miércoles, 20 de junio de 2018

XIX, XX, XXI... - VIÑETA 256

Viñeta 256

XIX, XX, XXI…
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 29 de mayo 2018

Hace unos años, en El Retiro de Madrid, compré por tres euros con cincuenta, durante la Feria del libro, uno rústico, de pequeño formato y 249 páginas, editado en Barcelona, 1927. “Escritores taurinos españoles del Siglo XIX”.

Volví a él como por instinto, quizás buscando asidero después de ver la decimonónica corrida de Dolores Aguirre, que tan diversa valoración recibió de los escritores taurinos españoles del siglo XXI. Varios de los mejores congregados en Las Ventas el domingo pasado. Su impenitente lector, ha tenido el gusto de conocerlos in situ (Sala de prensa) y el privilegio de merecer algunas de sus amistades.

El autor, Don Ventura Bagües y Nasarré de Letosa, va en su recopilación desde José de la Texeira, histórico amanuense de Pepe Illo para su “Tauromaquia o Arte de torear”, hasta Relance (Joaquín de Bellsolá Guerra y Arrieta) --¡Lo qué ha escrito este hombre de la puya y del toro de cinco años!

Setenta y cuatro plumas que relataron la centuria mitológica de la fiesta: LatiguilloTeoriasAbenamarPeña y GoñíUno al sesgoDon ParandoDulzurasEl Barquero… A ellos, más que a los mismos protagonistas debe la leyenda su existencia. ¿No se la debe Aquiles a Homero, padre de lo que ahora llaman dizque nuevo periodismo? Esa manera literaria de contar, tan vieja como la moda de andar a pie.

Compendia la colección de breves biografías una era bizarra, pintoresca y determinante. Crónica de cronistas; los medios en que publicaron, su talante, su estilo, su concepto del toro, del torero y del toreo. Contrastarla, visto lo visto anteayer y leído lo leído, recuerda que la esencia de la corrida; la naturaleza del toro y del hombre confrontadas a muerte, persiste por los siglos de los siglos, aguantando toda la estructura y la superestructura del culto, incluidas utilerías, tramoyas, esnobismos y parodias.  

Quizás está en mora, “Escritores taurinos del Siglo XX”.  María Celia Forneas tendría que hacerlo, si ya no lo ha hecho. Podría empezar con el mismo Don Ventura y culminar en el riguroso Joaquín Vidal. Tiene mucho adelantado. Para completar los del XXI sí habremos de esperar un poco.

UNA PRIMERA VEZ - VIÑETA 255

Viñeta 255

Una primera vez
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 22 de mayo 2018

Hemingway antes de la corrida. Madrid, plaza de la Fuente del Berro 1923.
Foto: Hemingway collection. John F. Kennedy Presidential Library
and Museum, Boston. Copyright unknow
. 
Hasta el 20 de octubre de 1923, cuando apareció en el Toronto Start Weekly, el asombrado artículo “Bullfighting a tragedy”, Ernest Hemingway jamás había escrito sobre toros. Era la crónica de su primera corrida en la vida; Madrid, plaza de la Fuente del Berro; Chicuelo, Nicanor Villalta y Gitanillo de Ricla.

Fue por la primavera del mismo año. Como cualquier turista se hospedó en una pensión de la carrera de San Jerónimo y compró contrabarreras revendidas en la calle de La Victoria. Dos por veinticinco pesetas.

Había llegado desde Paris, donde sobrevivía como columnista freelance. Viajó incitado por Gertrude Stein, en cuyo apartamento “que parecía un estudio” pasaban entre otros habituales personajes, James Joyce, Ezra Pound y un pintor malagueño muy aficionado, Pablo Ruiz Picasso.

Con ansiedad trataba de abandonar el periodismo y escribir sobre “cosas por las cuales en América nadie daba un real”. Asaltar en serio géneros mayores. Y acabada la guerra, dónde podía profundizar en el tema esencial del oficio, el dilema vida-muerte —Ve a las corridas en España para que aprendas —Le dijo ella. Fue. Dos días de tren.

 “No es un deporte” advirtió bajo el título. Consciente de que sus lectores, canadienses angloparlantes, desconocedores absolutos del asunto, merecían esa precisión. “Es una tragedia que se desarrolla en tres actos”. Y ahí estaba todo. De acuerdo a su teoría, la buena literatura es como el iceberg, la mayor parte queda sumergida. No se dice.

Además, para qué. Ya los griegos (Aristóteles) lo habían dicho, habían definido la tragedia. Un espectáculo-rito, en tiempo festivo (sagrado) y espacio dedicado (anfiteatro), en el que los espectadores logran la catarsis (purificación del espíritu), por emociones vívidas; miedo, piedad, enojo, gozo... Las cosas como eran. Lo bello, lo debido, lo artístico, lo real. La dura comunión de lo ético y lo estético, obsesiones humanas perennes.

Cuando acaba la corrida me siento muy triste pero muy a gusto”. Escribiría después.

domingo, 13 de mayo de 2018

!SAN ISIDRO! ¿ASÍ VAMOS? - VIÑETA 254

Viñeta 253

!San Isidro! ¿Así vamos?
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 8 de mayo 2018

Foto: Anuncio www.las-ventas.com, Joserra Lozano
¿A todos gustó la campaña publicitaria para esta feria de San Isidro? A mí no. Pese a la coincidencia de los medios en aprobaciones: “multicultural, antropológica, sorprendente, supera lo anterior, sin precedentes...” Pese a la explicación de la empresa: “Va para el público al que nunca se ha llegado”. Y pese a mí tolerancia total en materia de creación artística. No me gustó.

Y no por falta de ingenio, que lo gastan los diseños del atrevido Joserra Lozano, jefe de comunicaciones de “Simón Casas production” y a su vez gerente de la empresa de marketing, Teseo.

Tampoco porque renieguen la tradición del cartel taurino, del que dijera Hemingway “es la obra literaria perfecta”, y del que se ocuparan maravillosamente grandes maestros de la pintura. Ni menos por tabú a la desnudez humana, que no padezco. Soy médico.

No me gustó, es porque proponen a gente que no la conoce, una fiesta que no es, no ha sido y no debería ser. Una fiesta frívola distante de sus códigos éticos y estéticos. No hace falta ser Umberto Eco para entenderlo. No hay que ser semiólogo para saber lo que dicen y no dicen estos anuncios.

La publicidad tiene un fin, vender; un medio, el mensaje y para los dos efectos un lenguaje. Y entre ellos debe haber comunión. En esta campaña el toro, el toreo y el culto están ausentes. Todo se concentra en la anatomía exhibida de los toreros y su alegorizada multinacionalidad, que no multiculturalidad. Cosas distintas.

Para quienes la corrida es rito y el torero sacerdote que oficia el sacrificio del animal sagrado, este imaginario causa efecto similar al de un católico invitado a la Semana Santa sevillana con fotos de penitentes strippers, desnudos hasta el pubis y pintados como guerreros paleolíticos.

Nada me alegraría más que ver Las Ventas llena todos los días, pero nada me tranquilizaría menos que fuera por esta desabrochada versión de nuestra liturgia.

LEYENDO LA SEMANA - VIÑETA 252

Viñeta 252

Leyendo la semana
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 1º de mayo 2018

Foto: www.freepik.es
Esta, intermedia entre Sevilla y Madrid se supondría quieta, pero no. Han pasado y se han dicho muchas cosas, en los ruedos y en los medios. Algunas…

De lunes a martes. La prensa proclama a El Juli como triunfador general de la Feria de abril y mejor faena, destacando su acaparamiento de galardones, y llamándole dueño del cotarro. También a Garcigrande y Domingo Hernández, mejor encierro. “Orgullito” mejor toro. Mientras el empresario Ramón Valencia declara que “el toreo se levanta poquito a poco”, y Algeciras anuncia el retorno de José Tomás (gran revuelo).

Entre miércoles y jueves desatacan la reaparición en Aguascalientes, tras trece años, de Enrique Ponce. Sin clamor, dicen, pese a la oreja respectiva cortada en compañía de Ginés ante una descastada corrida de Teófilo.

Allí mismo, el viernes, triunfo de oreja para el modesto Diego Emilio y el trofeo del “Orgullo San Marcos” del manso concurso de ganaderías, para “Puerta del Cielo” toro de Cortina Pizarro.

El sábado, los encabezados enfocan el triunfo de Castella y la cornada de tres trayectorias sufrida por Arturo Macías ante bien presentados y encastados toros de La Joya, en la en la novena de Aguascalientes.

Domingo. Se abunda sobre las faenas del ovacionado Juli y los aplaudidos Juan Pablo, Armillita IV y el rejoneador Pimentel, frente a sosos de Mimiahuapam arrastrados con todas las orejas puestas.

Ayer lunes. Cornada limpia de García Navarrete por el tercero de la seria novillada de Los Chospes y una digna presentación de Diego Carretero, en Las Ventas. El rabo protestado a Ponce y la gran faena malograda por El Payo, en Aguascalientes.

Y hoy martes el arranque de la Feria de La Comunidad de Madrid, preámbulo del gran San Isidro donde “quien no esté no existe” afirma José Luis Benlloc.

Cornadas, triunfos, decepciones, noticias inesperadas y siempre discrepancias. Afortunadamente. Qué tal todos los toros “zapatitos” dóciles, todas las faenas triunfales y todos aplaudiendo.   

MATAR UN DIOS - VIÑETA 251

Viñeta 251

Matar un dios
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 24 de abril 2018

A bajamar de la pasada feria sevillana quedan desperdigados diversos recuerdos. Pero tres, por coincidentes pueden retratar el estado actual de la cultura taurina, en una plaza insignia, “meridiano de la historia y el arte de torear”.

Me refiero a las broncas contra el palco por no conceder tres primeras orejas. Una de “Sospechor”, tercero de El Pilar, el miércoles 18, a José Garrido con estocada tendida, desprendida, tarda y avisada. Otra de “Opaco”, segundo de Jandilla, el jueves 19, a El Juli, con estocada caída. La tercera, de “Hechizo” primero de Fuente Ymbro el sábado 21, a Padilla con estocada trasera tendida. Las tres, imperfectas ejecuciones de la suerte suprema.

Debo aclarar que lo digo como testigo que ha seguido las corridas a través de la minuciosa transmisión televisiva de “Toros en directo”, cuyas cámaras lentas y primeros planos permiten precisar. También, que por supuesto considero sagrado el derecho a opinar, exigir y expresarse del público que asiste, paga y sostiene la fiesta. Ni más faltaba. Discuto es el concepto mayoritario de la corrida que parece manifestar lo abroncado en estos casos:

El suponer que la liturgia de la suerte máxima y la colocación del acero son superfluos para el juicio final sobre la faena y su posible premiación.

El creer que una mayoría circunstancial está por encima de los cánones éticos y estéticos, la tradición, el reglamento y la autoridad. El interpretar la ley a gusto del momento.

Discrepo también del pretexto: “aquí vinimos a divertirnos, a pasarla bien y el cliente siempre tiene la razón”. Pues creo que todo lo que se hace con el toro durante la faena tiene como único fin su muerte, ritual, honorable, piadosa, precisa, rápida, indolora y exangüe. Si esto no se logra, lo demás fracasa. Es el acto mayor del culto, sacrificar un “dios”.

Mi aplauso a los valerosos presidentes: Anabel Moreno Muela, Fernando Fernández-Figueroa y Gabriel Fernández Rey.

ENTERTAINMENT INDUSTRY - VIÑETA 250

Viñeta 250


Entertainment industry
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 17 de abril 2018

La corrida es un acto público solemne. Ceremonia de sacrificio celebrada con pompa y protocolo. Su razón de ser, los espectadores y telespectadores (ahora). Se oficia por ellos y para ellos. Para su emoción, conmoción y devoción. No diversión.

Es perverso divertirse con la muerte. Lo dicen hasta los carnívoros antitaurinos. Pero eso es asunto de cada conciencia. Cada quien sabe lo que le divierte. Al final, pesa más el impacto causado en el conjunto, que las particularidades y desviaciones individuales.

Siempre me han resultado tan apasionantes como la propia corrida, los relatos, incluso muy antiguos, las reacciones, opiniones, valoraciones que provoca y como se difunden. Antes del periodismo, el juicio colectivo se decantaba lento, sobre los testimonios de testigos presenciales, en la tertulia, la discusión, el voz a voz. Así nacían prestigios, desprestigios y mitos. Ahora la expansión es inmediata, vívida, masiva. Todos estamos ahí, todos vemos, oímos, opinamos y juzgamos en tiempo real.

Buena, regular, mala. Pero, aficionados o no, siempre desde nuestros condicionamientos, intereses e influencias. Desde cómo entendemos la corrida. No igual todos. Para unos rito, para otros, espectáculo-negocio, y como tal parte de la industria del entretenimiento. La más rentable del mundo. Que no es poca cosa. La humanidad invierte hoy más en ella que en cualquier otra.

Las utilidades anuales del cine, televisión, música, deporte, drogas recreativas, prostitución, alcohol, apuestas, casinos, parques, turismo, lujo…, sumadas, (dejan atrás las de sectores “Top ranking” mundial como banca, petróleo, armas, farmacia.

Esta mentalidad lúdico-utilitaria explica la moderna regla de medir la corrida. Mala, si aburrida. Buena, si divertida. Como la discoteca, la montaña rusa o el circo. Pero la corrida no es entretención, es catarsis (griego antiguo), purificación. Tan real y seria, como la vida misma. Trágica y alegre, dura y conmovedora, imprevisible y mortal.

Tomarla por farándula, por toro, torero y toreo comparsas del show bussines, la invalida moralmente llenando de argumentos a sus enemigos.

EL HÁLITO RADIAL - VIÑETA 249

Viñeta 249

El hálito radial
Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali, 10 de abril 2018

El muerto no estaba muerto. Estaba vivo. Pero no estaba vivo— Con ese retruécano comienza Charles Cumming su novela “El sexto hombre”. Cómo no seguir leyendo.

En esas estaba cuando me llamó Diego —El domingo 15 reanudaremos el programa (El Ruedo)— dijo. Tres meses antes, a poco de terminar la feria de Cali, él mismo, como director, había puesto fin a 37 años de continuidad. Lo había disuelto sin más explicaciones. La evidencia las hacía innecesarias. Me alegré por él y respondí que siguiera contando conmigo. Pero no me sentí muy optimista.

Veo la radio taurina como Cumming a su muerto, viva, pero no viva. Al menos ni sombra de lo vigorosa y feliz que fue hasta terminar el siglo. Para no compararla con otras muy pujantes actuales como la futbolera, por ejemplo.

El asunto ha sido la pérdida de audiencia. Su sangre, su presión arterial, su aliento; tras ella se han ido, la importancia, los patrocinadores, la financiación. Grave, pero solo es el síntoma, no la enfermedad. Esta va más honda. En su razón de ser, la fiesta. Su pulso es común. La salud de una refleja la otra.

Cómo no evocar aquellos años sesenta cuando acá todas las emisoras competían con espacios taurino permanentes, todo el año, y en las ferias no cabían los micrófonos. En las oficinas de la plaza, el patio de corrales, el callejón, los hoteles de la torería, desde el umbral a las habitaciones. De la mañana a la noche. Minuto a minuto. Hasta se colaban en los carros de cuadrillas. Nada escapaba. El interés era máximo. El rating altísimo y los anunciadores hacían su agosto de enero a diciembre. ¡Qué tiempos! ¡Qué pasión! Ya nadie.

Pero qué le vamos a hacer. El domingo a las ocho estaremos de nuevo por “Súper”, con los toros, con los fieles. Manteniendo el hálito radial del acosado culto, pues mientras estemos vivos, no estamos muertos.