Viñeta 325
Hispanidad
Pero
sí hay, muchas, cada quien puede llevar la suya. A mí me viene la nada
original, de que la patria es el lenguaje y la hispanidad el español. Que también
comparten quienes repudian ambos. Porque, ahí está todo, pasado, presente y
posible futuro, en ese conjunto de citas, tradición, cultura que hablamos.
El
12 de octubre, para unos “día de la hispanidad”, para los españoles ahora: “Fiesta
nacional de España”, se festeja por casi toda América. Desde Estados Unidos,
segundo país hispanoparlante del mundo: Columbus day, hasta Argentina: de
la diversidad cultural, pasando por Nicaragua: día del locutor
(alegórico), México: de la Raza, Venezuela: de la resistencia
indígena, Bolivia: de la descolonización, etc. Diferentes nombres para
lo mismo, ingeniados a conveniencia por políticos, que mejor deberían recitar con
Borges: “Nadie es la patria, todos lo somos”.
Y esos
festejos conmemorativos del gran encuentro hispanoamericano que hace medio
milenio nos volvió a emparentar (todos descendemos de Lucy), hasta no mucho antes
eran con corridas por allá y por acá. Tanto, que se decía: “la hispanidad
son los toros”. Ya en estos tiempos de horror y animalismo sobre humanismo,
no. Porque taurinamente hablando, la fiesta ha quedado acorralada en pocas
plazas. Este año: Madrid, Sevilla, Zaragoza y algunas fieles poblaciones
menores de la península, México, Perú y Colombia.
Sitios
en los cuales, el perseguido rito pervive abierto ceremoniosamente con himnos
nacionales. Pese a las viejas recriminaciones de familia, justificadas y no, secuelas
de la conquista, colonia y guerras de independencia, más que del mutuo “descubrimiento”
en sí.
Las
culturas indígenas (dominadas
y exterminadas) eran tan brutales y crueles como la cultura española (dominante),
regañó Luis García Montero director del Instituto Cervantes en la efeméride. Y yo,
viendo noticieros, no se cuanto menos brutales y crueles resultarían todas las
actuales y pasadas juzgadas con igual realismo. La historia universal es infame.
Por
ejemplo, el pasado sábado (12) en la cruenta corrida memorial de la capital
española, contra el clamor popular, le cerraron la Puerta grande en las narices
al único americano del cartel, Colombo (como el Genovés, para más inri). Sin embargo,
en los demás lugares abundaron las felices procesiones a hombros de unos y
otros, hermanados en la evocación del grito castellano con que Rodrigo de
Triana despertó a los dos de la mañana la “hispanidad” hace ya 527 años.
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