miércoles, 30 de noviembre de 2016

FIDEL Y LOS TOROS - VIÑETA 178

Viñeta 178
Fidel y los toros

Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 29 de noviembre 2016

Se murió Fidel Castro y todo el mundo se ha mostrado afectado, por la noticia. En uno u otro sentido. Los medios, los gobiernos, las personas. En todos los idiomas, las primeras planas, las notas diplomáticas, los comentarios casuales.

Todos con su cristal, con su particular punto de vista expresando sentimientos, desde la pena y el llanto desgarrado hasta la euforia del baile callejero. 

Personaje insoslayable. A nadie ha dejado indiferente. Cada quien se ha sentido en la obligación de abrogarse la tarea que él muy joven, con grandilocuencia e imitando a Hitler en circunstancias parecidas, le negó a los jueces y le adjudicó a la historia; juzgarle, absolverle o condenarle. 

Cada uno en su derecho supongo, porque todos somos la historia. Sin embargo la fiesta de los toros, que también hace parte de ella, no. Ni para bien ni para mal. Fueron ajenos el “medio gallego” como se definió a sí mismo y el toreo. 

Su contacto taurino más cercano y quizá único se dio el 11 de abril de 1948 cuando por los pelos escapó de Bogotá en plena insurrección por el reciente asesinato del candidato presidencial Jorge Eliecer Gaitán. Ayudado por el cónsul cubano, se deshizo del fusil y se ocultó en un avión de carga que transportaba toros de lidia. No más.

Durante su más de medio siglo de poder en Cuba no se ocupó de reconsiderar la prohibición vigente desde que la decretara el general Ronald O. Chafee, comandante de la fuerza victoriosa en la guerra hispano-americana de 1898. 

Paradójicamente y pese a su permanente desafío a los Estados Unidos, no se manifestó ni a favor ni en contra del veto a una tradición que fue de su pueblo por casi cuatro siglos. 

La verdad, es que tampoco nadie se lo pidió. El país por donde llegó la Fiesta al nuevo continente, donde murió “Cúchares”, donde “Guerrita” recibió la cornada más grave de su vida (en el cuello) permaneció y ha permanecido sin ella, antes, durante y después de Fidel.

lunes, 28 de noviembre de 2016

ESTIGMAS - VIÑETA 177

Viñeta 177
Estigmas
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 22 de noviembre 2016

En medio del alborozo justificado por la reapertura de la Santamaría, el anuncio de la nueva temporada, y los reconocimientos a su tenaz capitán Felipe Negret, un hecho grave, denunciado por él mismo, ha pasado medio inadvertido.

A la plaza capital de Colombia (Monumento nacional), se le ha cercenado sin anestesia una parte de su capacidad. Tras las obras de los alcaldes Petro y Peñalosa, quedarán 2.226 localidades menos de las contenidas al ser cerrada en el 2012.

Pero son más, a la corrida inaugural, el 8 de febrero de 1931, entraron 15.000 personas (ver Piquero y otros), de una ciudad que por entonces tenía 300.000 habitantes. Ahora, después del quinquenio prohibido, cuando esa misma ciudad cuenta con cerca de 9.000.000 de personas, recibe su monumental con 10.372 asientos. Cuenten y comparen.

La primera plaza de Colombia cae así a ser la quinta del país en albergue total, y en proporción ni se diga, tras Cali, Manizales, Medellín y la cerrada Bucaramanga. Bogotá no podrá exhibir esta triste amputación con el orgullo patriótico con que los héroes de guerra muestran las suyas, pues no es una cicatriz gloriosa, es un estigma.

Y a propósito, el museo taurino, que también fue confiscado ¿lo destruirían? ¿será otro estigma del ataque yihadesco a la cultura? Sí, a la cultura, porque los toros son cultura, y aunque no sea la misma de quienes los anatematizan, lo son. Busquen su significado, poesía, pintura, música, narrativa, ensayo, arquitectura, artesanía, teatro, cine, danza, escultura, gastronomía, turismo, historia, museos, lenguaje… o la infinidad de conversaciones cotidianas, pues como decía el filósofo Ortega y Gasset una de las virtudes de los toros es lo mucho que dan a los hombres de qué hablar. 



Cosas cultas, humanas, herejías para iluminados como el senador bogotano Fernando Galán quien con un proyecto de ley pretende no sólo acabar con las corridas sino extirpar del vocabulario jurídico (y quizá mañana del idioma) todas las palabras taurinas. ¿Fundamentalismo, animalismo, animalada?

CALI FERIA 60 - VIÑETA 176

Viñeta 176
Cali feria 60
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 15 de noviembre 2016

Fotos: Camilo Díaz, www.cronicatoro.com
Cali se atuvo más al presente que a la historia para la contratación de toreros en su sexagésima feria. Con esa mira compró encierros de aceptación apoderada (como en todas partes) y combinó carteles, que si bien pueden ser discutibles desde cada uno de los respetables pero infinitos gustos personales, desde lo realizado en el año por sus integrantes resultan sólidos.

Las cosas como son. Entre los extranjeros destacan los cuatro más distinguidos (triunfadores) en la pasada feria madrileña de San Isidro, máximo examen; Manzanares y David Mora, únicos en desorejar un toro en el extenso serial. Junto a ellos, López Simón y Andrés Roca Rey con sus respectivas puertas grandes. Esto, para no hablar de muchas otras plazas.  

También brillan los tres primeros nombres de las estadísticas, los más contratados (por algo será), en su orden: López Simón, “El Fandi” y Castella primera figura de Francia. 

Quizá solo escape de la refrendación matemática Miguel Abellán, a quien los números no le suman pese a la entrega en sus ocho presentaciones.

No así el rejoneador Pablo Hermoso, quien, habitual de la temporada colombiana (por sus éxitos), añade al digno cuarto puesto en paseillos, la vitola de “mejor” y ser propietario de un trofeo “Señor de los Cristales”. 

Los caleños de nación y escuela encabezados por Bolívar, Perlaza, Zúñiga, y Guerrita; el bogotano Ramsés, el caldense Pardo y el paisa Castrillón, llegan bien aprobados por las temporadas nacional y peruana, ya que prácticamente no torearon este año en Europa, México ni Venezuela.

Explicable mas no perdonable, la ausencia repetida de tres hierros con clientela seria y corridas notables en sus últimas apariciones: Mondoñedo, Guachicono y Santa Bárbara. Pecado capital. A cambio, los de Caicedo, Paispamba, Achury, Gutiérrez, Salento y Ventas, que reaparece, unos más otros menos están todos justificados. Faltando claro, abrir el melón. 

Y digámonos la verdad. Más que la empresa, la fiesta necesita del respaldo presencial que por encima de parcialidades o caprichos esta oferta reclama. 

COLOMBIA OTRA VEZ - VIÑETA 175

Viñeta 175
Colombia otra vez
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 8 de noviembre 2016

Plaza de Santamaría 24 II 2008. Foto: J.A. Díaz
Ya Manizales dio su prefería. Cali dará la suya en tres días, dos novilladas picadas y una corrida de toros. Luego, las dos plazas continuarán con sus ferias ensambladas de final y comienzo de año.

Después, en enero y febrero, lo más importante, la temporada bogotana con la muy anhelada reapertura de la Santamaría estrenando restauración, y simultáneamente la irreductible Medellín. Quizá también Cartagena, Duitama, Popayán y algunas otra plazas menores, no sé. Será mucho para lo que ha pasado, pero poco para lo que hace corto tiempo había.

Reflexiones, nostalgias, ilusiones. Bueno, por un lado, el antitaurinismo arrecia. Los costos aumentan. Las ganaderías, los públicos y los festejos menguan. Se abandonan plazas. La fiesta se contrae y se aligera, pues como sucede en todo el mundo, los tiempos, los modos, las modas cambian y no siempre para bien. Lo resiente la vieja y fiel afición refunfuñando que todo tiempo pasado fue mejor y se va yendo apesadumbrada por el incierto destino de su herencia.

Sin embargo la esperanza no se pierde. La afición está replegada pero vive. Cuando se le ha convocado justificadamente ha vuelto y llenado las plazas, y lo ha hecho renovando filas, alistando contingentes jóvenes. ¿Que sienten la fiesta diferente, que la valoran distinto, que ignoran las viejas maneras? Claro. Siempre ha sido así. Cada generación escribe sus propios libros, decía Borges, y su propia tauromaquia, digo yo. La fiesta es dinámica, refleja la sociedad, la época, y aunque no lo parezca nunca ha sido igual. Quizá no mejor cada vez, pero si diferente; la que corresponde. 

Y si se ha mantenido, milenaria, será porque sus diferentes formas litúrgicas, han estado sostenidas todas por la misma esencia ritual. La celebración veraz, honda, de vida y muerte, de regreso lúdico a los orígenes, de comunión con la naturaleza. 

Podrá decaer la corrida (como espectáculo-negocio, una de sus versiones más recientes), podrá prohibirse, podrá convertirse a otra cosa quizás. Pero el impulso humano que la sustenta estará siempre ahí. En Colombia y en cualquier lugar. Baste ver a los jóvenes daneses, japoneses o norteamericanos corriendo libres y felices los toros en Pamplona, y a la multitud que los mira desde todas partes.

QUE ATOREE TRUMP - VIÑETA 174

Viñeta 174
Que atoree Trump…
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 1º de noviembre 2016

Como dijo el hastiado Rafael cuando renunció de Madrid; a ustedes que les lidie su santo patrón, si es que resucita y quiere. 

“Guerrita”, nacido en tierra de toreros y sabios era las dos cosas al tiempo. No lo digo yo, lo han dicho todos. Pero además demócrata; para qué ir contra la turba mayoritaria. Para qué darse con una piedra en los dientes tratando de convencer la estupidez arrebañada. Cuando no se puede no se puede y además es imposible. Las masas obtienen siempre lo que les corresponde, lo que merecen.

Una sociedad que ataca los animales y todas las especies polucionando el planeta, que reniega de principios humanísticos como verdad, honor, valor, lealtad, solidaridad, respeto (ver noticieros). Una sociedad que denigra, persigue y prohíbe un rito consagrado a esos principios y a la naturaleza, como la tauromaquia.

Una sociedad para la cual el crimen mientras no sea público no es crimen. Según legislan los políticos “animalistas”, para quienes descuartizar animales por miríadas en la sordidez de los mataderos, asfixiarlos por millones en la masacre de la pesca industrial, envenenarlos por decenas en el horror de las perreras municipales, no es crimen, por ser oculto. Pero sí es crimen la corrida; el enfrentamiento ceremonial, artístico, alegórico, respetuoso, con oportunidad de defensa y un claro código ético, porque sucede a la luz pública.

Noticia en el diario ABC: “El consistorio (de Barcelona) sostiene que, a pesar de la sentencia (del Tribunal Constitucional español), continúa vigente la prohibición genérica de matanzas públicas de animales (corridas)” Las otras matanzas no públicas, continúan siendo bienvenidas.

Una sociedad así, quizás esté más justamente representada por quienes ofrecen discriminación en vez de tolerancia, confrontación en vez de acuerdo, muros en vez de puertas. Quizás esté más fielmente interpretada y liderada por gamberros capaces de romper debates presidenciales con argumentos como: ¡Vieja asquerosa!, gritados a una pequeña anciana delante de todo el mundo.

Imagino que si el ingenioso cordobés Don Rafael Guerra Bejarano se levantara de su tumba y mirara la televisión exclamaría: --En este mundo que atoree Trump... o Puigdemont, o Peñalosa...-- Y se volvería a ir.

BARCELONA Y BOGOTÁ - VIÑETA 173

Viñeta 173
Barcelona y Bogota
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 25 de octubre 2016

El regocijo taurino por la sentencia (tardía) del Tribunal Constitucional español reprobando la prohibición en Cataluña, y por el acatamiento (tardío) de la alcaldía de Bogotá a la Corte Constitucional colombiana liberando la plaza, es justificado.

Celebramos que nos hayan dicho lo que sabíamos todos; que la constitución en uno y otro país prohíbe prohibirnos, que somos legítimos, que tenemos derecho a existir, que la razón y ley están de nuestro lado. Vale. Gracias. Lo necesitábamos, porque solo saberlo no había sido suficiente. ¿Ahora lo será?

¿Los fallos, que demoraron en España más de seis años y en Colombia casi cinco, avalan el refrán: La justicia cojea pero llegaen este caso, pregunto.

Ya el gobierno catalán (Puigdemont) anticipó que desobedecería, y antes el alcalde bogotano (Peñalosa) amenazó que si la sentencia le era adversa encabezaría marchas contra las corridas, y apenas verse obligado a permitirlas, tan rápido como boxeador devolviendo un jab, lanzó un proyecto de ley prohibicionista para intentar atajarlas.

En medio del barullo mediático, el matador Enrique Ponce, aprendido con sangre, a no perder la cabeza, advierte: Hay que marcar una fecha para la reapertura, si no ¿de qué nos sirve la sentencia? Cosa que los anónimos novilleros huelguistas de la Santamaría también habían dicho a su modo hace dos años: Hasta que el toro no esté en el ruedo no hemos ganado nada.

Frente a la intolerancia, la razón y el derecho no bastan. La Unión de Criadores de toros (UCTL), cultores de la paciencia genética lo asumen y en vez de tirar campanas al vuelo se prometen "seguir trabajando para que puedan celebrarse corridas en Cataluña". 

Hacen bien. Aún es incierto el futuro en Barcelona y en Bogotá, porque Puigdemont y Peñalosa son la misma cosa; conversos antitaurinos, políticos, profesionales del salirse con la suya, y más cuando tienen el “As” del poder en la mano. Así las cosas, el alborozo constitucionalista y la ilusión caben, pero el triunfalismo, el pensar con el deseo, el dar el pleito por zanjado, no.  

BOB DYLAN Y EL TOREO - VIÑETA 172

Viñeta 172
Bob Dylan y el toreo
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 18 de octubre 2016


No pudo haber premiación más tradicionalista ni auténtica que la del Nobel para el cantante judío-norteamericano Robert Allen Zimmerman. Quien al parecer no se ha dado por enterado. No lo digo por ser su coetáneo, ni porque me gusten más que las de otros algunas de sus canciones, que ciertamente me gustan. Lo digo porque las cosas son como son.

Por ahí andan protestando que premiar un cantautor (como les dicen ahora), es negar la literatura y los libros. “Canta oh musa la cólera de Aquiles”, comienza uno primordial que fue cantado durante siglos, antes que decidieran convertirlo en letra muerta. La literatura ha sido desde siempre cantar de los cantares. La poesía es poesía por su musicalidad. La prosa también. Lo demás es escritura no literaria. Caligrafía.

Hey, mister Tambourine man play a song for me
I'm not sleepy and there is no place. I'm going to.

Pienso en esto balanceándome sobre mi corta rama de aficionado, recordando la música callada del toreo y leyendo a descubridores del agua tibia, modernizadores, anticristos que le anuncian nuevas eras. Partir su historia en dos, “humanizándolo”, convirtiéndolo en otra cosa, más aceptable, más turística. No desinteresadamente por supuesto.

¿Qué otra cosa sería? ¿Renunciar a la eterna partitura sintetizada por Pedro Romero: “Jamás huir, ni correr, ni saltar la barrera, ni contar con los pies. Parar hasta dejarse coger o lograr que los toros consientan…”? 

¿Cambiarla por toros que no cojan a toreros que no pueden parar, para no alejar melindrosos de la taquilla con “mensajes bárbaros”?

Bueno. Habrá quienes lo consideren indispensable, lo aplaudan, y de pronto hasta tengan razón. Los tiempos cambian. Pero pienso que esa cosa ya no sería toreo. Sería como la escritura que renunciando a su sonoridad, deja de ser literatura para convertirse a libro de cocina, guía de armar muebles prefabricados, o manual para hacerse rico sin morir en el intento, por ejemplo.

Entre Bob Dylan y Pedro Romero hay un abismo, es verdad, pero lo cruza un puente; la autenticidad del arte. 

EL TRAJE DE CHICUELO - VIÑETA 171

Viñeta 171
El traje de Chicuelo
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 11 de octubre 2016

La tarde, del 18 de mayo de 1960, Brassai, “El ojo de Paris” como le llamara Henry Miller, se quedó mirando un traje de luces que Pablo Picasso tenía colgado en su estudio, de Cannes. 

El ya famoso festival de cine de aquel año estaba en curso, y el fotógrafo, escritor y cineasta que había ganado el premio allí a la película más original cuatro años atrás, con -Tant qu'il aura des bêtes- aprovechó para visitar a su gran amigo.

El pintor notó la curiosidad del “Ojo” y explicó: “Es una triste historia. El traje de luces que está usted viendo pertenecía al matador Chicuelo II. Él me lo envió. Murió de una forma trágica. ¡Si al menos lo hubiera matado un toro! No, murió en un estúpido accidente de aviación. Hoy en día los matadores se desplazan continuamente, siempre tienen prisa. Y mueren muchos más en accidentes de automóvil o de avión que por los cuernos de los toros. Cuando me llegó el traje, él ya había muerto. Era como un último mensaje de amistad”.

El accidente había ocurrido apenas cuatro meses antes en el aeropuerto de Montego Bay (Jamaica) cuando el vuelo 671 de la aerolínea colombiana Avianca, haciendo escala, impactó contra la pista. Chicuelo II venía para torear en la Santa María bogotana donde yo habría podido verlo.

A Manuel Jiménez Díaz, le apodaron así por su pequeña estatura y su homonimia con el sevillano Manuel Jiménez Moreno. Pero por la demás nada que ver. No tenían parentesco ni paisanaje, además la medrosa genialidad artística de este era contraria con el seco arrojo de aquel. “El torero más valiente que he conocido”, me dijo una vez Andrés Hernando, en otro vuelo de Avianca que sí llegó.

Cinco años antes de matarse, Chicuelo II había cortado el rabo a un miura en Pamplona, y siete orejas en Madrid durante la feria de San Isidro; cuatro a toros de Carlos Núñez el 17 de mayo y tres a toros de Barcial el 19. Después se retiró, y luego volvió solo para morir. Treinta años tenía. Fue una corta y digna vida. ¿Qué habrá sido del traje?

QUÉ SERÁ DE NOSOTROS - VIÑETA 170

Viñeta 170
Qué será de nosotros
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 4 de octubre 2016

Los nuevos empresarios de Las Ventas, el francés Simón Casas y la agencia de viajes Nautalia, quienes ganaron la subasta “no subasta” colocando sobre la mesa setecientos mil euros más que su rival, entraron declarando --Se abre un antes y un después en el toreo.

Fuerte. ¿Cómo Belmonte? ¿Otra forma de torear, otro toro que se ajuste a ella y otra afición que la pague? Se pregunta uno.

Podría ser, por qué no, si en el toreo moderno, desde Pedro Romero para acá, Madrid locuta..., y Casas es locuaz. --El cambio ya está en marcha –agregó –llego avalado por mi gestión en muchas otras plazas.

Pero al margen de la promesa, quizá deseable,  de transpolar a la primera del mundo sus exitosas gestiones comerciales anteriores, ha expresado también cosas muy preocupantes para el aficionado, como… --Las novilladas de Madrid rozan el concepto de crimen contra la humanidad… hechos indignos de la condición humana… mensajes bárbaros..

Al tiempo que su socio habla de turismo, glamour, humanizar la plaza, convertirla en centro de espectáculos nocturnos de toda índole y carteles más relevantes. Estos últimos por ejemplo, no son posibles si no se hacen con los toros que los toreros relevantes admiten. Lo sabemos de sobra.

Flota una inquietud esencial. ¿Sobrevivirá el “toro de Madrid” sobre cuyo trapío y fiereza se ha levantado el prestigio, la categoría catedralicia, y la primacía? Y hablo de Madrid, no de Las Ventas, pues esta solo es la más reciente de las plazas desde las cuales la capital española ha oficiado su histórico pontificado.

Lo que pase allá repercutirá en todo el mundo taurino. Estamos a la espera todos de comprobar si el toro del después será más o menos toro que el del antes, y si la otra promesa, la de “potenciar Las Ventas como capital mundial del toreo”, incluye aquella premisa sine qua non. 

Tendremos que esperar entonces hasta la próxima primavera para comenzar a saber qué será de nosotros.

COLOMBIA GUERRA O PAZ - VIÑETA 169

Viñeta 169
Colombia guerra o paz
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 27 de SEPTIEMBRE 2016


Guerra o paz, esa es la cuestión. Lo demás es lo de menos. Mañana el país votará si quiere o no poner fin a 52 años de una guerra fratricida, sucia de lado y lado como todas las guerras y en ocasiones más que todas.

Ríos de sangre y lágrimas, 200.000 muertos, ocho millones de desplazados, billones y billones invertidos en la hecatombe, no han logrado el anhelo de los dos bandos; aniquilar al contrario.

No hay guerra santa, solo la paz es santa”, dijo hace poco el Papa Francisco I quien ha bendecido el acuerdo.     

Seis años de rigurosas negociaciones concluyen con una renuncia militar de las FARC (renuncia, no nos digamos mentiras), desmovilización, entrega de armas, reclusión voluntaria en campos de concentración, confesión de delitos, verdad, ruegos de perdón, sumisión a la justicia (transicional), reparación a las víctimas y compromiso de no repetición.

Todo, a cambio de ser oídos, de poder transformar su acción bélica en acción política, parlamentaria, civil, pacífica, y claro de que el Estado acepte así mismo, y con equidad sus responsabilidades en el conflicto bilateral. 

No es el acuerdo perfecto, pero es el mejor posible”, han declarado los tozudos negociadores. Entre otros muchos, las Naciones Unidas, la Unión Europea, La Organización de Estados Americanos, la Corte Penal Internacional, la Iglesia Católica, El gobierno de los Estados Unidos, el cual en estos casos siempre hay que nombrar aparte, han respaldado el proceso.

Como todos los colombianos he padecido directa e indirectamente la tragedia. Tres miembros de mi familia fueron secuestrados por las FARC, tengo amigos, muertos y desaparecidos. Soy parte de una generación vieja que no ha conocido el sosiego pero que cree tener derecho a él y a heredárselo a sus hijos y nietos.

Ese derecho que no nos pueden seguir prohibiendo en aras del interés particular, la soberbia, la politización, el odio ideológico, la venganza…

Finalmente, (se trata de un medio taurino), como cronista y testigo de la zozobra con el que los criadores del toro, los toreros, los empresarios, los aficionados han mantenido viva la fiesta durante todos estos cruentos años, debo decir que también por eso votaré “Sí” a la paz el 2 de octubre.

JUGADA CANTADA - VIÑETA 168

Viñeta 168
Jugada cantada
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 20 de SEPTIEMBRE 2016

Era de esperar. El alcalde Peñalosa incumplió su palabra de acatar la Corte Constitucional. Con un regate ordinario burló sobre la carrera la orden de “disponer lo necesario para la reanudación del espectáculo taurino en la plaza de toros Santamaría de Bogotá…” antes del 16 de septiembre pasado.

Fácil. En la hora límite, declaró desierta la licitación de la temporada 2017, pues el consorcio que se presentó, “Colombia Taurina”, según él, no cumplen las características para la adjudicación del contrato.

Cuesta creer que la unión de dos empresas veteranas, exitosas, idóneas como Cormanizales y Corporación Taurina de Bogotá, las cuales por años han administrado con solvencia las plazas de sus respectivas ciudades, no llenen ahora los requisitos mínimos de la Santa María. 

Y más cuesta imaginar que su líder Felipe Negret, empresario curtido, abogado de prestigio y experiencia, sabiendo la rudeza con que sería marcado, hubiese dejado pasar alguna pifia jurídica en su pliego licitatorio. Pero es que tampoco se necesitaba ser experto en leyes, para adivinar una jugada cantada. Cuando mucho haber visto algo de fútbol por televisión.

Pues don Enrique, reconocido futbolista “rodillón”, ha venido anunciándola desde la última de sus numerosas candidaturas (a todo). ¿Por qué sorprenderse hoy? Si en contra vía de su increíble promesa de acatamiento no ha dejado de lanzar advertencias y amenazas como... 

Haré lo posible por librar a Bogotá de “eso”. La plaza es de todos los bogotanos (menos de los taurinos) y los bogotanos decidimos que hacer con ella. Si me obliga la Corte a permitir corridas sería el primero en salir a marchar contra ellas. Promoveré alianzas y leyes contra los toros, etc.

Vehemencia de jugador que cambia de camiseta. De conversó. Que lo es. Cuando le convino, en su anterior mandato, aprobó las corridas, las presidió por delegación, y condecoró la empresa taurina que ahora rechaza, con ese mismo mal estilo usado durante cuatro años por su antecesor Gustavo Petro para lesionar contrarios. 

Amagar por un lado y patear la canilla por el otro. Remedo anti deportivo, previsible, pero eficaz para enredar el partido, alargarlo más allá del tiempo reglamentario y ganar por agotamiento... ¡Bueno!... ¿Y dónde está el árbitro?

EL ALCALDE PATALEA - VIÑETA 167

Viñeta 167
El alcalde patalea
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 13 de SEPTIEMBRE 2016
  
A más tardar en tres días, el alcalde Enrique Peñalosa, deberá… “disponer lo necesario para la reanudación del espectáculo taurino en la plaza de toros de Santamaría de Bogotá…”. Orden perentoria de la Corte Constitucional colombiana.

El funcionario, elegido con el 17% aproximado de la capacidad votante, y ahora, tras muchos traspiés e incumplimientos, respaldado quizás por bastante menos, alega  que acatará, pero a regañadientespor que “a la inmensa mayoría de los Bogotanos no les gusta eso” (¿les gustará más él?), que si le obligan será el primero en salir a marchar contra las corridas, que promoverá leyes prohibicionistas, y que para ello se aliará con políticos afines...

Bueno, igual acatamiento con renuencia prometió su conmilitón antitaurino y predecesor Gustavo Petro, quien al final se burló de todo el mundo. El hecho es que vamos para más de un lustro con la plaza clausurada contra derecho, ley y Cortes. ¿Ahora sí?

Amanecerá y veremos cuanto de lo prometido y amenazado cumple don Enrique. Si permitirá que vuelvan los toros, si se toma las calles a la cabeza de las turbas antitaurinas, si logra en el parlamento la mayoría que nunca tuvo en la ciudad. 

Todo es posible. Ya se presentó al menos una empresa licitante por la plaza, “Consorcio Colombia Taurina”, unión de “Cormanizales” y “Corporación Taurina de Bogotá”. Las obras de reforzamiento estructural deberán terminar el 14 de enero próximo, y se supone que para febrero deberíamos tener temporada con la categoría y el respeto debidos.

Pero cuidado, por otro lado se anuncia una marcha animalista el 25 de septiembre, se redactan calculados proyectos legislativos prohibicionistas, incluso apelando a sensiblerías paternalistas como, “!Protejamos a los niños de los toros!”, y los pataleos de Peñalosa, mal perdedor, incordian y crispan el ambiente. Todo es posible.

Lamentable. Pues ahora, cuando el país entero se apresta a votar por la paz, en la capital, el responsable del orden, la tranquilidad y la convivencia es quien precisamente se muestra más intolerante. 

TOMANDO NOTA - VIÑETA 166

Viñeta 166
Tomando nota
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 30 de agosto 2016

A las puertas de septiembre la temporada 2016 anda ya con el sol a las espaldas y aunque todavía es temprano para sacar cuentas (faltan fechas y ferias importantes), la mayor parte del camino se ha transitado, las principales estaciones han quedado atrás y las pruebas que arrojan datos mayores han sido calificadas.

Con respeto por todas las plazas, el abril de Sevilla, el largo mayo de Madrid, el julio de Pamplona y el agosto de Bilbao, sumados, dicen más que todo lo demás. Es el prestigio, la tradición, la autoridad, el toro, los medios. Podemos ir tomando nota. Yo por lo menos desde acá, tan lejos y tan cerca (bendito Internet), tomo las mías. Nada más que las mías. Impresiones personales de aficionado raso, desordenadas, falibles y sin la menor pretensión pontifical.

Apartando las muertes en ruedos secundarios que marcan el año y nos gritan que la fiesta sigue siendo rito real y trágico. La primera es la sorpresa por los fallos de los jurados oficiales premiando triunfadores en las cuatro capitales. 

Juan José Padilla, combatiente bizarro en la esteticista Maestranza. José María Manzanares, un orfebre en el épico y bronco ruedo de Las Ventas. Andrés Roca Rey, un barroco, novel, americano, en la “feria del toro”, San Fermín. José Garrido, joven altanero que se negó a seguir ignorado en la otrora temible Vistalegre.

Bueno, sabemos que las opiniones de los jurados no son más que las de las personas que los integran, pero influyen, valen y obligan preguntas. Apartando lo de Manzanares en Madrid:

 ¿Qué pasa con los otros, los caros, los idolatrados, los dueños de los titulares toreen o no toreen? ¿Ya no es necesario refrendar la valía en las catedrales para mantener la cotización? ¿Ahora las publicitadas apoteosis en cosos de rango, toro y exigencia menor, pese a que allí también se muere, son suficientes? ¿Vivimos la época de la imagen, la virtualidad, el raiting y este es otro de sus graves síntomas? 

MANOLETE EN CALIPUERTO - VIÑETA 165

Viñeta 165
Manolete en Calipuerto
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 23 de agosto 2016

Arruza, Gitanillo y Manolete, Medellín (Col) 1946
Jamás toreó en Cali, ni en sus alrededores. Mejor dicho, en Colombia solo vistió de luces en las plazas de Bogotá y Medellín; la una cerrada y la otra reemplazada por un Centro de Espectáculos. Fue en el año de 1946, agotó boletería y dejó historia. Más por su presencia que por lo que hizo en el ruedo. “Vimos a Manolete”, para qué más, eso pagó todo.

Bueno, los caleños también podríamos decir algo parecido. Lo vimos, que toreara o no, es aleatorio. Fue otra de sus revoluciones. De él en adelante las figuras de moda no necesitan torear para poner patas arriba las ciudades y boca abajo las plazas. Y sin necesidad de ser Manolete, ni siquiera de parecérsele, algunas con solo presumir de ser su caricatura lo consiguen. 

“El Monstruo” estuvo por aquí unos minutos, en el viejo aereropuerto “Calipuerto”. También extinto. Estaba ubicado en las afueras de la ciudad, donde ahora queda el gran mercado mayorista de alimentos Cavasa. Allí aterrizó, haciendo escala, en su viaje de Lima hacia Bogotá.  Venía con su séquito, sus famosas gafas de sol y camisa liviana de manga corta.

Para qué fue eso. Todo el que pudo, mi padre incluido, se desplazó a verle bajar y subir al avión. Yo no. Estaba recién nacido, pero es como si hubiese ido pues la historia la escuché muchas veces desde que tengo memoria. Además hay fotos.

Ese fugaz paso le inscribió en la historia taurina de la ciudad, jamás lo olvidamos. Dieciocho años después otro torero, también cordobés, sin haber toreado, aunque luego si lo hiciera con gran éxito, causó un impacto similar. Entonces la revolución ya no era revolución, era lo establecido. 

El domingo Manuel Rodríguez Sánchez cumplirá sesenta y ocho años de muerto, y acá en la ribera del Cauca, donde nunca se abrió de capa le seguimos recordando con tanta emoción como si lo hubiese hecho. No nos importa. En Bogotá y en Medellín le recuerdan igual.

EL SEÑOR DE LOS MIURA - VIÑETA 164

Viñeta 164
Al señor de los Miura
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 16 de agosto 2016

Cincuenta corridas de Miura. Las cumplió anteayer, en Beziers, abriendo la puerta del triunfo. Cuantos habrán podido decir eso. Cincuenta, y además indemne, y con el cartel en alto. Mucho más que cuando empezó. Y justificadamente. No a fuerza de publicidad. A fuerza de pechar por los ruedos, los más exigentes, los más duros, los más desconsiderados. Jugado siempre frente a esos astutos, ágiles y enormes toros que para él resultan más grandes aún dada su corta estatura.

   Me consta. Lo he visto. De año en año, cierto, porque no vivo en España. Pero voy, lo he visto. Su nombre honrando los carteles, cotizándolos, dándole sentido a mi largo viaje desde Cali. Llamándome a la plaza con la promesa de la verdad. Esa tan esquiva pero tan contundente verdad que ha mantenido vivo el culto por los años de los años. 

Firme, una y otra vez ante la tremenda divisa, la fúnebre divisa, la histórica divisa, que tantos retorcijones causa en los que lo tienen todo porque pueden escogerlo todo, y en sus apologistas e idólatras que la temen y detestan aún más que sus melindrosos ídolos. Que quisieran borrarla. “Porque no ayuda. Porque no se deja. Porque no es de garantía”. 

 De año en año, digo, siempre ante los colores temidos, verdinegros en Madrid rojinegros en el resto. Colores que recuerdan a Pepete, Dominguín, Espartero, Manolete... Colores gloriosos y execrados, inscritos de por vida en las listas negras de las luminarias del show bussines. Al cual alimentan desde lejos con su leyenda. Con ese respeto y ese miedo que debe inspirar el rey de la fiesta cuando pelea por su vida.

 De año en año, en Las Ventas, plaza llena, cerrando feria, dándole contenido tras treinta corridas consecutivas. Dejando recuerdos hondos, “Velador”, “Injuriado”, “Tabernero” y Rafaelillo, “Señor de los miuras”. De año en año, digo, es poca suerte pero a la vez mucha suerte.

EL RUEDO PUBLICITARIO - VIÑETA 163

Viñeta 163
El ruedo publicitario
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 9 de Agoto 2016

Si como aseguran los arqueólogos, las edades de la humanidad se pueden clasificar por los materiales con que cada una se ha construido a sí misma: de piedra, de bronce, de hierro… la nuestra bien podría llamarse la edad virtual.

Más acá de la pintura, la escultura, el teatro, el toreo; artes icónicas limitadas en principio al ámbito de los observadores presenciales; la imprenta, la fotografía, el cine, la televisión, el Internet, han mediatizado multiplicado y universalizado a tal punto las representaciones y potenciado su capacidad de sugestión que cada vez resulta más difícil diferenciar lo ficticio  de lo real; saber a qué lado de la imagen estamos, o asegurar que no seamos nada más que partes de un sueño soñado por otro, como imaginaba Borges.

No el objeto, su imagen es ahora el asunto. No lo que se es, sino lo que se representa. Esta virtualidad rige hoy por igual para el comercio, el arte, la política y hasta la ciencia. La publicidad prestidigita, fabrica y "posiciona"; fija en la mente del público la imagen del artículo, la obra, la teoría, el personaje a conveniencia del cliente. Se trata más que de ser, parecerlo.

La propaganda se ha hecho parte del ambiente. Insoslayable, abrumadora. Se dice, y lo consignan los museos, que imágenes tan comerciales, como las de: Sopa Campbell, los arcos dorados de McDonald o la botella de Cocacola, son "iconos universales" entronizados profundamente a nuestra cultura.

Y su frecuencia en la comunicación masiva (raiting) indica cuanto trascienden, cuanto influyen. Al respecto, el Instituto Cervantes de Madrid, publicó hace algunos años una encuesta sobre la presencia de iconos culturales en el Internet hispano:

Mikey Mouse resultó primero, mientras Mozart quedó 42 y Cervantes 80. Ya La Fontaine había escrito tres siglos antes: “Toda la inteligencia del mundo es impotente frente a cualquier estupidez que esté de moda”. 

Bien, quizá esto explique la inexplicable conducta de los públicos modernos en las taquillas, pero más en los tendidos cuando alucinan tomando lo bufo por épico y viceversa.