martes, 26 de noviembre de 2019

TORO, CULTO Y BARBARIE HOY - VIÑETA 331

Viñeta 331

Toro, culto y barbarie hoy
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 26 de 2019


Divertirse con la muerte es perverso. Sí. En eso estamos de acuerdo (los aficionados) hasta con los antitaurinos y en respetuoso desacuerdo con quiénes alegan que la razón de la corrida no es otra que la diversión.

No conozco peor manera de ilegitimarla que tomarla por ocio. Negándole su esencia de culto, de rito. La cual la exime fundamentalmente de la barbarie que sus detractores quieren ver en ella. Ni conozco peor manera de quitarle su justificación moral y entregarla inerme, sin argumentos, a manos y boca de quienes pretenden exterminarla.

La corrida es en sí, un acto público, solemne. Ceremonia de sacrificio, celebrado con pompa y protocolo que pone a los concurrentes una y otra vez frente a la realidad más honda, inexplicable e insoslayable de la efímera existencia. La de que no hay vida sin muerte, y que aquella, (la vida), es una fiesta trágica que más vale transitar y abandonar dignamente.

En ella se mata el toro con identidad, con reverencia, en suerte suprema, batiéndose cara a cara y en ruedo celebrante. No como a la inmensa mayoría, en la sordidez de los mataderos. Permitiendo aún sentir, que, a pesar de la fatalidad biológica, conservamos alguna decencia, respeto y equidad en nuestra relación con la naturaleza

Se oficia para la emoción, conmoción y devoción (catarsis). No para la diversión. ¿Acaso van a divertirse los feligreses a la sinagoga, la iglesia, la mezquita? Por supuesto, esta, igual o más que otras liturgias tiene un componente estético que suma emocional y sensorialmente, pero supeditado a la ética. Forma y contenido, signo y significado implicados.

El apartado de un encierro, un lance, una vara, un par de banderillas, un pase, una estocada, el juzgamiento de una faena deben ser limpios, valientes, justos, leales, respetuosos, honestos. Sino no. Aquí no vale la retórica del arte por el arte. Lo más dañino para cualquier causa, por justa que sea, es desvirtuarse desde adentro.


martes, 19 de noviembre de 2019

EL RITO PRIMIGENIO - VIÑETA 330

Viñeta 330

El rito primigenio
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 19 de 2019

Pintura rupestre,18.000 años. Cuevas de Lascaux
Mircea Eliade, filósofo escritor e historiador de religiones. Rumano, calvo y fumador por más señas, muerto hace treinta y seis años sin la menor posibilidad de ser acusado de taurino, lo constató y luego lo publicó: “El toro y (la mujer) la gran diosa son las deidades que vinculan todas las religiones protohistóricas de Asia, África y Europa”.

Jacques Cauvin, francés y arqueólogo reputado, informa en su libro: “El nacimiento de los dioses y la agricultura”, publicado por la universidad de Cambridge en 1994, que las primeras evidencias de confrontaciones rituales del hombre con el toro, tienen por lo menos diez mil años, aunque de seguro son mucho más antiguas, y que la lucha mortal con el animal sagrado implicaba no un acto de crueldad sino de abnegación al arriesgar y ofrendar los oficiantes en prez y favor de los dioses.

Marija Gimbutas, estonia y autoridad mundial en culturas prehistóricas europeas, con su texto “Dioses y diosas de la vieja Europa” identifica el toro como la primera deidad (el Dios macho), “La Gran Diosa, emerge milagrosamente de la sangre del toro sacrificial y en su cuerpo comienza nuestra vida”.

El toro simbolizó desde los orígenes de la cultura, la virilidad, la fuerza, el poder, la fertilidad, la vida. Su cuerna evocó la media luna creciente, los cambios climáticos que beneficiaban o perjudicaban las cosechas, y traían la prosperidad o el hambre. En su culto se recreaba el misterioso ciclo de la vida, la muerte y el renacer.

No cabe aquí detallar como este rito de ofrecerse al toro y darle muerte ceremoniosa subsistió a lo largo de la historia. Cómo pasó por Sumeria, Egipto, India, Grecia, Roma, Iberia. Cómo los judíos adoraron al toro joven (becerro de oro). Cómo campeó en la Edad Media bendecido por el catolicismo (credo de piedad). Como arraigó en América. Ni como llegó hasta hoy convertido en la corrida moderna.

Pero sí cabría decir que la fiesta de toros, es el único rito sacrificial, que ha sobrevivido desde los albores de la inteligencia, desde el parto de los mitos, desde el alumbramiento de la civilización.

martes, 12 de noviembre de 2019

SI NOS DEJAN... VIÑETA 329


Viñeta 329

Si nos dejan…
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 12 de 2019

Plaza de Santamaría, Foto: Camilo Díaz
Con dos certezas y una incertidumbre, agota el 2019 y afronta el 2020 la afición colombiana. Ciertas, las ferias de: Cali y Manizales. La una que tradicionalmente cierra el año taurino irá del 25 al 31 de diciembre y la otra que lo abre del 5 al 11 de enero. Nueve corridas de toros, dos novilladas y dos festivales entre ambas. Nada más.

Lo azaroso, Bogotá, que debió reducir su anterior temporada solo a tres festejos en febrero y hoy no tiene seguro ninguno.  

De realizarse, lo haría estrenando alcaldesa antitaurina. Lo de alcaldesa es novedad lo de antitaurina, vicio. Será el cuarto período de mandatarios intolerantes a las corridas en la histórica Santamaría, a tan mala hora cedida por su constructor y propietario, don Ignacio, a la tutela de políticos.

Cuatro reinados, declaradamente hostiles: antes, Antanas Mokus, luego Gustavo Petro, Enrique Peñalosa y ahora la electa Claudia López han estrellado su furor prohibicionista contra el muro de la ley (916 del 2004) y la salvaguarda de la Corte constitucional.

Pero a despecho de la legitimidad, no se ha escatimado saña ni boicot. Todo ha valido en la dura travesía, desde satanización, confiscación de botas, prohibición a menores, negación de contratos, papeleos, leguleyadas, intimidaciones, movilización de turbas, cercos, incluso una exculpación radial automática, sin mediar investigación, a la intención antitaurina del atentado terrorista en las inmediaciones de la plaza un día de corrida.

Por todo esto y más han pasado en estos años duros los aficionados de la “Atenas suramericana” sin rendirse. Tampoco lo ha hecho Juan Bernardo Caicedo, el empresario. “Si nos dejan la damos”, dice. Refiriéndose al exiguo plazo para la organización (apenas el 18 de diciembre le asignarían la plaza) y a la excesiva tributación (36% del costo de cada entrada).

Sí, ahí está la cosa, en “si nos dejan”, como cantaba el inolvidable José Alfredo. Querer y derecho no bastan cuando la política choca con la libertad.





martes, 5 de noviembre de 2019

EL HOMBRE DE LA VERDAD - VIÑETA 328


Viñeta 328

El hombre de la verdad
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, noviembre 5 de 2019

Con Alfredo Molano, Plaza de Manizales 2017
Envejecer es alejarse poco a poco del mundo propio. Irse haciendo pasado, extraño al entorno que cambia sin espera. Ir perdiendo rostros, costumbres, lugares.

Habitar el recuerdo más que la ilusión. Andar evocando más que ambicionando, contrariando metamorfosis, refunfuñando… Esto, que antes era plaza de toros, ya no es plaza, ni es de toros, ni esta esquina es ya mi esquina.

Sentir con impotencia cómo desaparecen personajes del drama vital, que con otras voces y otros ámbitos nunca será el mismo.

Se va uno, se va otro, noticia, obituario, funeral, y adelante, siempre adelante que no pasa nada. Pero sí pasa. Nos pasa, los viejos aficionados colombianos seguimos diezmando por bajas en la fila. Coetáneos, afines, amigos de siempre, hoy ausentes por siempre, se han ido.

El último, hace menos de una semana. Notable por su calidad, notorio por su obra, extensa, honda, válida. Publicada con la vida como aval. Sociólogo, testigo, crítico, periodista, escritor, cronista taurino y devoto de la fiesta, que defendió con el mismo denuedo de todas sus convicciones. Alfredo Molano Bravo, llegó a ella muy niño de la mano de su madre y jamás apostató.

Sólido intelectual de izquierda, no aceptó que se la ideologizara, ni se la usara como bandera política. Tampoco, que se le acusara de contradictorio y claudicante por su fidelidad. Decía: “Los toros son arte, movimiento frente a la muerte, no se pueden entender sin el sentimiento… inexplicable, imposible para los animalistas…”

Sirvió cuanto pudo a su país, y hasta el día final como miembro de la “Comisión de la verdad”, órgano internacional que media en el proceso colombiano de paz.

La prensa de todas las vertientes abundó en la noticia de su deceso, con más o menos pesar, con más o menos sinceridad, pero con el unánime respeto que ganó. Hasta hubo antitaurinos que lamentaron la pérdida de “uno de sus contradictores más inteligentes”. De nuevo estamos menos, ahora falta él.

martes, 29 de octubre de 2019

LOS ELEGIDOS - VIÑETA 327

Viñeta 327

Los elegidos
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 29 de 2019

Toro de Cali. Foto: Jorge Arturo Díaz
El domingo pasado los casi mil municipios de Colombia votaron por alcaldes. Como siempre, tremendo revuelo de medios y opinión. Al final, terminado el conteo, los elegidos festejaron como quien logra una cumbre 8.000, se gana la lotería o alza la copa mundo. Había que ver.

Todo lo contrario a la lógica preocupación en quien recibe un fardo sobrehumano de problemas inveterados. Los cuales, además, ha prometido resolver en un fugaz período. Nada, discursos eufóricos, autorreferentes, autoelogiosos con gran jaleo de la hinchada. Y sin alguien en la carroza que como a los generales romanos les estuviese susurrando: “eres mortal, eres mortal…”

Pero es que más allá de vanidades y petulancias los mueve la cultura, la identidad, el folclor. Sin importar banderías, retóricas o latitudes, los cargos de servicio público se asumen, por costumbre política, como trofeos conquistados. Como jerarquías escaladas por encima de quienes les pagarán sueldos y gabelas. Los contribuyentes, todos.

Hasta ahí la parte cómica. La trágica salta cuando el triunfador usa sus atribuciones municipales a satisfacción de las conveniencias y preferencias personales, incluso más allá de lo que marca la ley. Frecuente, todos los sabemos y entre todos los taurinos, claro.

¿El señor alcalde no gusta de los toros? Bueno, entonces que a nadie le gusten. ¿Y la Constitución? Qué importa la Constitución. Yo el supremo.

El domingo mismo, aún con las parrandas en curso, Guillermo Rodríguez, veterano periodista bogotano, publicó en su portal, Tendido 7, un artículo de piadoso título: “Solo pedimos respeto, solo eso”.

Súplica al antitaurinismo galopante de los victoriosos en las tres ciudades dónde aún resiste la temporada colombiana, con sus apenas doce corridas de toros; Bogotá (3), Cali (4) Manizales (5). No hablemos de Medellin y otras, donde a la fiesta la mataron hace rato.

Conmovedor lo de Guillermo, pero insuficiente. Creo, vivido lo vivido y escuchado lo escuchado, que si ya respeto es lo único que podemos implorar entonces quizá sea lo primero y no lo único que nos van a negar…, los elegidos para servirnos.

martes, 22 de octubre de 2019

MURIÓ EN DOMINGO - VIÑETA 326

Viñeta 326

Murió en domingo
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 22 de 2019

Al amanecer. Al tiempo con el duro epílogo de la temporada en España. Su agonía no le dejó redactar un último “Panorama taurino”, que incluyera cómo también a esa misma hora, lejos, en Madrid y Zaragoza se debatían entre la vida y la muerte Gonzalo Caballero y Mariano de la Viña cruzados por los toros.

De haber podido hacerlo póstumamente lo hubiese hecho sin mencionar su propio deceso. Noticioso, nunca noticia, se hubiese omitido así mismo una vez más. Vivió para la fiesta, no de ella. La habitó, la celebró y la sufrió con fervor, fidelidad y desprendimiento. Dentro y fuera de las plazas.

Esa pasión de fan lo empujó al periodismo no profesional, no remunerado, no dependiente, pero siempre al servicio de cómo la concebía, cómo la prefería. Sin timidez ni claudicaciones.

Aficionado liberal, más dado a la innovación que a la conservación. Amigo de cuanto según él contribuyese a mantener el culto vigente, su sistema, su aparato, su funcionamiento. Aún a costa de la tradición y el canon.

Así, honestamente adhirió causas que predicó con denuedo y luego le desilusionaron. Pero nada, era hombre de paz, duro en la convicción, blando en el afecto, tenaz en la batalla, pronto en el perdón, de risa fácil y mano tendida, de fuertes hombros y paso firme. Nunca guardó rencores. Y si ganó el de algunos jamás les dio importancia.

Miembro fundador de la Asociación de periodistas taurinos del occidente colombiano (Astauros) y su revista, fue motor silencioso, sin el menor afán de protagonismo. Habitual de las ferias, vivía las corridas desde la mañana en los apartados hasta la siguiente madrugada cuando tras terminar los programas radiales y televisivos remataba sus minuciosas crónicas.

Aquel hombre de alma provinciana que vio a Rincón recibir un día… de mayo en Las Ventas, a “Santanerito”, se fue del todo. Sin volverle cara al enemigo interno que lo destrozó. Enrique Avilán murió como un valiente.

martes, 15 de octubre de 2019

HISPANIDAD - VIÑETA 325


Viñeta 325

Hispanidad
Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, octubre 15 de 2019
  
¿Qué es la Hispanidad? ¡Ah! sí yo lo supiese. Miguel de Unamuno remató así en 1927 un ensayo breve que ahora citan como redefinición... de que no hay definición, supongo.

Pero sí hay, muchas, cada quien puede llevar la suya. A mí me viene la nada original, de que la patria es el lenguaje y la hispanidad el español. Que también comparten quienes repudian ambos. Porque, ahí está todo, pasado, presente y posible futuro, en ese conjunto de citas, tradición, cultura que hablamos.

El 12 de octubre, para unos “día de la hispanidad”, para los españoles ahora: “Fiesta nacional de España”, se festeja por casi toda América. Desde Estados Unidos, segundo país hispanoparlante del mundo: Columbus day, hasta Argentina: de la diversidad cultural, pasando por Nicaragua: día del locutor (alegórico), México: de la Raza, Venezuela: de la resistencia indígena, Bolivia: de la descolonización, etc. Diferentes nombres para lo mismo, ingeniados a conveniencia por políticos, que mejor deberían recitar con Borges: “Nadie es la patria, todos lo somos”.

Y esos festejos conmemorativos del gran encuentro hispanoamericano que hace medio milenio nos volvió a emparentar (todos descendemos de Lucy), hasta no mucho antes eran con corridas por allá y por acá. Tanto, que se decía: “la hispanidad son los toros”. Ya en estos tiempos de horror y animalismo sobre humanismo, no. Porque taurinamente hablando, la fiesta ha quedado acorralada en pocas plazas. Este año: Madrid, Sevilla, Zaragoza y algunas fieles poblaciones menores de la península, México, Perú y Colombia.

Sitios en los cuales, el perseguido rito pervive abierto ceremoniosamente con himnos nacionales. Pese a las viejas recriminaciones de familia, justificadas y no, secuelas de la conquista, colonia y guerras de independencia, más que del mutuo “descubrimiento” en sí.

Las culturas indígenas (dominadas y exterminadas) eran tan brutales y crueles como la cultura española (dominante), regañó Luis García Montero director del Instituto Cervantes en la efeméride. Y yo, viendo noticieros, no se cuanto menos brutales y crueles resultarían todas las actuales y pasadas juzgadas con igual realismo. La historia universal es infame.

Por ejemplo, el pasado sábado (12) en la cruenta corrida memorial de la capital española, contra el clamor popular, le cerraron la Puerta grande en las narices al único americano del cartel, Colombo (como el Genovés, para más inri). Sin embargo, en los demás lugares abundaron las felices procesiones a hombros de unos y otros, hermanados en la evocación del grito castellano con que Rodrigo de Triana despertó a los dos de la mañana la “hispanidad” hace ya 527 años.