martes, 8 de septiembre de 2015

CHICUELINA DE CAMINO - VIÑETA 118

Viñeta 118

Chicuelina de Camino
Por Jorge Arturo Díaz Reyes 8 de septiembre del 2015
Tras el tópico la esencia. Lo vi por primera vez hace cincuenta y
cinco años, en Cañaveralejo, apenas tenía nueve meses de alternativa; Gregorio Sánchez, Jaime Ostos y santacolomas de Ernesto González completaban el cartel. Era 29 de diciembre. Recibió las orejas del sobrero.

Luego, y hasta entrados los ochenta, le presencié muchas faenas de diferente sino. Para la grandeza de su toreo está la historia, para sus claudicaciones el perdón y para mi afición, esta imagen...

En los medios, al quite, recto, frontal, sereno, capote a dos manos, muy delante, trayendo a su costado la embestida. Templado, lento, abandonado; el codo de salida a la altura del hombro, (--Como bailando sevillanas –decía “Chicuelo”), la cabeza leve al embroque, y la mano suave desplegando la tela tras el cuerpo, mientras la contraria retiene la otra mitad a media altura permitiendo que el tenue giro vertical sobre los talones lo envuelva en percal y toro dejándole de nuevo en suerte.

Todo con una exquisitez, lánguida, delicada, elegante sublimando el ataque bruto. Espíritu de la estética torera. No siempre la dio igual, pero así la conservo. Emoción, deleite, buqué, arrobo permanente del arte fugaz...

Comparó mi memoria con la suya en “Todas las suertes” de José Luís Ramón –Ahora se torea mejor que en mi época –se disculpa con modestia.

Discrepo. Nadie, antes ni después, logró conmoverme tanto con ese lance que se prodiga industrialmente. No puedo precisar sitio ni fecha de la que guardo, quizá no es una sino suma. Él sí. Dice que fue en Las Ventas, en el 63 (mayo 18), con un toro de Galache cuando alcanzó la expresión justa.

Y agrega –Recuerdo un quite por chicuelinas de manera especial el día de la alternativa de “El Soro” --Valencia, marzo 14 del 81. Eso fue un año antes de que le viera torear la última vez, en Palmira Colombia, enero 6, con Pepe Cáceres y El Bogotano, por cierto. Pero a qué tanta exactitud si lo clásico es intemporal y ubicuo.

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