, declive, pandemia y, claro, la necesidad...
 
Entonces, casi en artículo mortis, una empresa (Movistar) logra entrar cual rescatista para sacar la corrida del atolladero a ser mirada en escala global con todo detalle. Más íntima y ubicuamente que en la plaza. Y el tendido se amplió, virtualmente al infinito. También pagando por supuesto, lo cual puede multiplicar los ingresos en la misma proporción.  
 
Sin embargo, no ha pasado sin dudas, reticencias ni críticas. No hay que desesperar, es natural, es bueno, estimula. No hay nada perfecto, y, además, como decía Voltaire: lo perfecto es enemigo de lo bueno. Y al parecer la buena televisión llegó al ruedo para quedarse. Con ella hemos topado. Quizá sea el camino de salvación.

lunes, 18 de octubre de 2021

AL SOLDADO CONOCIDO - VIÑETA 428

 VIÑETA 428
 
Al soldado conocido
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 18 2021
Las Ventas en otoño. Fotograma: Plaza Toros TV
España, segundo año de la pandemia, mayo. El contagio y la mortalidad arrecian, se extreman las restricciones, la economía en baja y la infelicidad aumenta. 
 
Unos más, otros menos, todos sufren. También la fiesta, que debilitada desde mucho antes de ser arrollada por la peste, apenas sobrevive. Sus  grandes ferias canceladas; Valencia, Castellón, Sevilla, Ventas… y se prevé qué tampoco reabrirán, Pamplona, Bilbao, Logroño, Santander, Zaragoza… 
 
Las estadísticas por el suelo. Las ganaderías entre pérdidas y amenazas de cierre. Toros al matadero (sueño de animalistas píos). Los toreros de toda categoría en cese. El toreo batiéndose por su vida en ruedos menores, en humildes gestas, en pequeñas glorias. Enrique Ponce, que tenaz había liderado la resistencia en el infame 2020, abandona intempestivamente, sumándose a otros connotados, que quizá esperando mejores vientos contemplaban la debacle desde sus refugios cuarentenarios.
 
Empresarios menores arriesgan. De pronto, Carabanchel monta un San Isidro atípico, periférico, sucedáneo del abortado venteño. Brillan retadores: Roca Rey, Emilio de Justo, Juan Ortega. Finito, decano de los espadas activos, toma la suya y arrima el hombro. Le siguen otros que no se duelen; El Juli, Manzanares, Ferrera, Luque, Perera… van donde no iban, hacen lo que no hacían. Es que no hay de otra, es lo suyo, su modus vivendi, lo que pende del hilo de su esfuerzo. La feligresía, que sigue ahí, asoma como le permiten los minimizados aforos. Se lucha por separado. Se. adelantan novilleros bizarros, Rufo, Perera, Fonseca…
 
La Maestranza se aventura con un San Miguel, al que luego su empresario llamará “histórico”. Simón Casas reabre Las Ventas para un Otoño no menos trascendente y confiesa: “esto solo ha sido posible gracias a que toreros y ganaderos rebajaron sus honorarios”, y sobre todo, claro, (ha debido decirlo) a la afición que también padece y carece, pero como siempre pone su diezmo. No solo en la taquilla, también en la televisión de pago, providencial salvavidas, quizá  definitivo si se la valorara inteligentemente.
 
Quién lo hubiese creído, llega octubre, concluye la  temporada, y el balance sorprende. Se toreó más que en el 2019, cuando no había pandemia. ¡Increíble! Los toreros apretaron la competencia, las figuras aceptaron hierros y pisaron cosos modestos, pese a que menudeó el cinqueño y escaseó la concurrencia. ¿Una revolución? ¿Un retorno? Qué importa. Sucedió.
 
Y ahora, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) anuncia que para marzo la pesadilla cesará o se hará endemia y de cualquier manera tendremos una “nueva normalidad”, con o sin el virus ¿Qué?
 
Quizá lo primero, sería recordar a quienes pusieron el pecho en el fragor de una batalla que se creyó perdida, y tener la decencia de agradecerlo. Y sí es que no se pudiese a uno por uno, al menos al que como el soldado desconocido los represente a todos. 
 
No importa que sea conocido y que sus hechos hayan quedado bien a la vista en el medio centenar de corridas que libró superándose a sí mismo, expandiendo su tauromaquia y yendo más allá de su deber. José Antonio Morante de la Puebla, creo.
 
 
 

lunes, 11 de octubre de 2021

EL TORERO BONITO - VIÑETA 427

 
VIÑETA 427
 
El torero bonito
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 11 2021 
«Torero». Pablo Picasso, 1970 (Óleo sobre lienzo). Fragmento cartel, RMR

Por allá, en un mayo lejano de cuyo año no puedo acordarme, le oí a un empresario de Cañaveralejo, uno de los más exitosos: “Ahora me voy a España y contrato tres o cuatro toreros bien bonitos pa reventar esta plaza. Lo decía jocosamente, pero lo sabía cierto, y lo hacía.
 
“Torero apuesto hace paseíllo con una oreja en la chaquetilla” y Vende. Pero no son solo los toreros, ni quienes como ellos tienen por oficio la exhibición propia; modelos, actores, artistas, mediáticos…, los que disfrutan esa ventaja o sufren ese hándicap. No, todos. El patrón estético social es ley de gravedad humana. La fiesta no es para feos, canta un viejo son cubano…
 
Fuerza biológica, gregaria, universal, que como instinto actúa independiente de la voluntad y la consciencia. Se ha comprobado estadísticamente, artísticamente, científicamente... Los jurados escolares, judiciales, laborales van más inclinados a favor de los estudiantes, reos, aspirantes atractivos. Y qué decir de las masas compradoras. Si lo sabrán los publicistas, mercaderistas y profesionales de la imagen. Sobra ver los anuncios que incitan a comprar hasta lo que no se necesita.
 
No es asunto baladí. La belleza física de una mujer causó hace unos treinta siglos la guerra más famosa de la historia. La industria cosmética (del encanto personal), sin contar la cirugía plástica, es casi tan poderosa como la militar, la psicotrópica (incluido el alcohol) o la petrolera. Según los analistas globales de mercado, superó en 2017 los 530.000 millones dé dólares en ventas y estiman que para 2023 alcanzará los 800.000.
 
Pero volviendo a la plaza, la predispuesta simpatía del público, que también puede ser inducida en otra infinidad de formas, no basta. Luego salta el toro, pone a cada cual en su sitio. E igual que a los estudiantes, reos y aspirantes carismáticos, les conviene también ser inteligentes, inocentes o aptos, al torero bonito, más le vale, torear bien, emotivamente.
 
Agustín Lara llamó al poco agraciado Silverio Pérez “tormento de las mujeres”, en su famoso pasodoble, y no fue mera licencia poética. Él, aficionado que no cambiaba por un trono su barrera de sol, sabía porqué lo decía, como quizá lo hubiese podido decir también del “Divino calvo”, Belmonte, Manolete y otros “toreros, torerazos” que, no fueron caritas de salir al ruedo con una oreja en la chaquetilla, pero sedujeron sus épocas y siguen haciéndolo. El buen toreo embellece.

lunes, 4 de octubre de 2021

TORO Y CIRCUNSTANCIA - VIÑETA 426

 
VIÑETA 426
 
Toro y circunstancia
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 4 2021
“Farolero” 5º en Las Ventas, octubre 2. Foto (fragmento): Andrew Moore, deltoroalinfinito
 
Eran por ahí las ocho en Las Ventas el sábado, cuando salió al ruedo “Farolero”, el quinto. Castaño requemado, medio careto, adulto, casi, casi en sus seis años, hondo, cuajado, con 623 kilos a cuestas, bien puesto de pitones. Lo que llaman serio de verdad.
 
“¡Uf! Un despropósito”. Bueno, quizá no lo escuchamos, pero como si lo hubiéramos hecho de tanto como nos lo dicen cada que vemos un toro así. El reflejo condicionado es inevitable. Lo saludó una ovación. Madrid guarda ese arcáico criterio de que el toreo es con toro.
 
Ya lo habíamos marcado, acá y allá, en la información previa…, datos, fotos y videos del sorteo (bendita tecnología). Y todos lo esperábamos, los presenciales, que habían obligado el cartel de “No hay billetes” en la taquilla, y los virtuales del resto del mundo en la estupenda transmisión de Movistar (que también pagamos), con la ventaja de que nunca se nos acaba la boletería, para esta localidad ubicua, mágica, privilegiada, que ve y oye todo desde la poltrona de la casa. Unos deseando que también fuera bravo y otros, tal vez, que pegara el petardo para refrendarse y sacar pecho.
 
No se prodigó en el primer tercio, donde se mostró algo disperso e indócil. Fue de largo tres veces al caballo empujando sin mucho celó inicial y luego apremió los banderilleros. Pero apenas asomar la muleta y atacó fiero los nueve doblones genuflexos por bajo y los dos de pecho. Descarga de alto voltaje que conectó la plaza echando chispas.
 
Y a más repitiéndose grande, sin desmayo en las ocho tandas por uno y otro pitón y en sus broches. Exigiendo, apretando y advirtiendo que cobraría caro cualquier falta de firmeza. Emilio de Justo respondió. Plantado en jurisdicción, expuesto, veraz, oponiendo pasión a la bravura, aguantando la posición. El tendido rugía en sostenido cuando con la misma codicia del principió acometió las cuatro derechas sin ayuda, las cuatro trincheras abajo, la cita para el honorable volapié, la estocada total y la muerte en los medios. Muriendo como lo que fue.
 
Al clamor de ¡Torero! ¡Torero! siguió el de vuelta al ruedo para el arrastre. No se le concedió, pero la ovación para los restos fue atronadora. Momento cumbre de una temporada histórica en la cual ganaderos, toreros, empresarios, aficionados, medios… han plantado cara a la adversidad y no solo la han lidiado, sino que forzados por las circunstancias han tratado de purgar los ventajismos, imposturas y melindres que antes de la pandemia ya tenían grave la fiesta. El garcigrande “Farolero”, número 90, explicó todo eso en veinte minutos, y sin decir una palabra… para quien pudiera interesar.