Otro museo que cae
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 1 de agosto del
2014
Informan que el Museo de la plaza de
Santa María ha sido “desmontado”. No sé si ese “desmontado” signifique solo eso.
No sé si pueda interpretarse también como confiscado, consignado,
archivado, secuestrado, saqueado, o quizá destruido de una vez y para siempre.
No lo sé.
Lo que doy por seguro es que cualquiera que sea su destino,
este habrá sido sentenciado por el señor alcalde, para quien todo cuanto se
relacione con la plaza de toros parece tener alta prioridad personal.
Es que acaba de anunciar un proyecto quinquenal, faraónico,
para convertirla en otra cosa, mejor dicho, en cualquier otra cosa que borre
todo vestigio de su pecaminoso pasado, que impida por los siglos de los siglos le
reaparición de la herejía taurina.
“Si la biblioteca de Alejandría no contiene más de lo
que hay en el Corán, es inútil, y es preciso quemarla; si contiene algo más, es
mala y también es preciso quemarla” Dijo el califa Omar en el siglo VII (DC) antes
de rematar la devastación que otros iluminados de diferentes credos habían intentado durante setecientos años.
Los libros, las bibliotecas, los museos, memoria de la
humanidad, han sido blancos históricos de barbaries moralistas. Tal vez por eso
Nietzche, deslenguado insigne, insinuaba que todo moralismo es por definición
inmoral.
De ser cierto lo que temo, el pequeño, modesto e
indefenso museo taurino de Bogotá resistió mucho menos que la biblioteca
de Alejandría y sufrió mucho más que los museos de Bagdad, cuyo estado, tras la "guerra contra el mal", nadie conoce con exactitud aun.
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