Iniciación
Por Jorge Arturo Diaz Reyes, 2 de julio del 2014
La plaza
es enorme. De madera. La hicieron rápido. La última vez que vinimos no estaba.
Era un potrero. Mi mamá tiene miedo. Dice que se puede caer. Yo también. Un
poco. Pero más miedo me da que papá lo note. Mejor dicho vergüenza. El dice que
los hombres no se asustan, que las mujeres sí. Yo soy hombre, y quiero ser como
él. Grande, fuerte, sabio, mandón. Sabe muchos juegos.
Mi
hermanito tampoco tiene miedo. Ni se da cuenta. Se llama Jaime. Tiene cuatro
años. Es valiente. Lo llevo de la mano. Hay mucha gente contenta. En los toldos
comen y beben.
El choclo
es rico. La cerveza es amarga, y el trago quema. Mi padre, me los hizo probar
una vez. Ambos. Horribles. Hice muecas y se burló. Para eso lo hizo. No se
porqué los grandes los toman. Como si les gustara. No puedo creer. A mi mamá
no. Cada rato repite que detesta los borrachos. La espuma blanca de la cerveza
es bonita y parece deliciosa pero también sabe feo.
Quiero ver
qué hay adentro. Hablan de la corrida. La cola va muy despacio. Entramos al fin
y con mi hermano arrancamos a correr gradas arriba. Mamá grita, que cuidado,
que esperemos. Mi papá ríe. Nosotros también. Seguimos, felices, a ver quien
gana. La plaza suena y tiembla. Yo primero. Soy mayor un año.
Llegamos a
la puerta. Todo se abre. Lo veo. Increíble. Un inmenso arenal redondo.
Sol. Colores. Alegría. Música. Emoción Ya vienen los toros. El pecho me golpea.
Es una fiesta.
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