lunes, 17 de febrero de 2025

TAUROCRACIA - VIÑETA 557

 
 
VIÑETA 557
 
Taurocracia
Jorge Arturo Díaz Reyes 17 II 2025 
Toro de lidia (Tordesillas). Foto: Josemanuel, Wikipedia
Las ferias de Valdemorillo (terminada), Olivenza, Valencia, Madrid (rematadas), y la de Sevilla solo a espera de ajustar detalles, cantan ya la partitura de lo que será toda la temporada española 2025.
 
Tradición. Se mantiene la constante instaurada por el revolucionario siglo XVIII. Cuando los hermanos Romero, (Pedro, José, Juan y Antonio), junto a Costillares y Pepe Illo, no daban lado en los festejos mayores. Igual que no lo daban hace más de un siglo, Joselito, su hermano Rafael, Belmonte y Gaona. Hoy, las seis figuras en boga: Morante, Roca Rey, Manzanares, Talavante, Luque y Castella también copan las ocasiones grandes, pero ademas las medianas y no pocas de las menores. Tampoco dejan lado.
 
El resto: retirados de regreso, ex figuras de caduca vitola, aspirantes retadores, talentos errantes, toricantanos incógnitos…, que se acomoden como puedan. Bien reza la definición: Ser figura, es torear lo que se quiere, donde se quiere, cuando se quiere, cómo se quiere, con quien se quiere, y por lo que se quiere.
 
Se lo han ganado, dicen. — Acá manda el que interesa, el que puede con el toro, con los públicos y con los empresarios— Aunque a veces, en defecto de los anteriores requisitos, valga un buen padrino. Así ha sido y así es en todo. El toreo, espejo de la sociedad, lo refleja.
 
¿Justo? ¿Democrático? ¿Qué dice usted? En esto de hacer carteles, no hay democracia. No todos pueden ser elegidos para el honor de jugarse la integridad frente al rey de la fiesta. Ni siquiera en los caóticos encierros, capeas y corralejas, donde solo se ponen delante los más arrojados.
 
Así como no todos pueden invocar a mitad de un vuelo transoceánico el derecho a pilotear el avión, y si se les niega citar a votación. La realidad, democracia solo en política, y eso apenas en los discursos. Utopía. ”El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” no ha existido, no existe, y sus remedos y pantomimas (Hitler, un ejemplo), inducen a desear que ojalá no existiera. Los hechos son los hechos. La historia es la historia.
 
¿No sucede igual con la meritocracia? Que manden y toreen los que lo merezcan, los mejores, los que se lo hallan ganado. A sabiendas de que como advertía el teórico Michael Young (2001): “cuando quienes son elegidos con mérito suficiente para algo en particular, se consolidan como nueva clase, y ya no dejan espacio a otros”. Pasa. El público soberano los vota. La taquilla también es urna electoral. Perdón, ¿soberano el público? ¿No hay un súper poder, capaz de volverle noche el día, y manejarlo a discreción?
 
Democracia, meritocracia…, “nosotros el pueblo” tiene derecho a obedecer. En todo; arte, filosofía, ciencia, técnica, economía, deporte, religión, tauromaquia... ¿O acaso decide qué consumir o a quién idolatrar? ¿No se encarga de eso la publicidad, y ahora, la inteligencia artificial?
 
Los aficionados recreamos y conjuramos la frustración de las utopías con la corrida. Vamos a la plaza, donde debe reinar el toro (la naturaleza) y torear (la verdad) los que valen (la humanidad). Y aunque no pocas veces salgamos renegando: — “mañana vendrá a verte tú madre…”  —siempre volvemos. Creyentes de qué pese a todo, la nuestra, la taurocracia, es más real y más feliz que todas las otras “cracias” y “descracias”, y que allí estamos mucho mejor. Vamos, vamos, la temporada pinta bien…, el mundo no.

lunes, 10 de febrero de 2025

TAURINOS A PALOS - VIÑETA 556

 
VIÑETA 556
 
Taurinos a palos
Jorge Arturo Díaz Reyes 10 II 2025 
Médico a palos. Julieta Pretelli, Escuela de teatro y títeres Arg.
No más terminada la Gala nocturna que lanzó la feria de San Isidro 2025, el jueves en Las Ventas, cundió el eco mediático. Había curiosidad, expectativa, la fiesta importa, vende.
 
Qué Victoria Federica en el cartel, añoró a su abuelo don Juan Carlos I, gran aficionado. Qué Roca Rey “se espantó” y Morante se le arrimó a Serra. Qué doña Isabel Díaz Ayuso presidenta de la Comunidad reclamó con razón: "En Madrid defendemos la libertad y un patrimonio cultural de hace siglos, frente a la censura". Qué hubo leves cambios de última hora en los 29 carteles, por la agenda de la Casa real. Qué todos los festejos serán televisados localmente (Telemadrid). Qué los toreros, de acuerdo a méritos personales y de poderdantía, irán: seis de a triplete, catorce de a doblete, los demás de a una, y los menos aventajados con los hierros más temidos, tradición.
 
Noticias y noticias del mismo evento, y como es de uso, la mayoría orientadas. Empáticas, promocionales las más, publicitarias digamos. —Bueno, los tiempos que atravesamos. —Entendido, pero es que no es de hoy.
 
Entonces en busca de aire libre vamos al diario que fuera tribuna del inolvidable Joaquín Vidal, paradigma de críticos e independientes. Y nos recibe un encabezado con siete precalificaciones, mejor, descalificaciones:  Ciclo largo, carente, anodino como el toreo actual, sin atisbo de innovación, proeza, sorpresa ni entusiasmo... ¿Ah? Qué síntesis, qué concentración de fuego amigo, qué contrapromoción. Suficiente, mucha gente no lee sino los titulares, claro, y es conocida la línea del periódico.
 
En democracia la prensa es libre, la opinión sagrada. Por fortuna, pero cabe preguntar ¿Esta es justa? ¿Lo es acaso declarar de antemano anodinos a todo el toreo y a la feria más importante del mundo, que por fortuna todavía, en épocas de persecución, dura un mes largo con sus anexos y sus llenos?
 
¿Y no es frívolo el argumento-pronóstico puramente recreacionista, espectacularista, fiestero de que habrá carencia de sorpresa, innovación y entusiasmo? ¿Sin atención a lo ritual, al toro, a la imprevisibilidad trágica, a la devoción y fidelidad del aficionado por su culto, y a qué se trata de su máximo examen anual?
 
Encima de farándula respira mal agüero la nota. Algo así como una advertencia para público circense —No vayan a perder el tiempo y la plata, que la función va a estar aburrida. ¿Lo harían mejor los antitaurinos?
 
Está bien, el periodismo ha sido siempre, y ahora más, campo de propaganda y contra propaganda. Sin embargo, un algo de sutileza, de: ni tanto que queme al santo…, le ha servido siempre mejor a sus fines. Por el contrario, una quema y una catarsis como la de los sucesores de don Joaquín, invita más que a credibilidad a compasión.
 
Sí. Pongámonos en sus zapatos. Tener que concurrir a disgusto un mes seguido a la plaza, y encima oficiar de aficionados. Eso debe ser tan cruel como la paliza que Martina le metió a su marido, el pobre leñador Sganarelle, para obligarle a pasar por falso médico, en la comedia de Moliere. También hay taurinos a palos.  

lunes, 3 de febrero de 2025

EL ARTE DE LA VERDAD - VIÑETA 555


VIÑETA 555
 
El arte de la verdad
Jorge Arturo Díaz Reyes 3 II 2025 

El verdadero mando está en el terreno del toro... En el toreo sin inercias, decides cuándo empieza el muletazo, el trazo y la velocidad —dijo por ahí, en una entrevista, el joven matador francés Juan Leal, y se apoyó en Paco Ojeda.
 
Décadas antes, Antoñete planteaba —la distancia sería el elemento y concepto clave de mi toreo… distancia para dejar ver al toro, distancia para dejar venir al toro, distancia para traerse toreado al toro hasta el mismo epicentro del toreo.
 
Bueno, ya Belmonte había expresado su verdad de Perogrullo: —Cuando el torero manda todos los terrenos son del torero, cuando el toro manda, todos los terrenos son del toro.
 
¿Quién tiene la razón? Los tres. No hay contradicciones. Es cosa de momentos, distancias, técnica, estilo, apariencia. Quizás para cualquier otro arte; música, danza, pintura, poesía…, tales discrepancias formales sí lo serían, además de fondo e insalvables. No en el de torear, donde la dimensión es otra. La estética es consecuencia de la ética, la belleza es veraz o no es.
 
Asumir el toro, en su integridad, plenitud, respuesta, oportunidad, colocación. Parar, templar, mandar, cargar, ligar, matar, morir quizá…, renunciando a las ventajas.
 
Pero la verdad es palabra muy problemática. Cuánto cuesta. Ahí está la historia universal contándolo con sus horrores. Pese a que cómo todo el lenguaje, no es más que un producto cultural, una convención, una tradición, solo una manera de llamar la fidelidad con la realidad.
 
Verdad, realidad. El arte las manipula, las transforma, las usa. La filosofía se ha gastado milenios tratando de unificarlas. La ciencia las busca por aproximaciones parciales, perfectibles. Las religiones las dejan en manos de su Dios.
 
Y la tauromaquia, este otro culto, se abisma desde antes de los siglos en ellas. El toro, el hombre. Allí, como son, donde son, cuándo son…, todos los toros, todos los hombres; distintos, circunstánciales, imprevisibles, azarosos, uno para uno.
 
Allí, en la vida, la naturaleza, el universo, el tiempo. Toreo, alegoría de la lidia perenne, comunión biológica, rito sacro. O sacrílego, cuándo se rinde a lo profano: trabajo, diversión, espectáculo, negocio, política…
 
Al fin, allá cada quién en su terreno, con su toro, su brega, su modo, su albedrío, su vida, su realidad, su muerte. El arte representa, infunde, intima, saca, expone, purga..., de verdad. Es lo que al fondo aluden por igual, Belmonte, Antoñete, Leal, con sus distintas distancias.

lunes, 27 de enero de 2025

CHESTERTON AL RUEDO - VIÑETA 554

 

VIÑETA 554
 
Chesterton al ruedo
Jorge Arturo Díaz Reyes 27 I 2025 

Autorretrato de Chesterton. Wikipedia
No hay revoluciones, solo contrarrevoluciones, escribió Chesterton. Una paradoja, claro, un lance de recibo al comienzo del capítulo para fijar al lector y continuar la lidia:
 
“Los hombres siempre han estado rebelándose contra los últimos rebeldes, o incluso arrepintiéndose de la última rebelión. Se podría ver esto en las más intrascendentes modas contemporáneas (…) La chica moderna de cóctel y labios pintados es tan rebelde frente a la sufragista de 1880, con su cuello duro y su abstinencia estricta, como esta era rebelde frente a la dama victoriana de los valses lánguidos y el álbum lleno de citas de Byron; o como esta última, a su vez, era rebelde frente a una madre puritana para quien el vals era una orgía desenfrenada y Byron, el bolchevique de su tiempo.” (1)
 
Acción y reacción. Extensión de la tercera ley física de Newton a la historia humana toda; la del arte, la filosofía, la ciencia, la política, la sociología…, y la del toreo por supuesto. En la cual, pese a las hipérboles publicitarias, que proclaman día de por medio una “revolución”, con rigor, apenas podría reconocerse la del siglo XVIII. La que instauró la corrida moderna, y que Pepe Illo compendiara en su “Tauromaquia o arte de torear” (1796). La que, al empuje de su época, derrocó el protagonismo de los caballeros, lo entregó a los peones, e instauró una nueva doctrina, y una nueva liturgia.
 
Abusos del lenguaje y de la ingenuidad aparte, las demás, como señala Chesterton, han sido (cuando en realidad han sido), rebeliones formales, variaciones de estilo, modas al vaivén de la clientela. “Solo un lunático defendería que esas cosas sean un progreso, porque obviamente van primero en una dirección y luego en la otra”. Concluía el crítico inglés.
 
Pero la falta de memoria, el desconocimiento del pasado y la inocencia permiten que a cada retorno (falda corta, falda larga), se la descubra y se le anuncie como una “revolución”. Para el toreo, apenas podría llamarse cuerdamente tal, cuando los valores y cánones vigentes desde la última, la de los Romero, la de Goya, la de la ilustración, sean abolidos y reemplazados por unos nuevos. Cosa que no ha sucedido.
 
En el mundo actual, que cada vez parece más la nave de los locos, resuenan gritos de ¡Prohibición o muerte! Newton. Acción y reacción… En Colombia, por ejemplo, ahora serán los antitaurinos quienes reglamenten la corrida, mientras vence el plazo para su eliminación definitiva. Tres años. Imagínense.
 
¿Progreso? ¿Regreso? El péndulo de la historia vuelve con su eterna fatalidad, más atrás del siglo de las luces (igualdad, legalidad, fraternidad). No hay revolución, solo contrarrevolución, sigue advirtiendo Chesterton desde su tumba en Buckinghamshire.
 
1 G. K. Chesterton. Santo Tomás de Aquino (Esenciales) (p. 100). (Function). Kindle Edition.
 

lunes, 20 de enero de 2025

EN EL UBER - VIÑETA 553

 VIÑETA 553

 En el Uber
Jorge Arturo Díaz Reyes 20 I 2025 
Ilustración por IA (fragmento). Computer 
Enjuto, de unos setenta años, firme al volante de su Kia 2019. Después de saludar y confirmar el destino, pregunta jovial

—¿Usted es de los toros, cierto? Lo he visto.

—Sí, sí ¿usted también…, aficionado?

—De sol arriba, pero no he vuelto a la plaza —dice con gesto derrotado.

—¿Por?

—Muchas cosas, muchos años… —Señala la pantalla del Waze —Tomaremos la circunvalar, la quinta tiene más congestión —Mira de reojo la motocicleta ruidosa que lo cierra por la izquierda, maniobra y reanuda la conversación.

El asunto es plata…, y que ya no es como antes… La feria era la feria… teníamos una peña popular, abonados. Ya ni modo —Una Toyota cambia de carril sin avisar. Frena duro moviendo la cabeza negativamente y protesta

—Ahora todo es así.

—¿Pero sigue la temporada desde fuera?

Mas o menos. Ya los periódicos no publican toros. Porque son dizque animalistas, pero hay que ver la de carnicerías que presentan todos los días. Me entero en internet. En la feria oigo la radio, aquí en el carro, cuando los pasajeros permiten, y si hay ocasión, en los días libres veo alguna corrida con amigos que tienen suscripción de televisión.

—Qué tal

Buenas. Buenísimas. El toro en Europa es otra cosa. El que sacan acá da pena. Ahora es que nos damos cuenta. Es la otra razón.

¿Y los toreros?

Hablo por los de mí época, los que vi, los que venían: Ordóñez, Los Girón, Pepe Cáceres, El Viti, Camino, Puerta, Curro, El Cordobés, Palomo, Cavazos, Silveti, Manolo Martínez, Paquirri… muchos, hasta César Rincón fui. Me llevaban. Usted que cree.

Fueron buenos tiempos. Pero los de ahora también valen.

Bueno, para los que pueden ir. Aunque para los que ya no podemos, que somos la mayoría, la televisión es la única posibilidad de continuar la afición.

Esta temporada creo muy difícil que la haya.

Ahí está. Se quejan de que el negocio declina, que la gente se retira, que no les entra dinero suficiente… pero ponen trabas y agregan costos a las transmisiones. Las quiebran...

—Bueno, la parafernalia para transmitir una corrida es muy costosa, encima los impuestos, los derechos de los empresarios, los de imagen de los toreros, hasta de los mozos de espadas creo. Yo no sé si de los ganaderos también…

—¿No le digo…? ¿Se imagina, el fútbol, la fórmula uno, el comercio, la política… sin televisión? Se encierran. Se niegan a mostrarse. No evolucionan ¿Es que no se dan cuenta del mundo en que viven? Hasta nos están prohibiendo, por raros. Y que no echen la culpa solo a los antitaurinos. ¡Estúpidos! refunfuña por dos ciclistas que salen de la esquina en contra vía —y concluye

—Es el fin.

¿De la fiesta?

—No. Del viaje. Son treinta y dos mil pesos.

 

lunes, 23 de diciembre de 2024

TORO VIVE - VIÑETA 552

 
VIÑETA 552
 
 
Toro vive
Jorge Arturo Díaz Reyes, 23 XII 2024 
Cartel oficial
El jueves próximo abrirá Cali la empequeñecida temporada grande colombiana 2024-2025. Lo que queda de ella. Lo que ha sobrevivido a una larga persecución, signada por la exclusión, la injuria, la calumnia, la asonada, la bomba, el anatema, la rabulería, el boicot, la politiquería… sobre una incierta y vulnerable conducción.
 
Será el principio del fin, tras la culminante prohibición legislativa “No más ole”, que concede tres años de gracia para la “reinserción” de los creyentes a la legalidad. Figura jurídica ya muy ensayada con otros grupos parias de alta peligrosidad (delincuentes comunes, políticos y de opinión). Luego, para los que no se conviertan y persistan en su culto hereje, todo el peso de la ley, la purificadora hoguera.
 
Tres corridas de toros, una novillada con caballos y un festival, entre 26 y 30 de diciembre. Continuadas por cinco corridas, novillada y festival en Manizales entre 5 y 11 de enero. Con estos doce ritos, en plazas de primera, entonará la fiesta su canto del cisne, tras más de quinientos años de tradición aquí.
 
Canto que incluirá dos adioses tristes, todos lo son, estos más por la circunstancia. Uno, el de Cali a Luís Bolívar el último gran torero que crió la ciudad. Dedicándole entera su feria taurina 68, (un año mayor que la otra, la parrandera, la disoluta, la desmadrada que nació de ella y hoy la reniega). En honor al paisano se le ha prestado la gestión de la plaza y dos de sus más significativas tardes, la inaugural y la del cumpleaños, ambas con alternantes y ganaderías de postín.
 
El otro adiós, el de la resistente Manizales, en la clausura de su septuagésima feria, que significará también la despedida del país a uno de sus más longevos y caudalosos hierofantes, Enrique Ponce.
 
La Plaza de toros de Cañaveralejo, a la que, más desde adentro que desde afuera, le han quitado la mitad de sus terrenos, la categoría de patrimonio cultural inviolable, y hasta el nombre, porque ahora la llaman “Arena”, volverá por solo cinco días de su tejadillo las banderas a colgar. Y la sufrida feligresía, que la hay, y el público general que como en todo el mundo congrega el ancestral culto, (eso no se borra por decreto), ocuparán los tendidos para la liturgia oficiada por 17 lidiadores ornamentados, de Colombia, España, Francia, México, Venezuela…, y 35 bravos de cinco hierros nacionales: Ernesto Gutiérrez, Paispamba, Salento, Las Ventas y Campo Real (debutante)…
 
En Colombia, el toro vive aún. Y sus devotos concurrentes mostrarán una vez más qué el viejo culto, como dijera de la civilización romana el historiador francés André Piganiol, no muere de muerte natural sino asesinado…, por propios y extraños.
 

lunes, 16 de diciembre de 2024

DONDE EL GORDO - VIÑETA 551

 
VIÑETA 551
 
Donde El Gordo
Jorge Arturo Díaz Reyes 16 XII 2024 
La corrida de toros, Goya. Óleo sobre lienzo, 1825
El gordo Sánchez nos recibió en su “estadero” (rincón taurino). Hacía días venía con el sonsonete –reunámonos, reunámonos. Hay que acordar algo. Esto nos lo acaban.
 
Más allá del comedor, un gran arco de madera tallada precedía el museito personal. Tras la barra del bar en la enchapada pared, imitación roble, miniaturas de carteles trágicos. Los últimos de Manolete, Paquirri, Pepe Cáceres, y en el centro, enmarcado y destacado en tamaño natural, el consabido souvenir; uno de Sevilla en abril. Sobre la colorida media Verónica, la leyenda: “6 Toros 6 del Sr. Conde de Mayalde para Manuel Benítez El Cordobés, Paco Camino, y en tercer lugar, insertado en letras artesanales, el nombre suyo; Juan Sánchez”.  
 
Además, una parafernalia de reliquias viajeras. Toritos asimétricos de materiales diversos, la botita de plástico “Tres zetas”, una manola, un chulapo, un sombrerito andaluz, postales, fotos de ocasión del dueño con sorprendidos personajes del toreo, más y menos conocidos, autógrafos, boletas viejas... Al fondo, la gran reja dejaba ver el patio con piscina. Y como colocado a propósito apenas timbramos, sonaba el infaltable “Qué viva España”.
 
Luego de sonrisas, abrazos, bromas familiares, ofertas de jerez, aceitunas, jamón serrano, queso manchego…, el anfitrión entró en materia.
 
—Somos aficionados. Pero aceptémoslo, estamos anacrónicos. Tienen razón los antitaurinos y no pocos taurinos. Miren, ya el Congreso y el presidente aprobaron la prohibición. Todos están contra nosotros, gobierno y oposición. Las votaciones lo mostraron abrumadoramente. La última esperanza es el indulto de la Corte Constitucional.
 
—Yo lo he dicho siempre, basta de tanto purismo. Si hasta los pocos políticos defensores de la fiesta lo han reconocido y propuesto al Congreso, que en lugar de acabarnos nos regularan, nos morigeraran, nos rehabilitaran, nos perdonaran, nos reintegraran, nos… nos…, mejor dicho, que hicieran con nosotros lo que quisieran, pero que no nos ilegalizaran —clamó Luis atropellándose.
 
—Imagínense. De ocho universidades consultadas, esta semana, solo una no aprobó la ley antitaurina y en cambio sugirió a la Corte eso mismo que dice Luis. Escribámosle —reforzó Simón muy resolutivo.
 
—¡Sí! hay que quitar la sangre. Ponerse al día, esto tiene que cambiar —clamó Pedro, el político (exconcejal de un pequeño pueblo cercano).
 
—¿O sea quitar los tres tercios, varas, banderillas y muerte? ¿En qué quedamos? –Preguntó inocentemente Martha la anfitriona, mientras pasaba una bandeja de anchoas —¿Y qué haríamos con los toros luego de bailarlos?
 
—Pues matarlos y carnearlos en el destazadero. Donde el público no vea. Como se hace por millones todos los días en los mataderos del mundo civilizado. Es el único camino de salvación…, y eso que ya quién sabe. Contestó Martín.
 
—¿Salvación de qué? —insistió ella.
 
—Pues de la fiesta, del arte, de la tradición, del negocio, del turismo, de la libertad. Replicaron a cinco voces, molestos de tener que explicar lo evidente.
 
—¿Libertad? Pero si esto que piden es peor que la prohibición. Renunciar a lo que somos y travestirnos –replicó yéndose a la cocina mientras refunfuñaba
—¡Regular el culto! ¡Morigerar el arte! ¡Negociar los principios!
 
—Bueno, sí y qué —volvieron a corear los alegres y burlones contertulios, levantando las copas —tráenos papel y lápiz, que lo firmaremos.
 
Al otro lado, el sol alumbraba de refilón la copia litográfica de un Goya. De las que venden en El Prado a los turistas. En ella, junto a un caballo muerto, el toro arremetía contra otro, y el picador echaba su cuerpo a la suerte.’
 
Ahora, ya no sonaba el pasodoble. Cómo si el consenso les hubiese quitado un peso de encima y regresado al presente, balanceándose oían al exitoso Bad Boy…
 
Eh, dime, nena, no sé si has cacha'o mi pichaera
Yo subí un storie, ma', pa' que tú lo viera' tú lo viera'
Y le cayera' woh
Vamo' a hacerlo la noche entera woh, oh
 
—Sí, estaban fuera de época —me dije, y me escurrí hacia la puerta sin despedirme.