martes, 20 de agosto de 2019

QUÉ PASA CON CAYETANO - VIÑETA 317

Viñeta 317

Qué pasa con Cayetano
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, agosto 20 de 2019

Cayetano en Las Ventas. Foto: www.las-ventas.com

No son coincidencias. Es una campaña insoslayable, acogida con fuerza y premiada por públicos diversos. Pero ¿Acaso se la dimensiona con justicia? Leo sin suspicacia titulares, crónicas, artículos, oigo comentarios profesionales ¿y…?

Parece un estado de opinión en la prensa española. No tomarlo muy en serio, ni a él ni a quienes le aplauden. Asordinar sus éxitos, cuando no demeritarlos como problemáticos para la fiesta, insinuando que su buena fortuna se debe al infortunio de Roca Rey y/o a sus apellidos.

Qué si la técnica, qué si el haber comenzado añoso, qué si lo mediático, qué si patatín, qué si patatán. Se le crítica lo que se loa en otros, que lidian los mismos hierros fatigando la temporada sin redondear una faena, ni un triunfo, mientras ríos de tinta y saliva les abrillantan minucias, poses, detalles, “pellizcos”.

A este, por contraste, los que pagan, son los que lo están encumbrando y eso quiérase que no siempre ha valido. Ahora, con las cosas como están debería valer más. Un torero de cuna, que asume su legado y circunstancia muy en serio, que arriesga, torea y mata cómo le nace, que complace, que gusta y triunfa. ¿Cómo podría disgustar a todo el gremio informador?

Quizás la pregunta no sea, qué pasa con Cayetano sino, qué pasa con la prensa.

martes, 13 de agosto de 2019

VOLVIÓ PONCE - VIÑETA 316


Viñeta 316

Volvió Ponce
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, agosto 13 de 2019
 
Ponce en Bogotá febrero de 2019. Foto: Camilo Díaz
Fue la noticia de la semana, que volvió. No que lo hiciera en El Puerto, indultando un pastueño juanpedro y saliendo a hombros en loor de multitud. No, triunfos como ese han sido para él habituales.

La noticia es que haya vuelto. A solo cinco meses de la cogida en Valencia que le despedazó la rodilla izquierda. Con eso y cuarenta y siete años, (veintinueve de alternativa), habiéndolo ganado todo ya. Eso es lo tremendo, lo que admira y asusta.

Siete días antes de reaparecer había dicho un montón de cosas al ABC de Madrid. Entre ellas: “Emocionar con miedo es fácil, lo difícil es emocionar con belleza”. Declaración de principios que cabe para muchas artes y oficios. También, reto y proclama.

Sin duda sincero, porque lo ha sustentado en el ruedo a lo largo de toda su carrera. Si lo sabremos los que la hemos seguido y más los que tanto hemos criticado su exitoso esteticismo.

Bueno, ahora ya nos ha quitado ese argumento. Desde antes de lo de Fallas, Enrique venía toreando lesionado grave de la misma rodilla y aguantando callado, dando muchas ventajas. Luego el desastre y la incapacidad para sostenerse de pie le forzaron al quirófano. Lo demás es conocido; el preciso trabajo de Villamor y sus fisioterapistas, la recuperación veloz y el retorno temprano que no por anunciado impacta menos.

El tiempo de cicatrización interna no ha sido mucho. Con menos daños, deportistas más jóvenes y musculados que él, tardan más en reintegrarse, si es que se reintegran. Está convaleciente. Le aguardan muchos toros de media tonelada y más. Públicos que le pedirán linduras. Toma riesgos altos. Los acepta sin alardes. El miedo no es su discurso, lo desprecia, lo relega, ya lo dijo, pero ahí estará tácito tarde tras tarde.

El toreo es arte peligroso y romántico, en el que, como dijo el poeta colombiano Guillermo Valencia, bien cabe sacrificar un mundo para pulir un verso. Ponce lo asume. Valiente. Mis respetos.

martes, 6 de agosto de 2019

EL PASO Y DAYTON - VIÑETA 315

Viñeta 315

El Paso y Dayton
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, agosto 6 de 2019

Hay noticias que no se pueden soslayar. Treinta y dos muertos y cincuenta heridos en 13 horas, dejaron dos recientes masacres en Estados Unidos. Las dos últimas de veinte mal contadas durante lo que va del año en ese país (incluyen solo las que producen tres o más cadáveres).

Foto: www.bbc.com - Reuters
Por separado, dos jóvenes blancos de 19 y 21 años respectivamente, apertrechados con armamento de guerra, condujeron el uno nueve horas y el otro cinco para llegar a los concurridos puntos donde perpetrarían sus carnicerías.

Las pacíficas, desprevenidas e inermes víctimas no los vieron llegar. Estupor, dolor, horror, desconcierto y de inmediato, los ya manidos análisis, conjeturas y teorías respecto a las causas del fenómeno y lo que habría que hacer para controlarlo, si no eliminarlo.

Qué el odio, qué el racismo, qué la xenofobia, qué las armas, qué la incitación… Obviedades. Pues claro que sí, todo eso. ¿Y…?

Entre tantas opiniones, eufemismos, intereses, inculpaciones y descargos no he leído ninguno que señale un “malestar en la cultura” como diría Freud. Que diagnostique tal locura como una enfermedad social. Como un asunto, más que de seguridad nacional, de salud pública.

Pero a Freud ya casi no se le lee y menos los políticos tan interesados en el mercado electoral siempre. No es el caso de los antitaurinos quienes desde los tiempos de “El Gallo” y Eugenio Noel, no paran de acusar psicoanalíticamente a los toros como inductores de violencia y exigir su prohibición.

No han faltado (hasta ahora) sino ellos culpando las corridas de toros. Quizás porque en la mayor de las dos hecatombes, un manifiesto asume el rechazo a los inmigrantes hispanos como causa del ataque.


Pero no nos hagamos ilusiones. Ya deben andar por ahí en México, Ecuador, Colombia, Venezuela, España, Francia y Portugal, países de cultura taurina, los cazadores de votos buscando alguna razón que justifique la relación indirecta del toreo con estas bestialidades. Ya me imagino sus piadosos discursos.