Sólo México y Lima
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 5 de agosto de 2014Tiempos hubo cuando el toro campeó en América toda. De Buenos Aires a San Francisco se daban corridas completas. Las capitales del continente celebraban con ellas fiestas patrias, religiosas y tenían temporadas.
Tiempo largo ese, cuatrocientos años, desde las carabelas hasta comienzos del siglo XX. "Desperdicios" toreaba en Río de Janeiro, "Bombita" en Montevideo, y las mozas de Córdoba (Esp) cantaban temerosas
Ni
me lavo, ni me peino,
ni
me asomo a la ventana,hasta qué no vea venir,
a "Guerrita" de la Habana.
Donde, por
cierto recibió la cornada más grave de su vida (en el cuello). Por la misma
época en que allí murió "Cúchares" (de tifo) y no mucho antes que el
general Adna R. Chafee, comandante de la fuerza norteamericana de invasión,
expidiera el decreto prohibicionista que sigue acatando la isla.
Una tras
otra, y por motivos fundamentalmente políticos, las grandes ciudades del
continente fueron desterrando al toro y su Fiesta. Las más recientes plazas en rendirse
fueron: Caracas, al abandono gubernamental. Quito, al voto popular (referendo),
y Bogotá, al omnímodo capricho de un alcalde.
Pero
además de la política, no nos digamos mentiras, otros factores han pesado, y
mucho. La desafección popular (elitismo). Los cambios socioeconómicos y culturales globales. La fragilidad de la
afición. La incertidumbre de las empresas. Y la codicia y el oportunismo
absurdos de no pocos de sus principales beneficiarios. Todo eso maquillado por
la falta de crítica, de autocrítica, y el exceso de eufemismo.
Entre Cabo
de Hornos y Alaska, las únicas capitales nacionales que, amenazadas, resisten,
son Lima y México. Amenazadas, digo, por los mismos enemigos que sometieron a
las otras.
Pienso,
que si aún hay algo que hacer, habrá que comenzar a hacerlo desde adentro,
desde nuestras propias debilidades y errores, en lugar de lloriquear echando
culpas al contrario.
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