Gloria y Efrén
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 5 de junio del
2014 - 21:25
Ahí, exactamente, dondo comienza la sombra en el tendido
cuatro al salir el paseíllo, se sientan. Son abonados. Delantera de grada. El
mejor puesto en Las Ventas, para ver digo, no para ser vistos.
Entran temprano, apenas abren las puertas. Deben tomar
ascensor. En el metro, una pesado bahul ajeno se deslizó y le rompió a Efrén
los ligamentos de la rodilla izquierda. El mismo día que lo de Falcao en
Francia.
Viejos aficionados, han pagado religiosamente cada una de
sus entradas. En total, una fortuna. No la reivindican protestando ni
aplaudiendo. Viven las corridas con íntima devoción. Allá los demás.
Jubilados, habitan plácidos, lejos de sus montañas
paisas, por la Dehesa de la Villa. Ella es contadora y amante del arte, todo,
en todo, a lo andaluz, y considera el del toreo algo así como lo que hacía
Rafael de Paula en sus momentos inspirados. Nada menos. Nada más.
Él, profesor universitario, investigador y autor de
libros. Escribe uno con tema tremendamente útil y aburrido; Historia de la
administración pública. Parco, escéptico, parece asumir el arte de torear,
ideal, utópico, inexistente.
Una olvidada tarde triunfal, eufórico le pregunté
saliendo de la plaza, ¿Te gustó la corrida? Sorprendido contestó alzando las
cejas ¿Cuál corrida?
Lea la crónica de la corrida en www.burladero.com/america
y oleeeee.......................faltó Monica
ResponderEliminar