VIÑETA
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Un hombre con suerte
Jorge Arturo Díaz Reyes 17 XI 2025 Rafael García Garrido. Foto: José
Aymá, El Mundo La elección reciente de Rafael García Garrido a la
presidencia de la Asociación Nacional (española) de Organizadores de
Espectáculos Taurinos ANOET, era de sentido común.
El empresario turístico qué tras un sorprendente debut,
mano a mano con Simón Casas en Las Ventas, hace ya nueve años, ha tenido que capitanearla,
por mares inciertos; aquel sombrío de la prepandemia, el naufragante de la
pandemia, y el propicio de la postpandemia.
Discrepancias aparte sobre su heterodoxo estilo de
“comercialización”, el éxito de ventas en la primera
plaza del mundo ha llegado a ser abrumador y acallador.
Más atracción, más acreditación, y más y más público de
refresco, juvenil, presencial, y distante. Más el distante, con las teletransmisiones
al mundo de todo el extenso San Isidro. En especial esta última de 2025. Apuesta
qué lejos de mermar la taquilla contante y sonante, coincidió con la mayor de
las últimas décadas.
La corrida para bien o para mal es,
rito-espectáculo. Así es como ha sido y así es como ha de ser, o no ser. Hay
que llevarla a la gente y viceversa. Presentándola tal cual, con su cruda
pureza, sin tapujos ni eufemismos. Sin travestirla ni convertirla en otra cosa,
como proponen algunos “modernizadores”. No. Así no más, con su liturgia fiel a los
fundamentos biológicos que han sustentado su sobrevivencia desde la
prehistoria. Esa obviedad es la que
gritan sus irrefutables resultados.
Ahora, desde ANOET, según el artículo de David
Jaramillo en La Razón cinco días atrás, anuncia otro proyecto. Una plataforma
televisiva (streaming) para emitir festejos taurinos en directo, que podría
transformar el consumo del toreo en España y fuera de ella. "Lo he
pensado, lo pienso y lo estoy trabajando," dice, y deja entrever que la Feria de San Isidro 2026
volverá a ser televisada.
Hay ya comprobaciones muchas. Pasos importantes, no
siempre firmes, pero siempre, como el de Telemadrid este año, en la progresiva dirección
de sacar la fiesta de su enquistamiento y ponerla en la pantalla de los tiempos
que corren. Sin tener que desvirtuarla. Necesidad que clama. Propagar la fe, ampliar
el ámbito y rescatar grandes sectores de la afición mundial, despojados por la
ley o por la fuerza de su libertad de culto.
Actualizar, sí, asumiendo la tecnología de esta
nueva era, por demás plagada de banalidades, persecuciones y prohibiciones. Usar
sus herramientas y afrontar sus amenazas, retos e influencias destructoras. Primero,
esto, mantener la integridad frente a esnobismos, conveniencias e intereses. Avanzar sin quemar los principios en el incensario
del becerro de oro.
Luego, lidiar por un lado, el
político, con la discriminación, el acoso y la censura; y por otro, el administrativo, su especialidad…,
pues qué podemos decir los legos. Seguir aplicando esa lógica de la razón pura
que le ha rendido hasta hoy. Esa mesura con la que declaró hace un tiempo,
hablando de otra cosa homologable: "Madrid
está en ese punto de equilibrio turístico que, como se pase un poco más, muere
de éxito".
Conciliar ingresos y egresos. En
particular con el proyectado streaming, donde el caro tonelaje logístico
debe sortear escollos como los afilados derechos de transmisión, de imagen, y de
tributación, que han perforado el casco de intrépidas naves anteriores bajo la línea de flotación.
Algunos dirán, y
lo han dicho, que García Garrido es un inexperto que ha tenido suerte. Bueno,
quizá. Pero cuando esta le llegó, lo encontró imaginando, trabajando y atreviéndose.
Napoleón, que tantas victorias tuvo (hasta Waterloo), dijo dos cosas que vienen
al caso. Una, detesto los hombres de experiencia, siempre andan diciendo que
algo no se puede hacer. Y otra: la primera cualidad que exijo de un general es
la buena suerte.
Ojalá esta la suya,
con la que también juega hoy el toreo, le siga acompañando a la cabeza de su
nueva tripulación, los empresarios taurinos. Estamento sine qua non.
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