Vuelo 15
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 18 de junio del 2014
Recogieron los restos de la comida. Modorra. La penumbra y el apagado arrullo de los motores, aletargan. El repleto fuselaje flota en la nada como una fantasmagórica sala cuna de bebés enormes, apretujados, dormitando en sus asientos. Mi luz de lectura, es una isla. Cabeceo.
Pero cuidado. Están ahí. Son cinco. Adelante, a mi lado,
el pequeño de mirada fanática. Dos en la mitad, y dos en la última fila.
El vecino, se incorpora. Quisiera que al baño. No. Enarbola
un queso manchego, con corteza negra y grita --!C4, explosivo, somos mártires!
--y corre hacia la cabina de mando. Los otros toman el control. Un llanto de
niño es la única protesta.
El altavoz resuena. --Este avión es ahora un arma de
nuestra cruzada contra las costumbres bárbaras de los infieles. Nos dirigimos a
la plaza de Las Ventas, antro del mal. Quien desobedezca es enemigo.
La inminencia de muerte, abruma, petrifica. !Estúpido! he
debido tomar otro vuelo, me recrimino. Rendido e inerme, siento el sudor frío
recorrer la espalda. Una mano me agarra el hombro. Trato de zafarme, caen el
vaso y el periódico deshojado.
La voz, cortés pide, señor, pliegue la mesa, estamos
aterrizando. Confuso, entre sueño y realidad, veo palabras impresas... Inquisición...
Barcelona... Quito... Bogotá...
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