VIÑETA
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El sermón de Puerta Grande
Jorge Arturo Díaz Reyes, XII 6
2021
“Es
peligroso tener la razón cuando el gobierno está equivocado“. Voltaire
El toreo es juego de autoridades. Entre torero y toro,
entre torero y público, entre torero y sistema. Ejercer el mando total es el summum.
Llevar el toro, el público y el mundo del toro por donde se quiere. Ser “el
mandón”. Torear lo que se quiere, cómo se quiere, dónde se quiere, cuándo se quiere,
con quien se quiere, por lo que se quiere…
Y,
sobre todo, decir lo que se quiere, y que valga urbi et orbi. Tener per
se la razón —¡Es que lo dijo el maestro! —ser “El
sumo pontífice”, “El papa negro”, como Manuel Mejías Rapela, primer “Bienvenida”.
El ídolo del foro, según definiera, 401 años atrás, el sabio Sir Francis Bacon,
primer barón de Verulamium, primer vizconde de Saint Albans, canciller de
Inglaterra, y de pronto verdadero autor de las obras de Shakespeare.
Sí,
el toreo rinde culto al héroe, al mito. ¿Pero acaso no también la historia, la
filosofía, el arte, la moda, la política, la moral, el deporte y hasta la
ciencia? Cuesta llegar a ese pedestal, a veces la vida. Así hallan atajos (en
estos tiempos mediáticos más). Pero no importa, el poder paga. Cada época tuvo su
monarca: PepeHillo, Paquiro, Lagartijo, El Guerra, Joselito, Belmonte, Manolete…
Esta, tiene a su Morante. Hoy, cuando habla se abre el mar.
Por
ejemplo, la semana pasada se encerró solo en un restaurante de Madrid con la fuerza élite del indócil
tendido siete de Las Ventas y les dijo cuántas son cinco. Les enrostró su
crueldad, les explicó su milagroso aplanamiento del ruedo catedralicio, les descalificó
a los veterinarios en los sorteos, a “La Fundacion” por hacer empresa y al toro
de Pamplona por feo. Develó la ignorancia aritmética de Paula, predicó que de
cuando en vez lidia encastes históricos (por no dejarlos olvidar), y advirtió a
sus devotos, con divina grandeza, que más les vale ser toristas que morantistas…
Cuentan
que solo el irreverente “Rosco” se atrevió a balbucearle tímidamente que los
apoderados le escogían toros muy chicos. De inmediato corrigió y perdonó al
mortal: “el de Madrid es el más grande, luego el del resto debe ser menos”.
Por
el universo taurino resuena el sermón de “Puerta Grande”, y ya los exégetas multiplican
e interpretan sus hondos significados para la grey.