martes, 14 de enero de 2020

BAJANDO DE LA MONTAÑA - VIÑETA 337

Viñeta 337

Bajando de la montaña
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, enero 14 de 2020  
Manizales enero 11 de 2020. Foto: Camilo Díaz
De Manizales a Cali, caer mil cien metros verticales y correr 258 kilómetros horizontales por una carretera mitad quebrada, mitad plana, mitad curva, mitad recta, mitad lenta, mitad veloz.

Cuatro horas largas, quieto, mirando el camino, repasando conocidos paisajes, oyendo el runrún del motor, la mente a vuelo de pájaro divagando libre. Lo reciente, lo viejo, lo próximo, lo lejano, lo bueno, lo malo…



Han pasado tantas cosas estos días. El despertar del año. El volver a la rutina. Los nuevos alcaldes tan pronto asumieron comenzaron a despotricar envalentonados contra las corridas. En España el gobierno recién conformado las amenaza. En México se reanuda la temporada grande. Bogotá y sus seis carteles en lontananza. La última semana. La soleada plaza en el filo. El mucho y devoto público. La inspirada faena nocturna de Arcila. La estocada suicida de Bolívar al avieso juanbernardo. Castella con la feria al hombro. El quite del Juli al segundo de la encerrona, cuántos recordaron en él a Pepe, hace ya tantos años. El imperfecto gran encierro de Barbero. Ese novillo sexto de Armerías tan bravo, quizá el más de la feria. Los pobres pitones y el resto, de los de Gutiérrez, tres ovacionados, uno de vuelta al ruedo. Ponce, idolatrado, aclamado y cantado sin estoquear sus toros. El estético Aguado ante un inválido. El Cid despidiéndose a hombros y volviendo a los dos días a torear de caridad. Rincón llorando. Camilo corriendo con su cámara por el callejón. El sorprendente palco. El “excepcional” pasodoble tocado cada rato. El “tendido joven” repleto y enrumbado siempre. Los ministros repantigados en sombra. La estupenda organización. La hospitalidad. Juan Carlos discreto. Las multitudinarias salidas de corrida. Ponchos y sombreros. Un río fluyendo cuesta arriba. Rafael Giraldo explicando y toreando al aire en la puerta del Yaripá. Mauricio Brand predicando en la cantina. Los viejos queridos amigos de siempre, el dolor por los que no llegaron. Los minutos de silencio. La ciudad toda enfiestada. Los mil espectáculos. La entrañable sonrisa de Laristy. Las populosas calles. El tango. El ron de la tierra. Las noches largas. El estruendo en el parque de Bolívar. El aroma de buen café. Manizales, tal cómo es, única, virtudes y defectos, campechanía y estilo, tradición y moda, será el último fortín de la fiesta en Colombia. Manizales ayer, Manizales siempre.

EL DISCURSO DEL DOCTOR RUIZ - VIÑETA 336


Viñeta 336

El discurso del doctor Ruiz
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 31 de 2019


Juan Gallardo, cogido brutalmente durante la última corrida del año en Sevilla, ruega en agonía que hagan venir de Madrid, al doctor Ruiz. Este, se apresura y llega tan pronto como “El expreso” lo permite... Al otro día.

Jovial, bajo, mal trajeado, bamboleando el péndulo abdomen al ritmo de sus cortas piernas, el brujo de la tribu torera, parece una voluntaria caricatura de su mito “milagroso”, penúltimo recurso antes de Dios.

La noticia del trance ha cundido en alarmantes versiones. La ciudad y España toda, penan por la suerte de su primera figura. El esperado entra, indiferente a la curiosidad y a la fe que le rodean, escucha los pesimistas médicos de plaza. Examina el herido y, sin más, exclama como en broma: “!Ánimo bueno mozo que de ésta no acabas!... el que no muere en la misma plaza casi puede decir que se ha salvado”. Así fue.

Luego, páginas adelante, aficionado al fin y al cabo, se dedica a pontificar sobre los toros junto al lecho del paciente. Reprende las auto-inculpaciones del banderillero de confianza, quién dolido por el percance de su matador, reniega del toreo como: “arte de otros tiempos, oficio bajo, reaccionario y bárbaro”.

Nada. --El toreo es un progreso --le contradice. Y emprende una larga y cruda defensa de la fiesta que, mal leída, hoy podría tomarse por ataque. Tanto, que ha dado pie a interesados en reclamar un supuesto antitaurinismo de Blasco Ibáñez, el autor, igual a como intentan descubrirlo en la obra de Goya y otros genios.

Sí es barbarie, acepta el doctor Ruiz, pero barbarie necesaria y justificada, pues nace la corrida moderna tras la desaparición del Santo oficio y su espectáculo popular de quemar herejes, al cual reemplaza como diversión de masas. Como forma reglada y simbólica liturgia de liberar feroces instintos humanos, con una sinceridad de la cual son incapaces otras culturas que a cambio los estimulan y explotan de maneras hipócritas y a la vez más crueles. E ilustra con los mismos ejemplos de brutalidad general contra los animales y la naturaleza, que ahora son aún más evidentes.

“Sangre y Arena” es la gran novela de los toros. No me cabe duda. Nunca antes ni después se ha publicado una que se aproxime a su calidad literaria, fuerza emocional ni al realismo con que recrea ese mundo, ese país, esa época. Tampoco a su repercusión cultural global. Publicada en 1908, recrea los finales del siglo XIX y se ha hecho clisé que su protagonista, está inspirado en la vida y muerte de “El Espartero”. Cómo negarlo.

Un clásico sin duda. Leído con ojos de aficionado, sorprende su vigencia. Cómo si la realidad hubiese querido imitarla de allí en adelante. Cuánta similitud de sus personajes, vicisitudes y contextos con los de hoy. Cuánta, en las peripecias del maletilla Juan Gallardo, con los muy célebres relatos posteriores de:  Perez Lugín en “Currito de la cruz”, Cháves Nogales en “Juan Belmonte matador de toros” o Lapierre & Collins en “O llevarás luto por mí” (Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”).

Y cuánto se asemeja el discurso del doctor Ruiz con el de algunos aficionados actuales, que intentando defender atacan la fiesta. La vida termina pareciéndose a la literatura decía García Márquez.


COLOMBIA EMPIEZA EN CALI - VIÑETA 335

Viñeta 335

Colombia empieza en Cali
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 24 de 2019 

Amazona en Cali. Foto: Camilo Díaz
Se, velan armas en Cañaveralejo para el inicio de la feria 63 y la enėsima temporada nacional. Quince matadores, tres de novillos, doce de toros aguardan por seis encierros que saldrán a muerte flameando diez divisas y marcados con diez hierros distintos.

Por buenos antecedentes vuelven: Alhama (novillada), Ernesto González (festival), Ernesto GutiérrezAchury ViejoJuan Bernardo CaicedoFuentelapeñaPaispambaSalentoGuachicono, y debutará Orbes el 31, con el concurso de ganaderías que clausura el año fúnebre de su fundador don Manuel. 

Habrá goyesca, la segunda, y no habrá monoencaste. Las estirpes: Domecq, Parladé, Conde de la corte Murube y Santacoloma estarán equitativamente representadas en defensa de su prosapia; trapío, bravura y nobleza. En el papel, esta correlación torista es de gran interés para el aficionado, a los toros digo, Pues de ella pende casi todo.

Lo demás correrá por cuenta de cinco espadas españoles, seis colombianos, dos mexicanos, un francés y un peruano: don Enrique Ponce, que viene cantando la primacía conquistada por sus tres décadas en figura. El Cid, precedido por su apoteosis de Zaragoza cerrará el 30 un largo 2019 de adioses. Paco Ureña, lujosa sustitución de Manzanares y debutante, llega con la oreja de oro y el título como triunfador de la temporada europea. El muy serio Emilio de Justo, refrendada revelación del 2018. Román, avalado por su festivo y comprometido arrojo. Sebastián Castella, primer torero de Francia y séptimo en la estadística contractual. La vigencia renovada del macho toreo mexicano será sustentada por el irreductible Luis David Adame, y el siempre sorprendente novillero Diego San Román. Y el limeño Roca Rey, regresando de una grave lesión a reclamar su sitio de amo de la taquilla. Esta legión extranjera, documentada, pero menos placeada que otros años, deberá contar en general con más empeño y acierto a los mostrados en sus recientes andanzas por México y Perú.

El bando nacional, aún menos lidiado, defenderá la patria con los caleños poseedores del trofeo Señor de los Cristales: Luis Bolívar y Paco Perlaza. Los finos paisas Juan de Castilla y Luis Miguel Castrillón. Y los inicialistas novilleros: el constante bogotano Gitanillo de América (II) y el sogamoseño Sebastián Hernández en vísperas de su alternativa manizaleña. La tienen difícil.

Suenan clarines. Cada cual tendrá su opinión y yo la mía. Toreros y ganaderías están justificados. Pero extraño algunos nombres autóctonos, no solo acá, sino en toda la temporada colombiana. Primero, dos ausencias: Mondoñedo, todos saben por qué, y Ramsés, nadie sabe por qué. Pero ya no caben cuitas, la suerte está echada, y sobre el viejo ruedo de la reestructurada plaza lo que ha de pasar pasará. Hay que verlo.

martes, 17 de diciembre de 2019

CRÉDULOS POR CREYENTES - VIÑETA 334


Viñeta 334

Crédulos por creyentes
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 17 de 2019

Foto: www.las-ventas.com
¿Cuántos de los asistentes a una corrida vuelven? Muchos, aún. Así sean cada vez menos y con menor frecuencia, como indican las decrecientes estadísticas de la fiesta. Creo que los espectadores de una sola vez en la vida siguen siendo una pequeña parte del total cada tarde.

Aún en ciudades proverbialmente taurinas, Madrid, por ejemplo, donde para los turistas la experiencia de ir a los toros hace parte del paquete prepagado (sin importar que por lo abigarrado del tour sean apenas los tres primeros, o solo uno según los nervios del debutante). No tengo cifras, pero quizá ese porcentaje de visitas primerizas y únicas vaya en aumento, según el reciente interés de algunas empresas de viajes en el toreo.

Mas la otra pregunta, clave, para empresarios y en general para quienes profesamos el culto, es porqué los asiduos y aficionados ralean su concurrencia o terminan desertando. Y en progresión, a juzgar por los muchos festejos que se dejan de dar año tras año, el despoblamiento y desaparición de ganaderías, el subempleo torero… Ahí, sí hay números contundentes.

Esta es una cuestión de mayor calado, de vida o muerte, pues la pérdida de fieles, que desde lo económico se puede paliar temporalmente con el público de aluvión, marca también la pérdida de fe y el debilitamiento del credo, que por ese camino puede terminar modernizándose de rito canónico a espectáculo pintoresco, en el que cualquier histrionismo, coreografía, truculencia que atraiga la curiosidad de aquella novelería más crédula y menos creyente será bendecido por la rentabilidad momentánea.

Sí, poco a poco los de siempre se alejan, llevándose con ellos la herencia que asegura el futuro. Pero en lugar de intentar atesorarla, su abandono se saluda como una necesaria renovación. Insistiendo en la más incierta y retórica de las manidas consignas para “salvar” la fiesta: “Esto hay que cambiarlo, hay que ponerlo a tono con los tiempos que corren”.

Podrá sonar lógico, pero no. A qué quieren cambiar. En qué quieren convertirse. Cuáles son los tiempos qué corren ¿Los de la virtualidad? ¿Los de las cosas no son como son sino como parecen?

jueves, 12 de diciembre de 2019

MURIÓ GERMÁN WOLFF - VIÑETA 329A

Gran Aficionado colombiano

Alicante 2000, German Wolff al centro, con su esposa Vanessa y Jorge Arturo Díaz
El martes 12 de noviembre a las 9 de la noche, tras breve y fulminante enfermedad falleció en su natal Medellín, Colombia, Germán Augusto Wolff Idárraga. Tenía 67 años. Distinguido cirujano plástico de prestigio internacional, docente universitario y por 20 años director del programa de postgrado de la Universidad de Antioquia. Adquirió desde niño la tauromaquia como vocación alterna. Habitual en las ferias de su país, España y Francia, había regresado a su sede y labores tras asistir a las de San Miguel en Sevilla y Otoño en Madrid. Pocos días después enfermó.

De ancestros alemanes y vascos, pero con tradición taurina de generaciones, ejerció una afición de talante riguroso y purista con acento en la estética. Vivía las corridas con exigencia, intensidad y expresividad poco comunes. Amó la fiesta con celo y admiró diversas tauromaquias, pero su preferencia manifiesta por las de Curro Romero, Manzanares (padre) y Morante de la Puebla definían su concepto.

Contrajo amistades y afectos en muchas de las ciudades taurinas del mundo, las cuales no eran inmunes a sus reclamos, altisonancias y contradicciones cuando de los cánones trataba. Germán también fue una fiesta     



VISIONES DE OTRA FIESTA - VIÑETA 333

Viñeta 333

Visiones de otra fiesta
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 10 de 2019

Ruano Llopis 1934
Entre las imágenes que marcan la infancia de mi afición está la de un gran cartel en “Casa da Troya”, esquina noroccidental de la Plaza de Caycedo. Recién había vuelto de Bogotá, por vacaciones. Fue al pasar, una mirada momentánea. Iba en la camioneta de mi padre. Se acercaban la navidad y la temporada. Serían las once de la mañana, brillaba el sol, hacía calor, había en el ambiente una festiva exaltación.

El reencuentro, el haber dejado lejos, aunque solo fuese por unas semanas, el frío, el internado… la sensación de libertad y la inminencia de acontecimientos inciertos y emotivos agitaban. Me impactó. Los colores, el tamaño natural, el realismo y la fantasía. Todo al tiempo, como un relámpago. El ruedo claroscuro, en primer plano el castoreño volteado, luego el torero verde y oro, de espaldas, arrodillado, la mano derecha por encima de la montera desplegando el capote rosa, echando el torso al viaje del toro berrendo que lo enrosca. Más allá el picador y el caballo sin peto se marchan. Es un quite. Al fondo, la barrera, la masa indefinida, la balconada, el tejadillo, el cielo azul. Y encima, de borde a borde, sobre una panoplia de muleta, banderillas y espada, una bella mujer con mantilla se asoma por entre las grandes letras de la palabra “Toros”.

Todo junto, todo al golpe. La evocación, el arrojo, la valiente alegría, la celebración heroica, la fiesta máxima, el deseo de vivirla, y la promesa de ser siempre parte. Una epifanía. Los detalles, la información, el autor vinieron luego. Mucho después lo supe, una litografía de Ruano Llopis. En aquella época feliz, los carteles venían de España y luego se sobreimprimían los datos a necesidad. Lo esencial era la imagen, lo demás, accesorio.

Han pasado tantos años, tantas cosas y el recuerdo permanece. Más exigente cada que me agrede alguno de los esnobistas avisos de corridas y ferias, tan en boga. No voy a discutir ahora si estos son arte, artesanía o artería. Solo digo que no me gustan, que no me hablan, que no me invitan y además que no los veo como carteles de toros, como parte del clásico género definido por genios durante casi trescientos años.

Quizá cumplan la función comercial básica de cualquier aviso; llamar atención, informar, anunciar. Quizá puedan reclamarse arte, al fin y al cabo, en él cabe todo el espectro sensorial y emocional. Y quizá también puedan argumentarse como nuevas visiones, vale. Pero visiones de otra fiesta, otra iconografía, otra verdad, otro tiempo.



martes, 3 de diciembre de 2019

TOROS A LA CUMBRE - VIÑETA 332


Viñeta 332

Toros a la cumbre
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, diciembre 3 de 2019

El toro bravo (en peligro de extinción), una minoría ínfima de los bovinos que habitan el mundo, pacía y se batía en su hábitat natural, desde infinidad de siglos antes de que ni las más desaforadas mitologías pudiesen imaginar las enormes islas de plástico flotando en los océanos, la gruesa capa de polución atmosférica, los continentes de porquería vertidos desde las profundidades marítimas hasta la cima del Everest y más allá (estratosfera), el descongelamiento de los polos y el apocalipsis now con los que el “progreso” nos amenaza.

Ni siquiera los modernos genios de la ciencia ficción: Verne, Wells, Asimov o Ray Bradbury… (muerto hace apenas 7 años), lo sospecharon. Tan repentina y lacerante es la culpa o el miedo por este monstruoso fenómeno de suciedad industrializada y cambio climático, que la humanidad (su causante), clama como el Raskolnikov de “Crimen y castigo”, al borde de un ataque de nervios: ¡Qué hemos hecho!

La cumbre climática de la ONU en Madrid, con asistencia de casi 200 países, incluidos 50 jefes de estado es eso. Un grito desesperado. Un acto colectivo de contrición; la enfermedad del planeta somo nosotros, la especie “inteligente” que ha proliferado descomunal, indecente y abusivamente, rompiendo todas las barreras del equilibrio biológico mundial. Hemos pecado.

Qué, no-científicos tan poderosos y acatados como Donald Trump desmientan las evidencias científicas calificándolas de cuentos de viejas o consignas de disidentes delirantes, agrava el problema y aleja la salvación.

Sin embargo, reconozcamos, frivolidad, insensatez y prejuicio campean en ambos bandos. ¿Cuántos ecologistas hay reunidos en Madrid? 25.000 dicen, y estoy seguro de qué si les hacen una encuesta ya, la mayoría se confesarán ideológicamente antitaurinos. Pues al parecer tales títulos ahora son sinónimos.

Pero, los taurinos, nos consideramos más ecologistas y somos lo uno precisamente por lo otro. Reverenciamos la naturaleza, representándola en el toro, con un rito de ofrenda, respeto e igualdad, cuya histórica omisión es precisamente la que ha puesto en estas a la especie humana.

Ojalá que las conclusiones y compromisos que arroje la crucial cumbre sean incluyentes y no den pie a más prohibiciones, anatemas, persecuciones… contra el ancestral y de verdad ecológico culto cuyo profundo significado y advertencia no se ha querido entender. Sería otro contrasentido.