TORO VIVE - VIÑETA 552
VIÑETA 552
Toro vive
Jorge Arturo Díaz
Reyes, 23 XII 2024 Cartel oficial
El jueves próximo abrirá
Cali la empequeñecida temporada grande colombiana 2024-2025. Lo que queda de
ella. Lo que ha sobrevivido a una larga persecución, signada por la exclusión,
la injuria, la calumnia, la asonada, la bomba, el anatema, la rabulería, el
boicot, la politiquería… sobre una incierta y vulnerable conducción.
Será el principio del fin,
tras la culminante prohibición legislativa “No
más ole”, que concede tres años de gracia para la “reinserción” de los creyentes
a la legalidad. Figura jurídica ya muy ensayada con otros grupos parias de alta
peligrosidad (delincuentes comunes, políticos y de opinión). Luego, para los que
no se conviertan y persistan en su culto hereje, todo el peso de la ley, la
purificadora hoguera.
Tres corridas de toros,
una novillada con caballos y un festival, entre 26 y 30 de diciembre. Continuadas
por cinco corridas, novillada y festival en Manizales entre 5 y 11 de enero.
Con estos doce ritos, en plazas de primera, entonará la fiesta su canto del
cisne, tras más de quinientos años de tradición aquí.
Canto que incluirá dos
adioses tristes, todos lo son, estos más por la circunstancia. Uno, el de Cali a
Luís Bolívar el último gran torero
que crió la ciudad. Dedicándole entera su feria taurina 68, (un año mayor que
la otra, la parrandera, la disoluta, la desmadrada que nació de ella y hoy la reniega).
En honor al paisano se le ha prestado la gestión de la plaza y dos de sus más significativas
tardes, la inaugural y la del cumpleaños, ambas con alternantes y ganaderías de
postín.
El otro adiós, el de la resistente
Manizales, en la clausura de su septuagésima feria, que significará también la
despedida del país a uno de sus más longevos y caudalosos hierofantes, Enrique Ponce.
La Plaza de toros de Cañaveralejo,
a la que, más desde adentro que desde afuera, le han quitado la mitad de sus
terrenos, la categoría de patrimonio cultural inviolable, y hasta el nombre, porque
ahora la llaman “Arena”, volverá por solo cinco días de su tejadillo las
banderas a colgar. Y la sufrida feligresía, que la hay, y el público general que
como en todo el mundo congrega el ancestral culto, (eso no se borra por decreto),
ocuparán los tendidos para la liturgia oficiada por 17 lidiadores ornamentados,
de Colombia, España, Francia, México, Venezuela…, y 35 bravos de cinco hierros
nacionales: Ernesto Gutiérrez, Paispamba, Salento,
Las
Ventas y Campo Real (debutante)…
En Colombia, el toro vive
aún. Y sus devotos concurrentes mostrarán una vez más qué el viejo culto, como
dijera de la civilización romana el historiador francés André Piganiol, no muere
de muerte natural sino asesinado…, por propios y extraños.
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