lunes, 15 de noviembre de 2021

¿PREMODERNO QUIÉN? - VIÑETA 432

 
VIÑETA 432
 
¿Premoderno quién?
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 15 2021
 
Dr. Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali. Foto: Bernardo Peña, El País 
 
Como una peste medieval. Más de doscientos cincuenta millones de enfermos, más de cinco millones de muertos, astronómicas pérdidas en todas las monedas, casi la mitad de la población mundial aun sin vacunar, y, sin embargo, con toda su dimensión, esta, la epidemia de más rápida y global expansión en la historia, no ha sido una de las más letales.
 
¿Por qué? No lo sabemos con precisión. Pero sí que más allá de la patogenia del virus, el “factor humano” con sus contradictorias acciones es el que ha determinado avances y retrocesos en esta tragedia que no termina. Somos parte mayor del problema y de la solución. Contra la insuficiencia de los sistemas sanitarios, el esfuerzo ingente de su personal. Contra la ciencia, la superstición. Contra las campañas de vacunación, la resistencia de muchos. Quizá entre estos haya quienes se oponen, como los animalistas al toreo (culpable de todos los males), por considerarlas violadoras de los derechos de los virus. La verdad, no lo he oído decir literalmente, aunque sí percibo algunas aproximaciones.
 
Por ejemplo, el doctor Jorge Iván Ospina (colega médico), alcalde de Cali, hace poco, paara rechazar la próxima temporada, declaró con rotunda superioridad moral que los taurinos vivimos en la premodernidad (edad media). Lo cual, de plano nos hace sospechosos. Paradójico. Aquella época fue marcada por moralismos, satanizaciones, intolerancias, persecuciones y autoritarismos, como los desplegados hoy, en la frívola posmodernidad, contra la tauromaquia y sus fieles.
 
No, señor alcalde. Ni pre ni posmodernistas. Quizá valga recordar algo que su señoría no sabe u omite. La corrida de toros actual es una ceremonia pública simbólica, legal, de origen tan viejo como la cultura, cierto, pero de concepción, valores y formato moderno (siglo XVIII). Comienza con el reemplazo en su jerarquía de los caballeros por los peones, el pueblo, representando el retroceso del feudalismo. Y es contemporánea con la ilustración, la revolución industrial, la democracia parlamentaria, el humanismo, los derechos humanos, la igualdad, la libertad de credo, y el principio de que los servidores públicos lo son de todos los ciudadanos y no solo de los que comulgan con sus gustos, fobias o conveniencias.

lunes, 8 de noviembre de 2021

POR DEPORTE - VIÑETA 431

 
VIÑETA 431
 
Por deporte
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 8 2021
Perera, Diosleguarde, Martínez y Fonseca. Fotograma: Plaza Toros TV
 
Se jugó la final de la “Liga Nacional de Novilleros” en Moralzarzal. Ganó Isaac Fonseca, y solo haría falta decir que se llevó la copa por goleada para entender que hablamos de un campeonato de fútbol.
 
Sí, los cuatro triunfadores de las eliminatorias regionales que habían tenido lugar en Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha y el Norte: Manuel Diosleguarde, Jorge Martínez, Isaac Fonseca y Manuel Perera concurrieron al último enfrentamiento (sin librar una semifinal), con mucho espíritu deportivo, respeto por los contrarios, juego limpio y estoico esfuerzo. Pero evidentemente no con la consigna olímpica del barón Pierre de Cubertín: “Lo importante es competir no ganar”.
 
No era posible, aunque lo sigan diciendo, eso ha sido derogado universalmente por el pragmático imperio del deporte-negocio (sport-bussines), representado en el otro lema no menos célebre del coach del fútbol americano Vince Lombardi: “Ganar no es lo importante, es lo único”.
 
Lo confirmaban durante la premiación los rostros de los jóvenes, quienes hicieron énfasis en su tenacidad, duros entrenamientos y planificación previa. El ganador pleno de gozo y los derrotados con evidente desazón. Era lógico. Mas hay que decir en justicia que cuando el encuentro se decide por los tantos anotados u orejas, aunque todos hayan competido con denuedo, no existe igualdad de condiciones. No puede haberla pues cada toro es un mundo, y esto en esencia es lo que diferencia la corrida de una justa deportiva.
 
Los norteamericanos, cuya cultura es hoy la verdaderamente globalizada, tienden a concebir el toreo como un deporte (juego, competición, enfrentamiento físico), no como un arte. Ya se nota. Y aunque asimilar lo uno a lo otro pueda ser bienintencionado, sonar “modernizador” y atraer temporalmente interés público, me parece artificioso, irreverente y vulgar.
 
Yo por mi lado, anacrónico aficionado (acepto), he creído siempre que el sin par, muy culto y ritual arte de torear pende más de la inspiración que de la transpiración. Misma filosofía contenida en una de las históricas respuestas que soltó el ingenioso torero don  Rafael Gómez Ortega “El Gallo”. La dio hace más de un siglo, cuando precedido de su gloria llegó turista en barco a Nueva York.
 
La curiosidad de los reporteros estadounidenses que aguardaban al insigne matador se tornó en estupor al ver descender por la escalerilla del transatlántico un hombrecito bajo, calvo y de aspecto endeble.
 
–Pero mister, ¿Cómo se entrena usted para luchar con tantos toros enormes y bravos? –preguntaron a coro.
Y “El Gallo” circunspecto les contestó Fumando puros.

lunes, 1 de noviembre de 2021

PARA BIEN Y PARA MAL - VIÑETA 430

 
VIÑETA 430
 
Para bien y para mal
Jorge Arturo Díaz Reyes, XI 1º 2021

“Rafio” reabre La México, Foto: Sergio Hidalgo, Al Toro México

Tras casi dos años de clausura (por enfermedad), reabrió el sábado la plaza de toros más grande del mundo, La México, y lo hizo con la mayor entrada, también en el mundo, durante los últimos dos años. Casi 20 mil espectadores, los cuales, valga decir, quedaron muy holgados en las 41.262 localidades que ofrece la Monumental.
 
En términos revisteros, menos de medio aforo, y si se trata de ver con ojos realistas la cosa, muy poco tras el largo ayuno, para una capital históricamente taurina, que cuenta en su área metropolitana con más de 20 millones de habitantes. Pero, bueno, hay formas de ver las cosas. Cada quien juzgará. Por mi parte, dadas las circunstancias, un taquillazo. Que marcó además la inauguración de una nueva temporada nacional y continental americana, junto con la novillada el mismo día en Zacatecas.
 
El asunto fue el toro, como siempre. Seis, escogidos para tan significativa ocasión por los ganaderos de: Rancho Seco, La Joya, Arturo Huerta, Jaral de Peñas, Los Encinos y La Joya. Con 505 kilos promedio, edad reglamentaria según las tablillas y diversa lámina como era de esperar por su origen. Mas de trapío discutible, que desató protestas ruidosas para el 5o. En cuanto al juego, el denominador fue la poca raza y escaso fondo. Quizá todo lo resume Pepe Mata en el titular de su crónica. “El público reclamó la incontestable verdad del toro en todo su esplendor”.
 
Respecto a la “novillada extraordinaria” de Zacatecas, hubo consenso en que los utreros de Guadiana estuvieron por debajo de la novel terna. Doce reses de siete ganaderías mexicanas arrojan un balance negativo. Es apenas un comienzo, sí, pero igual podemos decir que por la exigencia de la fecha, este sondeo con lo mejor que pudo encerrarse no pasa.
 
Y aunque sea lugar común hay que repetirlo. Para bien y para mal el fundamento de la tauromaquia es el toro. Su plenitud, su edad, su madurez, su cuajo, su ofensividad, su integridad, su belleza y su casta. Todo en uno, ningún factor es prescindible. Sobre tal pedestal descansa el honor de la fiesta, de sus protagonistas, y la credibilidad de las empresas ante la clientela. Cualquier esfuerzo de reconstrucción o salvamento del toreo tendría que partir de allí, antes qué de la mercadotecnia, la publicidad o el reformismo.

lunes, 25 de octubre de 2021

CON LA PANTALLA HEMOS TOPADO - VIÑETA 429

 
VIÑETA 429
 
Con la pantalla hemos topado
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 25 2021
 
Las Ventas, clarines y timbales, Fotograma: Plaza Toros TV

Si hay actividad humana que haya tenido reatos para dejar entrar en ella la televisión es el toreo. Aun cuando las noticias, el arte, la ciencia, la cotidianidad íntima (reality), el sexo (véase la bimillonaria pornografía), cuando todo, todo sucedía en vivo y en directo ante las cámaras, y se podían ver como estando ahí, guerras, cataclismos, crímenes, masacres, conciertos, exposiciones, cirugías, ritos, secretos vergonzosos…
 
Cuando casi salpicaba la sangre a los televidentes, cuando los terremotos estremecían sus poltronas, cuando los niños morían de hambre frente a todos, cuando las lágrimas ajenas mojaban las mejillas propias, cuando los locos tiroteaban supermercados, escuelas, restaurantes.... Los hipócritas mediáticos vetaban la transmisión de corridas por “crudas y crueles”, y empresarios, ganaderos y toreros les hacían el juego negándose con virginal pudor a dejarse televisar.
 
Y era que no lo necesitaban. Las taquillas asediadas por multitudes para las cuales no alcanzaba el papel, hacían que esa plata sobrara. El negocio era tan próspero, quizá excesivo; se vendían todos los toros, todas las entradas, todos los carteles y acá y allá la clientela se abonaba de por vida. Todos ganaban. Sí señor. Es que no hace mucho, apenas en el 2008, último año en que un solo matador (El Fandi) subió a las 126 corridas toreadas. Luego vinieron en fila crisis, declive, pandemia y, claro, la necesidad...
 
Entonces, casi en artículo mortis, una empresa (Movistar) logra entrar cual rescatista para sacar la corrida del atolladero a ser mirada en escala global con todo detalle. Más íntima y ubicuamente que en la plaza. Y el tendido se amplió, virtualmente al infinito. También pagando por supuesto, lo cual puede multiplicar los ingresos en la misma proporción.  
 
Sin embargo, no ha pasado sin dudas, reticencias ni críticas. No hay que desesperar, es natural, es bueno, estimula. No hay nada perfecto, y, además, como decía Voltaire: lo perfecto es enemigo de lo bueno. Y al parecer la buena televisión llegó al ruedo para quedarse. Con ella hemos topado. Quizá sea el camino de salvación.

lunes, 18 de octubre de 2021

AL SOLDADO CONOCIDO - VIÑETA 428

 VIÑETA 428
 
Al soldado conocido
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 18 2021
Las Ventas en otoño. Fotograma: Plaza Toros TV
España, segundo año de la pandemia, mayo. El contagio y la mortalidad arrecian, se extreman las restricciones, la economía en baja y la infelicidad aumenta. 
 
Unos más, otros menos, todos sufren. También la fiesta, que debilitada desde mucho antes de ser arrollada por la peste, apenas sobrevive. Sus  grandes ferias canceladas; Valencia, Castellón, Sevilla, Ventas… y se prevé qué tampoco reabrirán, Pamplona, Bilbao, Logroño, Santander, Zaragoza… 
 
Las estadísticas por el suelo. Las ganaderías entre pérdidas y amenazas de cierre. Toros al matadero (sueño de animalistas píos). Los toreros de toda categoría en cese. El toreo batiéndose por su vida en ruedos menores, en humildes gestas, en pequeñas glorias. Enrique Ponce, que tenaz había liderado la resistencia en el infame 2020, abandona intempestivamente, sumándose a otros connotados, que quizá esperando mejores vientos contemplaban la debacle desde sus refugios cuarentenarios.
 
Empresarios menores arriesgan. De pronto, Carabanchel monta un San Isidro atípico, periférico, sucedáneo del abortado venteño. Brillan retadores: Roca Rey, Emilio de Justo, Juan Ortega. Finito, decano de los espadas activos, toma la suya y arrima el hombro. Le siguen otros que no se duelen; El Juli, Manzanares, Ferrera, Luque, Perera… van donde no iban, hacen lo que no hacían. Es que no hay de otra, es lo suyo, su modus vivendi, lo que pende del hilo de su esfuerzo. La feligresía, que sigue ahí, asoma como le permiten los minimizados aforos. Se lucha por separado. Se. adelantan novilleros bizarros, Rufo, Perera, Fonseca…
 
La Maestranza se aventura con un San Miguel, al que luego su empresario llamará “histórico”. Simón Casas reabre Las Ventas para un Otoño no menos trascendente y confiesa: “esto solo ha sido posible gracias a que toreros y ganaderos rebajaron sus honorarios”, y sobre todo, claro, (ha debido decirlo) a la afición que también padece y carece, pero como siempre pone su diezmo. No solo en la taquilla, también en la televisión de pago, providencial salvavidas, quizá  definitivo si se la valorara inteligentemente.
 
Quién lo hubiese creído, llega octubre, concluye la  temporada, y el balance sorprende. Se toreó más que en el 2019, cuando no había pandemia. ¡Increíble! Los toreros apretaron la competencia, las figuras aceptaron hierros y pisaron cosos modestos, pese a que menudeó el cinqueño y escaseó la concurrencia. ¿Una revolución? ¿Un retorno? Qué importa. Sucedió.
 
Y ahora, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) anuncia que para marzo la pesadilla cesará o se hará endemia y de cualquier manera tendremos una “nueva normalidad”, con o sin el virus ¿Qué?
 
Quizá lo primero, sería recordar a quienes pusieron el pecho en el fragor de una batalla que se creyó perdida, y tener la decencia de agradecerlo. Y sí es que no se pudiese a uno por uno, al menos al que como el soldado desconocido los represente a todos. 
 
No importa que sea conocido y que sus hechos hayan quedado bien a la vista en el medio centenar de corridas que libró superándose a sí mismo, expandiendo su tauromaquia y yendo más allá de su deber. José Antonio Morante de la Puebla, creo.
 
 
 

lunes, 11 de octubre de 2021

EL TORERO BONITO - VIÑETA 427

 
VIÑETA 427
 
El torero bonito
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 11 2021 
«Torero». Pablo Picasso, 1970 (Óleo sobre lienzo). Fragmento cartel, RMR

Por allá, en un mayo lejano de cuyo año no puedo acordarme, le oí a un empresario de Cañaveralejo, uno de los más exitosos: “Ahora me voy a España y contrato tres o cuatro toreros bien bonitos pa reventar esta plaza. Lo decía jocosamente, pero lo sabía cierto, y lo hacía.
 
“Torero apuesto hace paseíllo con una oreja en la chaquetilla” y Vende. Pero no son solo los toreros, ni quienes como ellos tienen por oficio la exhibición propia; modelos, actores, artistas, mediáticos…, los que disfrutan esa ventaja o sufren ese hándicap. No, todos. El patrón estético social es ley de gravedad humana. La fiesta no es para feos, canta un viejo son cubano…
 
Fuerza biológica, gregaria, universal, que como instinto actúa independiente de la voluntad y la consciencia. Se ha comprobado estadísticamente, artísticamente, científicamente... Los jurados escolares, judiciales, laborales van más inclinados a favor de los estudiantes, reos, aspirantes atractivos. Y qué decir de las masas compradoras. Si lo sabrán los publicistas, mercaderistas y profesionales de la imagen. Sobra ver los anuncios que incitan a comprar hasta lo que no se necesita.
 
No es asunto baladí. La belleza física de una mujer causó hace unos treinta siglos la guerra más famosa de la historia. La industria cosmética (del encanto personal), sin contar la cirugía plástica, es casi tan poderosa como la militar, la psicotrópica (incluido el alcohol) o la petrolera. Según los analistas globales de mercado, superó en 2017 los 530.000 millones dé dólares en ventas y estiman que para 2023 alcanzará los 800.000.
 
Pero volviendo a la plaza, la predispuesta simpatía del público, que también puede ser inducida en otra infinidad de formas, no basta. Luego salta el toro, pone a cada cual en su sitio. E igual que a los estudiantes, reos y aspirantes carismáticos, les conviene también ser inteligentes, inocentes o aptos, al torero bonito, más le vale, torear bien, emotivamente.
 
Agustín Lara llamó al poco agraciado Silverio Pérez “tormento de las mujeres”, en su famoso pasodoble, y no fue mera licencia poética. Él, aficionado que no cambiaba por un trono su barrera de sol, sabía porqué lo decía, como quizá lo hubiese podido decir también del “Divino calvo”, Belmonte, Manolete y otros “toreros, torerazos” que, no fueron caritas de salir al ruedo con una oreja en la chaquetilla, pero sedujeron sus épocas y siguen haciéndolo. El buen toreo embellece.

lunes, 4 de octubre de 2021

TORO Y CIRCUNSTANCIA - VIÑETA 426

 
VIÑETA 426
 
Toro y circunstancia
Jorge Arturo Díaz Reyes, X 4 2021
“Farolero” 5º en Las Ventas, octubre 2. Foto (fragmento): Andrew Moore, deltoroalinfinito
 
Eran por ahí las ocho en Las Ventas el sábado, cuando salió al ruedo “Farolero”, el quinto. Castaño requemado, medio careto, adulto, casi, casi en sus seis años, hondo, cuajado, con 623 kilos a cuestas, bien puesto de pitones. Lo que llaman serio de verdad.
 
“¡Uf! Un despropósito”. Bueno, quizá no lo escuchamos, pero como si lo hubiéramos hecho de tanto como nos lo dicen cada que vemos un toro así. El reflejo condicionado es inevitable. Lo saludó una ovación. Madrid guarda ese arcáico criterio de que el toreo es con toro.
 
Ya lo habíamos marcado, acá y allá, en la información previa…, datos, fotos y videos del sorteo (bendita tecnología). Y todos lo esperábamos, los presenciales, que habían obligado el cartel de “No hay billetes” en la taquilla, y los virtuales del resto del mundo en la estupenda transmisión de Movistar (que también pagamos), con la ventaja de que nunca se nos acaba la boletería, para esta localidad ubicua, mágica, privilegiada, que ve y oye todo desde la poltrona de la casa. Unos deseando que también fuera bravo y otros, tal vez, que pegara el petardo para refrendarse y sacar pecho.
 
No se prodigó en el primer tercio, donde se mostró algo disperso e indócil. Fue de largo tres veces al caballo empujando sin mucho celó inicial y luego apremió los banderilleros. Pero apenas asomar la muleta y atacó fiero los nueve doblones genuflexos por bajo y los dos de pecho. Descarga de alto voltaje que conectó la plaza echando chispas.
 
Y a más repitiéndose grande, sin desmayo en las ocho tandas por uno y otro pitón y en sus broches. Exigiendo, apretando y advirtiendo que cobraría caro cualquier falta de firmeza. Emilio de Justo respondió. Plantado en jurisdicción, expuesto, veraz, oponiendo pasión a la bravura, aguantando la posición. El tendido rugía en sostenido cuando con la misma codicia del principió acometió las cuatro derechas sin ayuda, las cuatro trincheras abajo, la cita para el honorable volapié, la estocada total y la muerte en los medios. Muriendo como lo que fue.
 
Al clamor de ¡Torero! ¡Torero! siguió el de vuelta al ruedo para el arrastre. No se le concedió, pero la ovación para los restos fue atronadora. Momento cumbre de una temporada histórica en la cual ganaderos, toreros, empresarios, aficionados, medios… han plantado cara a la adversidad y no solo la han lidiado, sino que forzados por las circunstancias han tratado de purgar los ventajismos, imposturas y melindres que antes de la pandemia ya tenían grave la fiesta. El garcigrande “Farolero”, número 90, explicó todo eso en veinte minutos, y sin decir una palabra… para quien pudiera interesar.