El pregón del renegado
Por Jorge Arturo Díaz Reyes
En dos días consecutivos
la plaza de Madrid, dio paso a las cinco figuras que se negaron y se renegaron
a pisar la de Sevilla. Eran las ocho, Morante, Talavante, El Juli y Manzanares
habían pasado con más pena que gloria, cuando Perera, se clavó en los medios y
ligó cuatro chicuelinas, dos cordobinas y una revolera. El introito del
discurso. Tras un saludado tercio de Sierra, brindó al público y colocó la
montera frente a la puerta grande como un desafío.
Lo que siguió
fue una contundente predica de su tauromaquia. Estatuario, cinco ayudados, una
firma, uno de pecho, y la plaza toda voz y corazón arriba. Bravucón I, alegre y
fijo, pronto al toque, siguió la muleta baja que lentamente, templadamente,
mandonamente le dibujaba la ruta circular sobre la arena. El tronco vertical, inmóvil,
era el centro del compás. Ni un movimiento de más, ni un tranco de menos. Así
por diestra como por siniestra.
El natural
llegó a la excelsitud tres o cuatro veces, largo y pausado, degustado y
redondo. Era el culmen de la faena. Era la faena de la feria. Era el pregón del
renegado que habló por todos. La estocada pasadita selló el triunfo que
aumentaría con el sexto.
Crónica
de la corrida de hoy en la sección América.
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