Belmonte para en la Buchholz
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 3 de julio de 2014
Estrecha y
alta, su fachada parece la quilla de un gran barco navegando la caudalosa
avenida Jiménez. Adentro, como un mástil, la escalera de caracol, infinita, trepando
a través de las ocho mágicas cubiertas y un velamen de paredes llenas, pero
llenas de libros en diferentes idiomas, que se pueden tocar, abrir, hojear. Y
el viejo extranjero, capitán de siete mares, con su pipa y su melena blanca.
Es la que más me gusta. Me fascina y atemoriza. Entro, porque no puedo evitarlo. Pensando siempre que me devolverán. Mis once desgreñados años gritan que no solo no voy a comprar nada sino que quizás haga una travesura dañina en los tesoros de a bordo.
Todos allí
son mayores, respetables y sabidos. Este no es sitio para niños, parecen
decirse cuando me miran serios. No se si el capitán me ve, creo que sí, que me
conoce y se hace de la vista gorda. Es imposible que no me conozca, vengo
tanto. Es la que más me gusta. Me fascina y atemoriza. Entro, porque no puedo evitarlo. Pensando siempre que me devolverán. Mis once desgreñados años gritan que no solo no voy a comprar nada sino que quizás haga una travesura dañina en los tesoros de a bordo.
La he recorrido metro a metro, piso a piso. Embriagado con el olor, las imágenes y la caricia de los lomos y las hojas. Desde qué salí a vacaciones, cuando descubrí este libro; quinta planta, cuarto estante, octavo a la derecha, vengó todos los días. Tiene que haberme visto ¿Por qué no me regaña? Cada vez, aquí parado, leo tres, cuatro, cinco páginas...
"Alternaba aquel día con Gaona y Joselito, que se hicieron aplaudir mucho en los dos primeros toros. El tercero, que me correspondía, era un mansurrón que maté sin pena ni gloria. En cambio mis compañeros, estimulados por la simpatía que les demostraba el público, se crecieron y escucharon grandes ovaciones..."
Está
buenísimo. Mañana vuelvo. Es Juan Belmonte matador de toros, por Chávez
Nogales. Ojalá me dejen entrar.
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