VIÑETA
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¿Premoderno quién?
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 15
2021
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Dr. Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali. Foto: Bernardo Peña, El País |
Como
una peste medieval. Más de doscientos cincuenta millones de enfermos, más de
cinco millones de muertos, astronómicas pérdidas en todas las monedas, casi la
mitad de la población mundial aun sin vacunar, y, sin embargo, con toda su
dimensión, esta, la epidemia de más rápida y global expansión en la historia,
no ha sido una de las más letales.
¿Por
qué? No lo sabemos con precisión. Pero sí que más allá de la patogenia del
virus, el “factor humano” con sus contradictorias acciones es el que ha
determinado avances y retrocesos en esta tragedia que no termina. Somos parte
mayor del problema y de la solución. Contra la insuficiencia de los sistemas
sanitarios, el esfuerzo ingente de su personal. Contra la ciencia, la
superstición. Contra las campañas de vacunación, la resistencia de muchos. Quizá
entre estos haya quienes se oponen, como los animalistas al toreo (culpable de todos
los males), por considerarlas violadoras de los derechos de los virus. La
verdad, no lo he oído decir literalmente, aunque sí percibo algunas aproximaciones.
Por
ejemplo, el doctor Jorge Iván Ospina (colega médico), alcalde de Cali, hace poco,
paara rechazar la próxima temporada, declaró con rotunda superioridad moral que los taurinos
vivimos en la premodernidad (edad media). Lo cual, de plano nos hace sospechosos.
Paradójico. Aquella época fue marcada por moralismos, satanizaciones, intolerancias,
persecuciones y autoritarismos, como los desplegados hoy, en la frívola
posmodernidad, contra la tauromaquia y sus fieles.
No,
señor alcalde. Ni pre ni posmodernistas. Quizá valga recordar algo que su
señoría no sabe u omite. La corrida de toros actual es una ceremonia pública simbólica,
legal, de origen tan viejo como la cultura, cierto, pero de concepción, valores y
formato moderno (siglo XVIII). Comienza con el reemplazo en su jerarquía de los
caballeros por los peones, el pueblo, representando el retroceso del feudalismo.
Y es contemporánea con la ilustración, la revolución industrial, la democracia
parlamentaria, el humanismo, los derechos humanos, la igualdad, la libertad de
credo, y el principio de que los servidores públicos lo son de todos los
ciudadanos y no solo de los que comulgan con sus gustos, fobias o conveniencias.
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