VIÑETA 467
De
Costillares a Manzanares
Jorge Arturo Díaz Reyes, VIII 1º 2022
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Costillares. Oleo: Francisco Domingo, Wikipedia |
El toro es el agresor, el que ataca. Ese, su instinto, determina la lógica
de la corrida, rito alegórico de la unidad hombre - naturaleza. El toro va, no
el torero. Este aguarda (para), desvía la arremetida con el trapo (manda), modula
(templa), con verdad (carga), sin huir aguanta la repetición (liga), hasta detenerla
(remata). Ha podido. Entonces le vale salir airoso del terreno, antes del encuentro
siguiente.
Condiciones, la bravura del uno para ir y volver, y el valor del otro para
ponerse, quedarse y dar las ventajas (honor). Fundamento ético del culto. Incluso
cuando la fiereza o mansedumbre imponen la lidia de poder, doma y sobrevivencia,
debe ser oficiada con destreza, lealtad y compostura. Litúrgica y estéticamente,
con el único fin de preparar el sacrificio ceremonial.
Hasta finales del Siglo XVIII también así, con esa geometría, se oficiaba
la suerte suprema. La estocada recibiendo, se llamaba “estocada de la ley”. Porque
se daba toreando, el torero quieto, el toro al ataque y la muleta mandando, no
al revés.
Cuando por aquellos días Joaquín Rodríguez “Costillares” entronizó el
volapié, invirtiendo la ecuación, subvirtió todo. Entonces fue cuestionado por
los puristas de su época que desconsolados refunfuñaban: “Pasan y repasan
los toros hasta que ya fatigados no pueden embestir y luego se lanzan sobre
ellos estoqueándolos”.
El gran maestro de San Bernardo, avergonzado se disculpó: “Yo no he
inventao ná, los toros me pedían esa muerte y se las he dao”. Bueno, quizá
no la inventó, pero sí generalizó y elevó a “nueva ortodoxia”, ese recurso válido
solo con los que no se arrancaban; el torero, la espada y la muleta yendo hacia
el toro. Recurso que no deroga el canon fundamental. Así como los globos, los cohetes
y los aviones no derogan la ley de la gravedad. Apenas la burlan momentáneamente
por necesidad.
Recordar todos estos lugares comunes y conceptos elementales para cualquier
aficionado tal vez pueda disculparse ahora, cuando el muleteo esteticista se
prolonga frecuentemente hasta la extenuación y no se valora lo suficiente que algunos
matadores, Manzanares, por ejemplo, reivindiquen aún la estocada clásica. La de
la ley.
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