miércoles, 19 de diciembre de 2018

FISIOTAUROLOGÍA - LO KITSCH EN EL TOREO XX - VIÑETA 283

Viñeta 283

Fisiotaurología
*Lo Kitsch en el toreo XX*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 18 de 2018

Molinete invertido. Pintura Diego Ramos
Igual que otras actividades, el toreo es en mucho una conjunción de automatismos. Toro, torero y espectador, reaccionan en la suerte, involuntaria, subconsciente y espontáneamente. No se lo piensan. No hay tiempo. Embestir, encarar, jalear, son respuestas, reflejas.

Es biológico, evolutivo, estamos hechos así, humanos y toros. ¿Frente a frente? ¡Peligro! La fisiología nos alista de inmediato para una de dos opciones; huir o combatir. Viene con los genes, la descarga de adrenalina dispara el sistema. El estado de alerta orgánica general. Cerebro, sentidos, piel, vísceras, pulmones, corazón. Más oxígeno y sangre a los músculos para la acción y menos a la superficie para minimizar pérdidas. Cuando es intenso todo queda supeditado. El juicio también. No es electivo.

—¿Qué será esto? Me preguntaba cuando volvía en mí y veía la gente— contó Curro Romero hace unos días.

La vida es la lucha por la vida. Y la tauromaquia, rito cultural-histórico, alegoriza esa fatalidad universal; ser, estar, bregar, morir… pero en clave humana, con un código ético-estético. El toro (la naturaleza) defiende su territorio, el hombre trata de ganarlo y el coro (público) vigila el juego.  

La huida, la impostura, la complicidad, son mansedumbre, cobardía, fealdad. La corrida es drama real, darwiniano, romántico… nietzcheano si se quiere, (que no hitleriano, como alegan lecturas equívocas del Zaratustra de Sils María).

Una representación ceremonial, una catarsis de como todavía podemos justificar nuestra existencia, nuestro lugar, nuestro derecho natural. Recordando que sí, que somos animales y como tales competimos a muerte con las otras especies. Pero, aunque estemos condenados a ello, también somos capaces de hacerlo dignamente, sin traición, ventaja, ni alevosía. Incluso con belleza, dando la oportunidad, cara a cara, y honrando al otro (la naturaleza).

Estos automatismos taurinos no son genéticos, claro, son culturales, viejas liturgias. Herencia de tiempos más ecológicos, ajenos a la cultura narcisista, globalizada y borracha de tecnología destructiva que hoy quiere sepultarlos. Y reemplazarlos por los del matar masivo, consumista, impune, con indefensión, sorpresa y superioridad grotesca. Por los del depredar así toda la biología, el planeta y sus alrededores.

Bueno, es el nuevo concepto de lo humano demasiado inhumano, para cuya “racionalidad” el culto del toreo resulta intolerable, anacrónico, bárbaro y debería desaparecer ¡Ya!

miércoles, 12 de diciembre de 2018

MEDELLÍN ESQUELA MORTUORIA - LO KITSCH EN EL TOREO XIX - VIÑETA 282

Viñeta 282

Medellín esquela mortuoria
*Lo Kitsch en el toreo XIX*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 11 de 2018
  

Medellín “Centro de Espectáculos Macarena”. Paseíllo 14 de febrero de 2015. Foto: J. A. Díaz
Como la muerte de Santiago Nasar, la de las corridas en Medellín estaba cantada. Lo sabían todos, pero nadie la pudo impedir. La venta del “Centro de espectáculos Macarena”, (que no plaza de toros desde hace quince años), y el aborto tardío de la temporada inminente, no fueron la causa, solo el estertor final.

Ahora me resulta imposible no volver al sábado 22 de febrero del 2003. César Rincón, Manuel Caballero y Pepe Manrique acababan de lidiar, sin pena ni gloría, toros de Las Ventas. Yo iba para la corrida del otro día en Bogotá y junto a la Puerta de San Juan, di con premura dos adioses muy tristes. Primero, a esa plaza de mi juventud pues pronto comenzaría su demolición, y luego al viejo aficionado Reinaldo Wolff, habitual en ella desde su inauguración. Fiel, estuvo de la primera a la última. Pagando siempre.

Mañana me hospitalizan —dijo. Nos abrazamos con la certeza de que no nos volveríamos a ver. Y así fue, murieron ambos de una. En medio del alborozo insultante con que muchos cantamañanas “taurinos” promocionaban oficiosamente la destrucción de la querida, la histórica Macarena y su reemplazo por el esnobista, disfuncional y lúgubre recinto; donde a media luz, aislada entre indiferentes autopistas de alta velocidad, agonizó la fiesta tres lustros.

Vida artificial, años agregados, aguantados por el terco empeño del empresario Santiago Tobón y la lealtad de los pocos de siempre, hijos, nietos y sobrinos de Reinaldo entre ellos. Los demás abandonaron un espectáculo exclusivista, que al final se atrincheró a precios muy altos en la parte más baja del tendido. Negándose a popularizar el costo de las entrada y readmitir al pueblo.

La hostilidad de los antitaurinos a todo nivel sumó. Desde los agresores callejeros hasta los políticos regionales que transfiguraron el templo y apretaron el cerco. Pasando por los puristas iracundos, quienes a cambio de cerrar filas en defensa, reforzaban el asedio desacreditando (muchas veces con razones) el rito e invitando al ausentismo.

Complicación de males, a la cual esta paciente afición sostenida solo por su fe (más qué cultura taurina) ya no podía resistir. Hasta la fecha de cancelación solo había comprado trescientos abonos...

Para qué buscar culpables ahora. Para qué, sí al señalarlos en vez de repudio ganarían parabienes y quizás algunos treinta monedas… sin que tuviesen la decencia de ahorcarse después.

CHIPICHAPE - LO KITSCH EN EL TOREO XVIII - VIÑETA 281

Viñeta 281

Chipichape
*Lo Kitsch en el toreo XVIII*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 4 de 2018
Foto: J. A. Díaz
 A veces camino con Ruby algunas cuadras desde mi casa hacia el sur por la sexta y cruzo, siempre con algo de nostalgia, bajo el puente ferroviario de Chipichape. Ya solo un vestigio inútil.

Rezago de lo que fue una olvidada epopeya comarcal. Esa de conectar la entonces aldeana Cali con el mundo, a través del puerto de Buenaventura y el Canal de Panamá, qué se abrió, como por compromiso, pocos meses antes de arribar aquí el primer tren del Pacífico.

Más de cuatro décadas y una desproporción de vidas y dinero tomó construir entre siglos XIX y XX aquella carrilera de 174 kilómetros a través de selva inhóspita, inestables abismos, crecientes arrasadoras, cuatro guerras civiles, contratos leoninos e intrincados laberintos burocráticos.

Esfuerzo enorme, desechado solo cincuenta y siete años después de servirnos, traernos y llevarnos tantas cosas; cuando el país entero, así como así, renunció al ferrocarril y abandonó en todo el territorio nacional su infraestructura. Lo estamos pagando caro.

Ya no pasan por aquí, arriba de transeúntes y carros, las locomotoras hacia su base, convertida hoy en “mall”. Sus apoyos, ahora tableros de grafitis, cartelera gratuita, y orinal de ocasión reciben a diario el renal homenaje ciudadano.

Allí mismo, el otro día, unos avisos de papel en fondo rojo, pegados sobre los jirones de otros muchos me sorprendieron, casi tanto como si de pronto un tren a toda marcha hubiese surgido del pasado. Es que anunciaban los toreros para la feria. No eran los tradicionales carteles con coloridos motivos taurinos a escala natural que antaño alegraban calles y parques, invitando irresistiblemente a una plaza epicentro de las fiestas.

Foto: J. A. Díaz
No. Simplemente avisos murales ordinarios, nada más. Pero me parecieron una resurrección. Hacía tanto que no los veía, tanto que las corridas habían renunciado vergonzantemente a su presencia callejera, tanto que no hacían parte del paisaje urbano, tanto que no compartían la cotidianidad de la ciudad que conmovido me detuve largamente frente a ellos.

Ayer volví a pasar, y ya no estaban. Busqué la vieja locomotora de carbón que como reliquia heroica permanecía sobre la avenida, y tampoco estaba. Los unos habían desaparecido bajo muchos de cantinas, discotecas y música “salsa” (monocultura oficial del municipio). La otra, vi después, había sido trasladada como gancho de ventas al interior del centro comercial.

jueves, 29 de noviembre de 2018

ELEGANCIA - LO KITSCH EN EL TOREO XVII - VIÑETA 280

Viñeta 280

Elegancia
*Lo Kitsch en el toreo XVII*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 27 de 2018

  
 Aguafuerte de Goya, fragmento: Museo de El Prado
Entre las imágenes de tauromaquia que mi memoria repasa por su cuenta, la del “diestrísimo estudiante de Falces”, embozado, quebrando el viaje al toro, es la más recurrente.

Tal vez nunca sucedió. Quizá sí. De pronto, durante los sanfermines en Pamplona 1744. Los más exitosos, recordados y bien pagados del ilustrado torero Bernardo Alcalde Merino, dicen. Setenta y un años antes de que Goya lo perennizase. De haber sido así no la presenció el pintor. Nació dos años después. Debió llegarle de oídas, verla en otro lidiador, o imaginarla por completo.   

No importa, es arte, y desde antes o después existe dicha suerte. Se ha imitado, modificado y sofisticado. No pocos la creen, con razones, un antecedente de la Chicuelina (1924).

La he visitado y revisitado en El Prado, (su residencia), y ojeado y reojeado en impresos e internet, y tratado de vislumbrar en el ruedo. Me resulta insoslayable. Más que por la pericia del grabado, el genio del autor y el valor fetiche de la obra, porque me impone una definición consoladora.

Gracia, parquedad, eficacia, en la solución de lo difícil. Pues como decía Cúchares“de todas las suertes del toreo la más importante es que no le coja a uno el toro”.

El destino, la inminencia de lo trágico afrontada serena, desparpajada y dignamente; con movimiento mínimo, actitud erguida, sin ventaja ni espanto. El mayor poder, la fuerza brutal y la intención homicida controlados con sutileza. Está todo ahí. Simple, como una respuesta feliz, congruente como una rima, sobrio y exacto como un teorema.

Veracidad, acierto, gallardía, en una palabra; elegancia. Condición en el arte de torear, de vivir y de morir. La historia lo agradece. SócratesJesucristo... Cayetano Sanz, “El Petronio de Arganzuela”Lagartijo, “Ninguno más elegante”. Y el mexicano Gaona; “torero de verdadera elegancia” según Cossío.

Lo justo requisito de lo bello, lo bello requisito de lo artístico, lo artístico requisito de lo humano. Lo demás es Kitsch

martes, 20 de noviembre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XVI - CAMABALACHE - VIÑETA 279

Viñeta 279

Cambalache
*Lo Kitsch en el toreo XVI*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 20 de 2018
  

Toro. Foto: Camilo Díaz, www.cronicatoro.com
La otrora pujante feria de Quito ha quedado en dos festivales y una corrida nacional mixta. Sin suerte suprema y sin menores de 18 años. En la pequeña plaza Belmonte. Cuya máxima capacidad alberga menos de la quinta parte de los 16.000 espectadores que copaban la tradicional y abandonada Iñaquito.

Cómo recuerdo su inauguración pomposa en 1960 por Luis Miguel Dominguín, Pepe Cáceres y Manolo Segura. Un referendo antitaurino, jalonado por el expresidente Correa, derrotado en todo el país, impuso con estrecho margen la prohibición en la capital y la condenó. Así estamos. No se puede criticar a quiénes con sus libertades amputadas, tratan de mantener el culto simbólicamente.

Por el contrario, solidaridad, siempre y cuando no pierdan de vista el forzado carácter alegórico del intento, ni la condición de catacumba que asume su escenario, el cual lleva para mayor compromiso un apellido prócer. El próximo 3 de diciembre se anuncia otra marcha libertaria, que seguramente también tratarán de ignorar.

Los viejos aficionados nos miramos en la vidriera de los acontecimientos cotidianos, y el reflejo vuelve cada vez más anacrónico y escéptico. Problema nuestro, claro. El mundo es como es, distinto siempre al desaparecido del que venimos.

Que quizá tampoco fue mejor. Pero entonces creímos con la ilusión, el vigor y el plazo indefinido de la juventud poder hacerlo mejor. Fue nuestro turno. Aquella explosión de la fiesta en los sesenta, que le abrió cinco décadas de opulencia. Luego vino la implosión, asolando ferias, plazas, ganaderías, principios…  y entonces comenzamos a refunfuñar y a ser insoportables para el esnobismo intonso que atosiga con su... ¡Son tiempos nuevos! ¡Paso a la moda! ¡Sube o apártate que arrollamos!

¿Subir? ¿Apartarse? Los valores advenedizos no dan lado ni tregua. Obligan, o aguantar en las viejas verdades, las que prevalecieron sobre todas las crisis, o vivir lo que nos queda como advirtió Discépolo:

Revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados...

martes, 13 de noviembre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XV - CONSEJOS A LA DIOSA - VIÑETA 278

Viñeta 275

Consejos a la diosa
*Lo Kitsch en el toreo XV*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 13 de 2018
  

Foto: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Spain.Barcelona.Plaza.Catalunya

Unas notas del querido Paco Tijerina, publicadas desde Monterrey en Facebook, reproduciendo páginas de Conchita Cintrón, me han devuelto a su recuerdo. Virtual, no real, claro. Jamás la vi torear, se retiró cuando yo cumplía 5 años.

Sin embargo, su imagen me aparece ya desde aquel tiempo, en fragmentadas historias de mi padre, relatos de aficionados, impresos, películas y ahora Internet. Década tras década el retrato en lugar de amarillear y difuminarse ha ganado definición.

Pasó “La Diosa Rubia” por Bogotá siete tardes continuas de 1944, “Temporada Cintrón”, dejando una estela embobada entre la joven intelectualidad cachaca. Cuyos afectados, transidos de platónica pasión dieron en llamarse “Los Conchitos”. La encabezaban Hernando Santos y el, en infame hora asesinado, Guillermo Cano. Directores que fueron, a su vez, de los diarios más importantes de Colombia. El Tiempo y El Espectador, los cuales, bajo su mando se convirtieron por el resto del siglo en fervientes tribunas de la fiesta.

Tres rasgos avivan más la figura. Primero, el juvenil encanto que arrobó los públicos de América y Europa. Segundo, lo torera. Y tercero, uno que no pudo ser intuido por lo ocupantes de plazas en su época, cuando alternaba con Juan Belmonte, Domingo Ortega, Chicuelo, Cagancho, Pepín Martín Vázquez, Antonio Bienvenida…, entre otros.

Me refiero a la gracia literaria, que afloró tras el retiro (1950) en columnas de periódicos (El Excelsior de México, El Comercio de Lima), revistas y libros. Como aquel agotado y ahora presa de bibliófilos “¿Por qué vuelven los toreros?” citado por Paco.

Destellos de clásica picaresca iluminan con realismo las memorias de la “diosa”.

“Nada de arrimarse… cosas bonitas de lejos… eso de exponerse p´al gato… de aquí hay que llevarse el dinero, tomar posición… y con la música a otra parte…”
Confiesa que le repetía “Litri”, el banderillero, mientras con su rudo cortejo, recorría España por aquellas martirizadas carreteras de posguerra.

Habría que reeditarla ¿Cierto?

lunes, 12 de noviembre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XIV - POR LOS VIEJOS TOREROS - VIÑETA 277

Viñeta 277

Por los viejos toreros
*Lo Kitsch en el toreo (XIV)*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 6 de 2018

Tumba de Joselito. Foto: Anual, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Entierro_joselito.jpg
Oír que hoy se torea mejor que antes, puede hacer pensar que hoy se dicen más tonterías que antes. ¿Acaso es mejor el arte actual que el pasado; música, pintura, escultura, teatro, poesía, arquitectura?

¿Mejor Bernstein que Mozart? ¿Mejor Barceló que el cavernario pintor de Altamira? ¿Mejor la gorda de Botero que la Venus de Milo? ¿Mejores las telenovelas que las tragedias de Shakespeare, Sófocles o Esquilo? ¿No sigue siendo El Partenón con sus 2.500 años el edificio más copiado de la historia?

La obra de arte es un hecho estético, tripié; creador, creación y observador(es). Construcción social cuya importancia y longevidad están dadas por el impacto que causa en la cultura (intemporalmente) y la duración de sus materiales; piedra, lienzo, papel...

Pero la del toreo es etérea y efímera. Su materia, “la suerte”, volátil. Y su lenguaje intraducible a otras artes. La fotografía, el cine, la televisión, han intentado capturarla sin lograr más que naturalezas muertas.

Las cuales inducen a parangones deportivos anacrónicos, como que ahora y en cantidad industrial, se para, se templa, se manda, se liga más que antes y por tanto, se permanece más junto al toro. Resultando que los toreros continúan siendo cogidos y hasta muriendo, pese a la refinada técnica, la muy cultivada obediencia del animal y los grandes avances quirúrgicos. Cómo negarlo.

¿Pero eso es torear mejor? ¿Mejor qué haber creado belleza con la vieja fiera, cautivado el inclemente viejo público y acotado la historia? ¿Cuándo, un rasguño podía significar la gangrena o el tétanos, una herida el desangramiento y el tamaño del ruedo, la ausencia de burladeros, estribos, petos, ayudados, daba más ventajas al toro?

¿Esas dificultades épicas que cimentaron la leyenda de la cual sigue viviendo la fiesta, no son las que vuelven a conmover hoy cuando se intuyen sobre la arena? ¿Esa vieja verdad, no es la que siempre alumbró el arte y lo mantiene? Honor a los viejos toreros.

miércoles, 31 de octubre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO XIII - POR QUÉ TOREAN LOS TOREROS - VIÑETA 276

Viñeta 276

Por qué torean los toreros
*Lo Kitsch en el toreo (XIII)*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 30 de 2018

Padilla se despide de Pamplona, julio 13 de 2018
Ahora que una nube de abandonos notables ensombrece la fiesta; Fandiño, Rivera, Pizarro, Aguilar, Abellán, Talavante, Bautista, Padilla, El Conde, El Cid, El Cordobés… Cual más cual menos, cruzados a cornadas. Quizá la pregunta no sea, por qué se retiran, sino por qué torean los toreros.

De la primera cada quien dio respuesta en su momento. De la segunda... ¿Por qué tan pronto jugaron a esa baza incierta todo; infancia, juventud, la vida entera? ¿Por qué se negaron otros caminos? ¿No tuvieron elección?

¿Qué Fue? ¿Arrojo, necesidad, codicia, jactancia, desespero, vocación? ¿Qué perseguían? ¿Riesgo, aventura, dinero, fama, poder, gloria? O todo eso iba implícito, en el estribillo que rezaban de novicios; “llegar a ser alguien”. Hacerse un sitio en el imaginario colectivo, que lo demás vendría por añadidura. Trascender.

Parcialmente, por supuesto, el mundo de los toros no es todo el mundo. Y también temporalmente, nadie es eterno. La inmortalidad, metáfora de revisteros, es apenas ocupar la memoria cultural un tiempo. ¿Cuánto? Una feria, una temporada, un lustro, una época. O como Pepe Hillo, Joselito, Manolete… la historia. 

Que no muestra fecha de caducidad, pero la tiene. Algún día termina. ¿La de cuantos pueblos ha desaparecido, sin rastro, mitos y todo? Mientras tanto, significar algo para muchos, parece valer el cueste lo que cueste del toreo.

Ese arte fugaz, donde se es a la vez artista y obra; imagen, gesto, movimiento, pausa, drama. Signo y significado, (según Sassure, padre de la semiología, que no necesitó ver jamás una corrida, para regalarnos esas claves).


Al final, el público, el significante (Sassure otra vez), es el que interpreta, juzga y abre o cierra la puerta de las ilusiones. Cuando este ser multicéfalo no se entrega rendido por sus condicionamientos biológicos y culturales, el fracaso es del tamaño de la apuesta. Pero eso mismo, es lo que lo hace tan humano y digno como el triunfo. Se torea por torear, como se vive por vivir, lo demás es aleatorio.

LO KITSCH EN EL TOREO (XII) LA TRAGEDIA PROFUNDA - VIÑETA 275

Viñeta 275

Lo kitsch en el toreo (XII)
*La tragedia profunda*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 23 de 2018

Iván Fandiño cogido en Cali el 30 de diciembre de 2013. Foto: Camilo Díaz, www.cronicatoro.com
La corrida es una tragedia. Y no solo porque concurran en ella la muerte real y posible. Ni por el sobrecogimiento que causa en el espectador. Ni porque lo hayan escrito Unamuno, Hemingway, García Lorca y… lo hayan repetido tantos.

Lo es más en el sentido griego clásico, “tragoedia”, fiesta ritual de sacrificio. “Es bien sabido que la tragedia griega se originó en una ceremonia religiosa (dionisíaca) durante la cual se mataba y se comía un toro”, cita William H. Desmonde en su ensayo, “La corrida de toros como ritual religioso”.

Ambas, corrida y tragedia, oficiadas en un anfiteatro, con ruedo, gradas, música, protagonistas y coro (público coprotagónico). Recreando dramáticamente la verdad existencial del hombre; sometido siempre a fuerzas que lo desbordan hasta su ineludible final. Eso es, lo dijo a su manera Juan Belmonte; “hacemos con un toro en veinte minutos lo que hace la vida con nosotros.”

Y lo analizó Freud: “¿por qué tenía que sufrir el héroe de la tragedia (griega)…? tenía que sufrir porque era el padre perenne... y la culpa trágica es la que tenía que cargar para librar de la suya a los del coro”.

La catarsis, que definió Aristóteles 2.400 años antes, refiriéndose a lo mismo. Depurar, purgar, liberar, mediante la muerte del animal sagrado y el estremecimiento por la reiteración del drama humano. Por ver que los héroes también padecen, fracasan y mueren.

El significado es más hondo de lo que alcanza el resuello de los antitaurinos. A eso aludió Pedro Romero de Solís, director de la revista Estudios taurinos, en su conversación con Santiago Belausteguigoitia, para El País de Madrid en marzo del 2004; "La corrida de toros es quizás la forma más alta de cultura popular".

Bueno, si no la más alta, sí la más profunda, digo yo.

martes, 16 de octubre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO (XI) EL INVICTO - VIÑETA 274

Viñeta 274

Lo kitsch en el toreo (XI)
*El invicto*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 16 de 2018

Ernest Hemingway 
Entre los buenos cuentos de Hemingway, que contra el peso de sus novelas “best seller” siempre lo reflotarán en el mar de la literatura, uno en particular campea; El invicto.

Relato toreo, tiene como argumento una convicción, puntal de toda su obra, su vida, su muerte y su comunión con el culto taurino; el éxito es banal, el honor no.

Ninguna gloria es gloriosa, ninguna eterna. El aplauso es vano, la idolatría vulgar, el “sitio en la historia” un convenio social. Solo el propio respeto vale. Solo merecerlo, hasta la muerte, justifica la existencia.

Sus personajes son así, modestos por fuera, soberbios por dentro, héroes íntimos. Nick Adams “En nuestro tiempo”, Frederick Henry “Adiós a las armas”, Jake Barnes “Fiesta”, Robert Jordan “Por quién doblan las campanas”, Harry Morgan “Tener y no tener”, Santiago “El Viejo y el mar”… y él en su frase final de suicida premeditado: “Así es como he vivido y así es como debo vivir o no vivir”.

Manuel García (homenaje al desgraciado “Maera”)  “El invicto”, novillero viejo, pobre, con un hermano muerto en el ruedo, busca terco una corrida más. Zurito, su amigo, le implora el retiro, no le cree. Retana el empresario tampoco.

—No irá nadie— alega
—Tal vez la gente vaya para ver como muero—contesta.

Ante la promesa le da una nocturna, semibufa.
—Con cualquier porquería que haya en los corrales.

Manuel vuelve a enfrentar sus miedos. Cuando acaricia el triunfo y oye los oles, aparecen de nuevo sus limitaciones, el fracaso, el escarnio y fatalmente la cornada. Herido, insiste contra las befas y los almohadillazos, una y otra vez, hasta matar el toro —¡Habéis visto hijos de perra!— exclama mientras tose y le llevan a la enfermería.

No hay nada noble en ser superior al prójimo, la verdadera nobleza es ser superior a tu yo interior”. Credo vital que Hemingway celebró en las corridas y predicó en el papel.

martes, 9 de octubre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO (X) DÍA DE LA TAUROMAQUIA - VIÑETA 273

Viñeta 273

Lo kitsch en el toreo (X)
*Día de la tauromaquia*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 9 de 2018

Fortes Foto: www.las-ventas.com
Hoy es “Día de la Tauromaquia”, según la Fundación Toro de Lidia. Entidad española de ámbito internacional; privada, sin ánimo de lucro, formada y financiada por profesionales, con objeto de promoción y defensa del toreo. Me declaro simpatizante.

Planteamos cambiar la cultura occidental”, advirtió su presidente Victorino Martín. Bueno, quizá no sea necesario ni posible tanto. Pero pensando que las buenas causas nunca consiguen todo, la utopía vale como rumbo de aproximación. La religión, el arte, la política, la moral siempre nos han empujado tras ella, poniéndonos ahora quizá menos lejos que cuando empezamos. En algunos casos, digo. Hay que ver las noticias cotidianas. Dan ganas de volver.

En fin, la celebración del día es en la plaza de Valencia (E), dos festejos. Por la mañana, recortadores con toros, por la tarde matadores con novillos de festival. Ambos encierros de ganaderías famosas, pero de opuesta prosapia. Dura una, blanda otra, por usar la clasificación popular. Antonio Lorca, crítico inclemente, clama ofendido: “Un contrasentido impresentable…” y se viene con todo (El País, Madrid 7 X 2018).

Le sobran razones. Las comparto. La cosa no es simbólica, es sintomática. Pero hay que ponernos en contexto. Es un acto promocional. ¿Y cómo más podría contarse con las figuras-gancho, si aún así hubo ya tres notables deserciones? La fiesta es imperfecta como la vida, y hay que partir de su realidad para trabajar y mejorar.

--“Nos enfrentamos a una manera de entender el mundo” --señala Victorino. Cierto. Y yo creo que hay dos opciones de hacerlo. Primera, resignarse como quincalleros a que cuando la clientela es Kitsch, la mercancía también debe serlo. Segunda, continuar por el duro camino de la verdad, que tiene su propia clientela y se vende por sí misma, canon de utópicos. La una podría salvar el negocio, la otra rito y negocio.  

Con realismo y tenacidad, claro. ¡Perfección o muerte! Suena heroico, pero suicida. ¡Ojo!

lunes, 8 de octubre de 2018

LO KITSCH EN EL TOREO (IX) ESTÉTICA DE LA MUERTE - VIÑETA 272

Viñeta 272
Lo kitsch en el toreo (IX)
*Estética de la Muerte* (A Enrique Avilán)
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 2 de 2018

Foto: Andrew Moore, http://deltoroalinfinito.blogspot.com
Tras dos volapiés de suma belleza, corta dos orejas y sale a hombros… en la Feria de Otoño”. Subtitulo de Rosario Pérez a su crónica del diario ABC, sobre la corrida el domingo pasado en Las Ventas; “Emilio de Justo, Puerta Grande en el nombre del padre”.

La estética de la muerte, celebrada, premiada, loada y destacada por la afición, la autoridad, la crítica y la prensa. En la primera plaza del mundo. En la capital de España. Qué bien. Todavía, pese a todo, el toreo sigue sacudiendo la hipocresía y la bazofia cultural que nos ahoga.

Sigue recordando con sus estremecedores tañidos, fúnebres y festivos, que la vida, esta corta caminata de la cual nadie sale vivo, es mejor transitarla con paso alegre y terminarla con estilo. “Ch’un bel morir tutta la vita onora”, cantó Petrarca desde Venecia hace 578 años.

Hay formas de vivir y de morir. Infinitas, cada quien es libre de preferir la suya, sin importar que pueda conseguirla. El esfuerzo y la intención lo valen. Por sí mismos gratifican. Vivir como un cobarde, morir como un perro. También. Son elecciones.

La corrida, con su realismo tremendo, más que otros antiguos ritos simbólicos continúa ofreciendo las propias. El animal en la suerte suprema, el hombre en cualquier suerte, pero ambos en lo suyo. El uno batiéndose, con la boca cerrada, el otro, de frente con la cara alta.

Vendimiador” y “Velosico” se llamaban los toros que honró Emilio de Justo en Madrid con sus estocadas valientes. Venía el sufrido torero cargando una cornada honda infringida ocho días antes en Mont de Marsan, por el toro que había brindado a la memoria de su padre, muerto ese mismo día. Bueno esa es la fiesta, esa es la vida, esa es la cosa para quien sea capaz de entenderla.

Paquirri, hace 34 años en la enfermería de la plaza de Pozoblanco, sabiéndose muerto, como Sócrates no se aflige, consuela su médico. Ahí está el video. No es kitsch, es verdad.

LO KITSCH EN EL TOREO (VIII) SENSIBLERÍA - VIÑETA 271

Viñeta 271

Lo kitsch en el toreo (VIII)
*Sensiblería*
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, septiembre 25 2018

Cielo de Cañaveralejo. Foto: Camilo Díaz, www.cronicatoro.com
Del sentimiento a la sensiblería se puede cruzar muy fácil. El abismo fronterizo es profundo, pero estrecho. Un empujoncito, y ya está. Otra dimensión. Pasa en el arte, pasa en la política, pasa en la calle. La publicidad y el mercadeo, han hecho de ello una ciencia y una industria ubicua.

En la corrida también, por supuesto. Arte vivo, cruento, emotivo, cuya realidad presencial golpea tan duro a veces, que no permite cerrar los ojos y decir —¡Bueno! Al fin y al cabo, es una película—

No. Ahí, donde todo acontece de verdad, como en la vida, cargar la suerte, o cargar las tintas, marca la diferencia entre lo bello y lo feo, lo sublime y lo grotesco, lo épico y lo ridículo. Tales dilemas hacen único ese drama que absorbe al público convirtiéndolo en juez y parte, inocente o cómplice.

Pero, para bien o para mal, en los días ultra comunicados y ultra comercializados que corren, el estímulo de las incidencias toreras desborda los muros de la plaza y multiplicado por los medios ejerce sus efectos sentimentales y mercantiles globalmente.

La ola informativa o desinformativa moldea lo acontecido, de acuerdo al tamaño de los intereses en juego. Se construyen y destruyen prestigios express. Con tal poder, que vemos y no creemos, pese a la simultaneidad y fidelidad de las imágenes transmitidas.

Gran parte de la corrida se vive a distancia y la mayoría está ausente. Al final, importa más lo virtual que lo real. Y en ese infinito mundo intangible que ofrece tanto lo bueno como lo malo, y lo uno por lo otro a según la ética del vendedor. El estoicismo, el sufrir, gozar y hasta morir sin aspaviento, con la boca cerrada, ya no renta. La discreción, la bizarría pierden cotización. Un arañazo es una tragedia griega, una mueca una gesta, un golletazo cuarteando no importa.

Corren tiempos más de sensiblería que de sentimiento. ¿Debemos ponernos a tono?