VIÑETA
431
Por deporte
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 8
2021
Se
jugó la final de la “Liga Nacional de Novilleros” en Moralzarzal. Ganó Isaac
Fonseca, y solo haría falta decir que se llevó la copa por goleada para entender
que hablamos de un campeonato de fútbol.
Sí,
los cuatro triunfadores de las eliminatorias regionales que habían tenido lugar
en Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha y el Norte: Manuel Diosleguarde, Jorge
Martínez, Isaac Fonseca y Manuel Perera concurrieron al último enfrentamiento (sin
librar una semifinal), con mucho espíritu deportivo, respeto por los contrarios,
juego limpio y estoico esfuerzo. Pero evidentemente no con la consigna olímpica
del barón Pierre de Cubertín: “Lo importante es competir no ganar”.
No era
posible, aunque lo sigan diciendo, eso ha sido derogado universalmente por el pragmático
imperio del deporte-negocio (sport-bussines), representado en el otro lema
no menos célebre del coach del fútbol americano Vince Lombardi: “Ganar
no es lo importante, es lo único”.
Lo
confirmaban durante la premiación los rostros de los jóvenes, quienes hicieron
énfasis en su tenacidad, duros entrenamientos y planificación previa. El ganador
pleno de gozo y los derrotados con evidente desazón. Era lógico. Mas hay que
decir en justicia que cuando el encuentro se decide por los tantos anotados u orejas,
aunque todos hayan competido con denuedo, no existe igualdad de condiciones. No
puede haberla pues cada toro es un mundo, y esto en esencia es lo que
diferencia la corrida de una justa deportiva.
Los
norteamericanos, cuya cultura es hoy la verdaderamente globalizada, tienden a
concebir el toreo como un deporte (juego, competición, enfrentamiento físico),
no como un arte. Ya se nota. Y aunque asimilar lo uno a lo otro pueda ser
bienintencionado, sonar “modernizador” y atraer temporalmente interés público, me
parece artificioso, irreverente y vulgar.
Yo
por mi lado, anacrónico aficionado (acepto), he creído siempre que el sin par,
muy culto y ritual arte de torear pende más de la inspiración que de la transpiración.
Misma filosofía contenida en una de las históricas respuestas que soltó el
ingenioso torero don Rafael Gómez Ortega
“El Gallo”. La dio hace más de un siglo, cuando precedido de su gloria llegó turista
en barco a Nueva York.
La
curiosidad de los reporteros estadounidenses que aguardaban al insigne matador se
tornó en estupor al ver descender por la escalerilla del transatlántico un
hombrecito bajo, calvo y de aspecto endeble.
–Pero
mister, ¿Cómo se entrena usted para luchar con tantos toros enormes y
bravos? –preguntaron a coro.
Y “El
Gallo” circunspecto les contestó –Fumando puros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario