“Evitar Pamplona”
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 11 de julio de 2014
La señora
Marie Jeanne Roland de la Platerie, joven (39 años), atractiva, inteligente,
culta, escritora y revolucionaría, fue apresada, paradójicamente por denunciar
el terror de la revolución, llevada a la plaza de la Concordia de París y
guillotinada en público.
Era 8 de
noviembre de 1793. Dicen, que valiente, antes de colocar la cabeza bajo la
cuchilla gritó: “!Oh libertad. Cuantos crímenes se cometen en tu nombre!”.
Verdad. La
libertad ha sido pretexto para justificar la serie de monstruosidades que constituyen
la biografía de la humanidad, o mejor, la historia universal de la infamia,
como ironizó Borges.
Pero no
solo la libertad, cualquier idea sublimada brindó y brinda buena excusa para desmanes.
Religión, patria, seguridad, partido, democracia, raza, dignidad… hasta la
camiseta del equipo futbolero preferido hace justa causa.
“Civilización”,
es también socorrida bandera. Llevarla donde no existe (la propia), santifica
los “daños colaterales”. No importa la magnitud, desde la mirada despectiva
hasta el holocausto. Hay que civilizar (las otras civilizaciones). Cambiar sus costumbres “bárbaras”.
Pero en
estas campañas no todo ha sido trágico también se han dado hechos cómicos. Por
ejemplo, un anti taurino civilizador, alcalde de Bogotá, de origen lituano. Defensor
de animales, que cabalgó en su boda, un elefante de circo, al no poder prohibir
las corridas, prohibió las botas (para vino) en la plaza.
O como ayer,
cuando en una ingenua y pretenciosa columna periodística pletórica de nombres y
referencias eruditas (algunas erróneas), el poeta local Medardo Arias, se burla
de Hemingway, de sus lectores, de los sanfermines, y de los encierros declarándolos
a todos “Out”, extremos, y advirtiendo a las buenas gentes “Evitar Pamplona” y
"las corralejas". Espectáculos a los que confiesa no haber asistido jamás.
El señor
Arias afirma concesivamente: "...me
gusta su libro Muerte en la tarde, publicado inicialmente por entregas en la
revista LIFE, donde describe el duelo histórico entre Dominguín y Ordóñez; de ahí a querer imitarlo, existe gran
distancia..."
Error. Cuando
Hemingway publicó "Muerte en la tarde" (1932 Scribner´s, nunca en LIFE), Antonio
Ordóñez (1932) estaba recién nacido y Luis Miguel Dominguín tenía 5 años.
Ninguno de los dos figura en el libro. Es evidente que lo confunde con
"Verano peligroso" (Dangerous summer 1960), ese sí publicado en resumen
por LIFE, y luego póstumamente (casi entero). Deja en claro el
columnista que no solo no ha ido a Pamplona, sino que tampoco ha leído bien a
Hemingway. !Oh civilización!
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