viernes, 4 de julio de 2014

CON MIURAS EN PAMPLONA ¿NO? - VIÑETA 47


Con miuras en Pamplona ¿No?
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 4 de julio de 2014

¿Por qué Ponce, José Tomás y Morante no se anuncian así, con miuras en Pamplona, como las figuras de antes?
Sencillo. Por que no lo necesitan. Porque según la llana e irrefutable lógica del Espartero, menos cornadas da el hambre.

Poder, pueden. ¿Pero, por qué lo harían, si están como están; en la cumbre, ricos e idolatrados, sin hacerlo nunca?

¿Para qué? Si a los "toros de garantía", juanpedro, su nobilísima parentela y afines, los pueden matar tal como ahora los públicos gustan y pagan, la prensa, y la publicidad exigen, y las empresas venden.

¿Cómo? Con más ventaja. Con más !Ole! y menos !Ay! Con más pinturería y menos lidia. Con más beneficio y menos costo. Y no es una componenda, una conspiración, como resienten mis admirados puristas. No señor. Son todos a una, el sistema, la sociedad, la cultura, que ha cambiado (¿evolucionado?) sus valores.
Ya, para el grueso público, el que pone la plata, el que mantiene la fiesta, la cosa no es poderle al fiero, sino acompañar al dócil. No es batirse sino acoplarse. No es dar las ventajas sino tomarlas. Ya no es la estética del coraje sino de la imagen. Vivimos la era de la informática, de la virtualidad, de los drones, del heroísmo a distancia.

Pero suceden cosas aún. El tremendo San Isidro pasado de Las Ventas. Las imponentes corridas de Victorino y Miura, ovacionadas de salida y arrastre, acorralando sus valientes ternas. El público entregado, la "crítica" ofendia, y mi querido y sabio Jaime Dorich comentándome: Si quieren el toro de antes, que acepten el toreo de antes, y los valores de antes, digo yo.

jueves, 3 de julio de 2014

BELMONTE PARA EN LA BUCHHOLZ - VIÑETA 46


Belmonte para en la Buchholz
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 3 de julio de 2014

Estrecha y alta, su fachada parece la quilla de un gran barco navegando la caudalosa avenida Jiménez. Adentro, como un mástil, la escalera de caracol, infinita, trepando a través de las ocho mágicas cubiertas y un velamen de paredes llenas, pero llenas de libros en diferentes idiomas, que se pueden tocar, abrir, hojear. Y el viejo extranjero, capitán de siete mares, con su pipa y su melena blanca.

Es la que más me gusta. Me fascina y atemoriza. Entro, porque no puedo evitarlo. Pensando siempre que me devolverán. Mis once desgreñados años gritan que no solo no voy a comprar nada sino que quizás haga una travesura dañina en los tesoros de a bordo. 
Todos allí son mayores, respetables y sabidos. Este no es sitio para niños, parecen decirse cuando me miran serios. No se si el capitán me ve, creo que sí, que me conoce y se hace de la vista gorda. Es imposible que no me conozca, vengo tanto.

La he recorrido metro a metro, piso a piso. Embriagado con el olor, las imágenes y la caricia de los lomos y las hojas. Desde qué salí a vacaciones, cuando descubrí este libro; quinta planta, cuarto estante, octavo a la derecha, vengó todos los días. Tiene que haberme visto ¿Por qué no me regaña?  Cada vez, aquí parado, leo tres, cuatro, cinco páginas...

"Alternaba aquel día con Gaona y Joselito, que se hicieron aplaudir mucho en los dos primeros toros. El tercero, que me correspondía, era un mansurrón que maté sin pena ni gloria. En cambio mis compañeros, estimulados por la simpatía que les demostraba el público, se crecieron y escucharon grandes ovaciones..."

Está buenísimo. Mañana vuelvo. Es Juan Belmonte matador de toros, por Chávez Nogales. Ojalá me dejen entrar.



miércoles, 2 de julio de 2014

INICIACIÓN - VIÑETA 45


Iniciación
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 2 de julio del 2014
La plaza es enorme. De madera. La hicieron rápido. La última vez que vinimos no estaba. Era un potrero. Mi mamá tiene miedo. Dice que se puede caer. Yo también. Un poco. Pero más miedo me da que papá lo note. Mejor dicho vergüenza. El dice que los hombres no se asustan, que las mujeres sí. Yo soy hombre, y quiero ser como él. Grande, fuerte, sabio, mandón. Sabe muchos juegos.
Mi hermanito tampoco tiene miedo. Ni se da cuenta. Se llama Jaime. Tiene cuatro años. Es valiente. Lo llevo de la mano. Hay mucha gente contenta. En los toldos comen y beben.
El choclo es rico. La cerveza es amarga, y el trago quema. Mi padre, me los hizo probar una vez. Ambos. Horribles. Hice muecas y se burló. Para eso lo hizo. No se porqué los grandes los toman. Como si les gustara. No puedo creer. A mi mamá no. Cada rato repite que detesta los borrachos. La espuma blanca de la cerveza es bonita y parece deliciosa pero también sabe feo.
Quiero ver qué hay adentro. Hablan de la corrida. La cola va muy despacio. Entramos al fin y con mi hermano arrancamos a correr gradas arriba. Mamá grita, que cuidado, que esperemos. Mi papá ríe. Nosotros también. Seguimos, felices, a ver quien gana. La plaza suena y tiembla. Yo primero. Soy mayor un año.
Llegamos a la puerta. Todo se abre. Lo veo. Increíble. Un inmenso arenal redondo. Sol. Colores. Alegría. Música. Emoción Ya vienen los toros. El pecho me golpea. Es una fiesta.

martes, 1 de julio de 2014

EL REINO DEL CHIVO MONO - VIÑETA 44


El reino del Chivo Mono
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 1 de julio del 2014
Frente al Caribe colombiano. Sabanas tórridas de Bolívar, Córdoba y Sucre. Cuadrícula de anchos y terrosos ríos. Inmenso pastizal de sangre y fuego. Música y llanto. Ron y miedo.
De sombrero vueltiao y fiesta del santo. De cándida Eréndira y abuela desalmada. De fandango y corraleja. De tauromaquia pregoyesca, multitudinaria y caótica. De modesto heroísmo, bufo y trágico.
Tierra de toros que matan al hombre, no al revés. Van de pueblo en pueblo, con billetes en los cuernos. Asustando, alegrando. Dejando  regueros de manteros anónimos. Ganando cartel, dinero, trovas.
Convocando muchedumbres, derribando plazas. Como en Sincelejo el 20 de enero de 1980, fiesta del Dulce Jesús, cuando los tendidos no resistieron el sobrecupo, sepultando a cientos. Y, al final, muriéndo de gloria y vejez.
Reino del astuto Chivo Mono de Vinicio Cordero, 43 muertes, siete la misma tarde, en Planeta Rica. Del fúnebre Sietecajas. De los temibles Frentepelúa. Del cantado Arrancateta, que criará Ricardo Sierra, quien por perdérsele a la guerrilla, le cedió el crédito en el célebre porro de Armando Contreras a su amigo...
Aníbal Monterrosa que tiene un toro, que se respeta, y que hace la fiesta, y todos lo llaman famosamente, en todas las plazas, el Arrancateta.
Del certero Yacabó. Del siniestro Iguano. Del colorado Balay. Del  intocable Plazalimpia. Todos figuras, con su leyenda y su himno...
Ha llegado El Chivo Mono, muchachos tengan cuidado, que es un toro muy valiente, y es Fidel quien lo ha toreado.
En la plaza de Planeta, fueron siete que mató, lo llevaron a Tres Palmas y fue Fidel quien lo toreó.
Cuando salía el Chivo Mono, a la plaza de Montería, pobrecito el que cogía, lo dejaba en agonía...
Las corralejas, son patrimonio cultural de Colombia, por ley 1272 del 5 de enero del 2009.
 


sábado, 28 de junio de 2014

MANET EN PLAZA - VIÑETA 43

Manet en plaza
(A "Goya" que pinta)

Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 27 de junio del 2014

Entró a España en el verano de 1865. Cambió  tren en Pamplona y siguió a Madrid. 16 horas desde Bayona. Era 31 de agosto.

Con calor infernal, se hospedó en el Hotel París (Puerta del Sol), recién inaugurado. Peleó por la comida. Madrugó al Prado, y se deslumbró con Velásquez "el más grande que ha existido", Goya "después del maestro", y El Greco. "Los demás, unos farsantes".

De allí, a la Plaza de la Puerta de Alcalá (1789-1874). ¿Qué toreros vería, en esos 40 días? Salió el 9 de septiembre. ¿Quizás las figuras del momento: Desperdicios, Cúchares, Cayetano Sanz? Improbable. ¿A los jóvenes retadores: El Gordito y El Tato? Posible. ¿O tal vez, como ahora, en aquellos domingos veraniegos, a los anónimos desesperados frente a fieras? Seguro.

Sus pinturas: Saludo del torero (Metropolitan Museum of Art New York), Lidia de toros y La vara acuarela (Museo D'Orsay París), La muerte del toro (Art Institute of Chicago) y Torero muerto (National Gallery Washington), son testimonios gráficos, prefotografía, de sus únicas corridas.

Aunque desde antes el tema ya le cautivaba. Victorine Meurent vestida de torero (Metropolitan Museum of Art New York) y La corrida Le Ballet spagnol (Philips Collection Washington), de 1862 y 1863, lo prueban.
Edouard Manet, muerto joven (51 años), fue un aficionado con poca plaza, mucha sensibilidad e imborrables imágenes. (Ver galería)

viernes, 27 de junio de 2014

ALGECIRAS 2000 - VIÑETA 42

Algeciras 2000
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 27 de junio del 2014



Germán Wolff y el autor. Foto: Vanessa García
     Dejamos Marbella, y a eso de las cinco de la tarde entramos en Algeciras preguntando, equivocando el camino, desandando, dando vueltas, atravesando el Real de la feria, subimos hasta la "Plaza de las Palomas". Frente a ella, "Miguelín", sobre un pedestal, da su "Rodolfína". Tras él, abajo, al fondo; la bahía, La Línea de la Concepción  y el Peñón inglés. ¿Inglés? 

Ya no hay tiempo para buscar hotel. La corrida primero. ¡Qué sol! Criado Holgado mandó un encierro alto, muy armado, con poder, duro, áspero -al que no le faltó sino morder- dijo uno al final. Seguro no se lo quiso torear nadie más. 

Nadie más que tres paisanos necesitados, en una plaza casi vacía, digo: Juan Carlos Landrove, un veterano de La Línea, Juan Muriel y José María Soler, dos jóvenes algecireños. Lo de siempre: a torero modesto, toro grande y billete chico. 
   Landrove, con la primera fiera, pleno de ilusión y ayuno de mando, se dio todo. Desbordado, puso el cuero como argumento, sufrió dos malas cogidas y una de las cornadas más graves de toda la temporada, veinticinco centímetros dentro del vientre. Mientras le operaban sonaron los tres avisos para Muriel, quien espantado no pudo matar al ofensivo "Sabanero".

De allí en adelante no fue sino esperar la tragedia en cada viaje. De suerte no volvió. Todos teníamos miedo, no solo los toreros. Muriel apenas logró unas posturas, y Soler, desaforado, intentó muchas cosas pero no pudo parar sus pies. 

Bajando de la plaza, las casetas feriales bullían en flamenquerías, nos quedamos un rato por ahí, viendo bailar, y después fuimos a buscar hospedaje. No encontramos. 

Ya bien entrada la noche tomamos la carretera de Tarifa, cansados, sin saber bien donde íbamos. Unos diez kilómetros adelante, cuando conversábamos sobre cuanto pudieron parecerse las corridas antiguas a la de hoy, saliendo de una curva vimos el "Mesón de Sancho" y hasta ahí llegamos. 

Nos dieron cabañas frente a una plácida piscina rodeada de altos árboles. Más tarde comprobamos que habíamos acertado, que se estaba bien y se comía mejor, que no era caro y que allí paraba Curro Romero, cuyo largo y esencial monólogo autobiográfico venía devorando Germán desde Madrid. Pura suerte. Fue nuestra base en la feria.



jueves, 26 de junio de 2014

QUIJOTE TORERO - VIÑETA 41

Quijote torero
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 25 de junio del 2014

Hace cuatrocientos años esta "crónica", ya remedaba modos y valores del toreo: generosidad, valentía, honor, lealtad y verdad, rayanos en la insensatez.
(Brindis). Estas señoras zagalas contrahechas son las más hermosas y corteses doncellas del mundo, exceptuando a Dulcinea. Estoy aquí para defenderlas.

(Cite). Embrazando escudo y lanza, sobre Rocinante se puso en mitad del real camino. Todos se taparon. Sólo él se quedó quieto.

(Emoción). --!Apártate que te harán pedazos esos toros! --Le gritaron.

(Aguante) --!Para mí no hay toros que valgan, aunque sean los más bravos que cría Jarama en sus riberas! --Respondió.

(Cogida). Los toros, que a encerrar llevaban a donde otro día habían de correrse, pasaron sobre él, Sancho, Rocinante y el rucio, echándoles a rodar.

(Pundonor). Levantándose, tropezando aquí, cayendo allí, corrió tras ellos, diciendo a voces —¡Deteneos y esperad, canalla malandrina...

Como toda la gesta del Quijote (y del toreo). Parodia nostálgica de lo caballeresco. Risa triste por una ética utópica o perdida. ¿Quién está loco? ¿El que la practica, o los que la rechazan?

Miramos el mundo, y no podemos dejar de amar al viejo estrafalario, ni de apesadumbrarnos por su derrota final a manos de la vil "cordura". Sarcasmo cruel de lo cierto y lo incierto, lo sublime y lo ruin.