VIÑETA 588
Vino con Colón, en su segundo viaje. Hace ya, este
noviembre, 532 años. La Bos Taurus Ibericus, extensión de la prehistórica
“Bos primigenius primigenius”. Llegó trayendo vida, fertilidad, y culto
a su hijo. Tauromaquia.
Contribuyó entonces diferencialmente a la gestación
de la nueva identidad; Hispanoamérica. Fusión, que no implantación sobre
exterminio, cual sucedió más al norte con otras nacionalidades inmigrantes. Fue
parte del “ADN” maternal, ahora vergonzante, renegado e ilegalizado.
Brava, campeó acá por siglos. Hasta este último, en
que una secta de benefactores, “animalistas”, mediante todas las formas de
lucha, desde terrorismo hasta legislación, han alcanzado, lo que no alcanzó
antes ninguna calamidad natural ni humana; precipitar la extinción de su raza.
Pero en este mes de su efeméride, casi qué como un testimonio
de supervivencia y celebración, han aparecido los carteles de las dos únicas
ferias (de primera), restantes en Colombia. Que serán las penúltimas permitidas,
por la Ley “No más Olé” (2385 de 2024). Cali y Manizales, en ese orden,
como ha sido tradición, despedirán y recibirán el año ceremonialmente.
Anuncian doce encierros. Cinco la una, siete la
otra. Todos de simiente española, pero nacidos y criados desde generaciones en
el país. Y entre los doce, apenas siete ganaderías, con cuatro encastes. Repitiéndose
dos, a más de por prestigio, por escasez de toros: Ernesto Gutiérrez
(Santa Coloma-Murube) en cuatro festejos y Juan
Bernardo Caicedo (Domecq) en tres. Mondoñedo
(Contreras), Salento (Santa Coloma-Murube), Las Ventas
(Domecq), Santa Bárbara (Domecq) y Campo Real
(Santa Coloma), irán de a una en una. Nada del otrora prolijo Cauca Grande.
Las divisas y su diversidad han mermado a este
punto por la persecución a las corridas, su modus vivendi. Lo que no lograron
las hambrunas, la peste, ni las guerras. Lo hicieron los políticos
“protectores”, que a sabiendas han ido tras ellas, en busca de “la solución
final”.
Tenían que ser el blanco. Era obvio. En un planeta estrechado
por la superpoblación, la intolerancia y la tecnología. El hábitat animal se ha
hecho tan costoso, que el rebaño, sin espacios vitales libres, no puede vivir sino
de sus fieles, de su rito, de su razón de ser. Así, la prohibición perpetra lo
que no pudieron los jinetes del apocalipsis. El aniquilamiento.
Pues para él bravo no sirve la otra vía. Dejarse
asesinar indefenso, por miríadas en los mataderos. No, y no solo porque no resulte
rentable, sino porque es indigno y contranatural a su estirpe. ¿Hay esperanzas?
Atisbando en busca de algún indicio. Se aproximan
las elecciones presidenciales del país, (marzo 2026). Hasta 77 políticos aspiran.
Democrático récord de opciones, pero curiosamente ninguno, ninguno incluye la derogación
de la ley antitaurina entre sus promesas de gobierno.
Y otro. Mientras, por aquí, pese a todo esto, el
fervor crece y se copan los hoteles para la temporada. Al otro lado del mar, en
España, “madre patria”, como por acuerdo el Ministerio de Cultura excluye
selectivamente al dramaturgo, torero y mártir, Ignacio Sánchez Mejías de la
conmemoración oficial a su generación literaria. “La del 27”, de la cual fue
gestor.
Cabría llorar otra vez con García Lorca, quien
también, dicho sea, fue liquidado por política: La vaca del viejo mundo pasaba su triste lengua…
La vaca del viejo mundo
Jorge Arturo Díaz Reyes 24 XI 2025
Vaca de Monteviejo. Foto: V.M., Cultoro

No hay comentarios:
Publicar un comentario