lunes, 15 de diciembre de 2025

LA COLETA DE MORANTE - VIÑETA 591

 
VIÑETA 591
 
La coleta de Morante
Jorge Arturo Díaz Reyes 15 XII 2025 
Morante coleta en mano. Foto: Las Ventas
El 12 de octubre pasado, a las ocho y media de la noche, en los medios de unas Ventas, repleta y desquiciada de ovaciones, José Antonio Morante de la Puebla, con 28 años de torero, se arrancó la coleta en llanto, exclamando: ¡No puedo más!
 
El toro desorejado del triunfo, Tripulante; Garcigrande, colorado, bien cuatreño, de 554 kilos, astifino, le había cogido muy duro de salida. Sollozante, flanqueado por sus hombres, mostrando la desgajada castañeta, caminó cabizbajo hacia las tablas. Antes de llegar topó con Fernando Robleño, también despedido esa tarde, quien lo abrazó con gesto fúnebre.
 
En un instante la fiesta desaforada se había convertido en asombro, en pesar, en duelo. Nadie lo esperaba. Minutos después, abajo en la sala de prensa, “Barquerito”, ecuánime siempre, comenzó a teclear su crónica: “Morante se corta la coleta en un clima apoteósico. Tras una faena magistral…, premiada con las dos orejas, sorprende a todos con una decisión probablemente premeditada”.
 
Sintetizaba la escena culminante de toda la temporada (mundial). Sin importar que no hubiese terminado la corrida, ni que al día siguiente hubiese una más en Zaragoza, y seis días después otra en Jaén. Aquel nocturno y conmovedor acto final de Madrid, fue el non plus ultra. Los titulares también sollozaron.
 
Zabala de la Serna en El Mundo: Adiós del más grande por la Puerta Grande más triste. Patricia Prudencio:  Entrega el alma y toca el cielo a hombros en la tarde en que se corta la coleta. Álvaro Rodríguez del Moral: Se ha cortado la coleta inesperadamente en la plaza de Las Ventas, bañado en lágrimas, en una tarde pletórica…
 
Y por su parte, no pocos aficionados (morantistas devotos), como tantos otros en la historia, repitieron el conocido plañir: “Se ha ido el último torero, no volvemos”. Todo un drama romántico, intenso, sentimental…, quizá cursi para cualquier no iniciado en las abismales pasiones del toreo. Pero días después, Morante volvería a sorprender: “No me corté la coleta, me la quité”.
 
Y hoy, a dos meses del acontecimiento (“probablemente premeditado”), los empresarios, que comienzan a rematar carteles de ferias para el año entrante, dicen buscar y exigir su regreso...  Ilusión.
 
Contrario a lo que exclamó en Las Ventas cuando se quitó el añadido, ¿sí podrá más? ¿Podrá volver a colocárselo, ir a la plaza y lograr la reconversión de los aficionados que anunciaron el fin de su afición aquella reciente, triunfal y triste noche?  
 
Son públicos sus padecimientos. ¿Podrá? ¿Tendrían que ser eternos los artistas, para que nadie dejara de amar el arte?

lunes, 8 de diciembre de 2025

ASUNCIÓN DE LO CURSI - VIÑETA 590

 
VIÑETA 590
 
Asunción de lo cursi
Jorge Arturo Díaz Reyes 8 XII 2025 
Paquiro antes de la corrida 1847. Óleo: Ángel María Cortellini. Museo Thyssen de Málaga
Lo cursi no es mal gusto, ni carencia de gusto. Es otro gusto. Y en el arte de torear, tan acusado de cursilería, caben las doce acepciones académicas, y algunas más, endilgadas a la palabra gusto.
 
Desde la primera, la que le da nombre, la del sentido lingual. Pasando por las de los otros órganos gustosos que todos tenemos; visual, olfativo, acústico y táctil. Faena con colorido, aroma, consonancia y textura, que deja buen o mal sabor de boca (según degustador). Metáforas.
 
Porque sí. Todos tenemos gusto. Nato, aprendido, individual, colectivo, diferente, válido... Así cada cual pueda sentir, creer o convenir que el suyo, por suyo, es el bueno, quizá el único, y el de los otros por ajeno, malo o inexistente.
 
 En el tendido, la tertulia y el chat, somos excluyentes, integristas o “de pellizco”, estilistas o épicos, toristas o toreristas…, y por ahí vamos agrupándonos, calificando y descalificando a los demás como vulgares o finos, burdos o refinados, inaceptables o aceptables, aficionados puros o legos de clavel…
 
Pues sobre aquel carácter gregario de nuestra especie, que nos junta y distancia en identidades, clases, conveniencias…, además aran los formadores de opinión y animadores de apetitos. Orientadores del consumo, promotores de mercancía. Árbitros de la moda, en la medida del alcance de sus medios. Esto es bello, feo, elegante, chillón, fino, extravagante, soso, excitante, tremendista…, cómpralo, no lo compres, ve a verlo, no vayas.
 
El gusto, facultad fisiológica, se adiestra, se engaña, se educa y se aviene al interés social. Es parte de la libertad que pagamos a la civilización, en cambio de su acogida. Parte del “pacto” llamado cultura, que cohesiona, identifica y protege la manada. Como tan embrolladamente explicó Marcuse a su vez.
 
Que es dinámico, claro. En las mesas aristocráticas medievales no era mal visto, comer con los dedos, limpiarse con la manga, meter mano en plato ajeno. Y en esto del arte, sabemos de sobra que, hasta los clásicos, (de los que todo el mundo “tiene” que gustar), siguen a merced de la oferta y la demanda. De los caprichos temporales. El Greco, Van Gogh, Modigliani…, desechados en su tiempo, ahora no hay con que comprarlos.
 
El título del libro de la profesora española (en Yale) Noël Valis: "La cultura de la cursilería: Mal gusto, clase y kitsch en la España moderna", parece condenar lo cursi, de salida. No así su documentado contenido que cita entre otros muchos, con admiración al “Viejo profesor”, socialista defensor de la tauromaquia, e histórico alcalde de Madrid, don Enrique Tierno Galván, en su ensayo de 1952: «Aparición y desarrollo de nuevas perspectivas de valoración social en el siglo XIX: lo cursi». “Lo que quieren los más se convierte en lo mejor”.
 
No obstante, cursi, sigue siendo adjetivo vergonzante, despectivo, clasista, definido por la RAE, que manda en la lengua, como: pretender elegancia y refinamiento sin tenerlo. Y por el uso, como gusto del “nuevo rico”. Todo lujo es cursi, generalizaba Borges por su lado. 
 
Pero, quizá lo peyorativo que conlleva, más que su estética chocante, imitativa y fatua, sea el engaño de querer pasar por lo que no se es. La intolerable transgresión de igualamiento, abajo-arriba. Vulgarización, “kitsch”, “camp”, artificio, “vintage”, que nuestra mediática y globalizada era posmoderna, ha convertido, no en su síntoma, sino en su sello cultural. Y el arte del toreo, espejo del tiempo, lo refleja.
 
¿Podemos omitir acaso, que el ornamentado traje de luces actual, cuyo diseño ha ocupado talentos unánimes como Picasso, Fermín o Armani, no es otra cosa que una variación del atavío desafiantemente recamado de los mozos del pueblo raso andaluz, en los albores de la corrida moderna? Goya es testigo.
 
Hábito de torería, emergencia profunda del gusto “bajo”, cuyos románticos modelos pasados (de moda) se desempolvan y lucen hoy con oportunismo nostálgico. ¿Podemos omitir acaso la universal asunción de lo cursi?

lunes, 1 de diciembre de 2025

KILOS Y CUERNOS - VIÑETA 589

 
VIÑETA 589
 
Kilos y cuernos
Jorge Arturo Díaz Reyes 1º XII 2025 
“Brigadier” de Pedraza, Madrid 2025. Foto: Andrew Moore, Del toro al infinito
No puedo recordar desde cuándo, ni cuántas veces habré oído y leído la despectiva sentencia —kilos y cuernos no son trapío —Tantas dictada como juez y parte, tantas repetida sin juicio ni parte. Pero casi siempre con la impunidad exitosa de las medias verdades.
 
Pues claro. No los son per se, pero sí son expresión y substancia, sine qua non, de la integridad, el desarrollo, la edad, el volumen, el cuajo, la salud, el vigor, la armonía, el respeto, la estética… No son el trapío, cierto, pero sin ellos no hay trapío. Bravura o mansedumbre, también condiciones naturales, van por aparte, no siempre asociadas.
 
Caigo en este lugar común, perdón, empujado por la lectura de dos documentos de actualidad y atención. Primero, el “Balance de la feria de San Isidro 2025”, publicado en su Web oficial, por la Organización El Toro de Madrid. Segundo, el resumen de la Cuarta Tertulia Invernal de la misma organización, Publicado por Cultoro (jueves pasado), a la cual compareció el empresario de Las Ventas, Rafael García Garrido. No es indispensable resaltar la significación de ambos.
 
El uno, hipercrítico hasta el apague y vámonos: “Tristeza por la situación que vive la fiesta y en especial la plaza de Las Ventas… calidad ínfima… aburrimiento… mucho cinqueño… en general bobalicones…  preparados para que los toreros vengan con garantías de mínimo riesgo… Poco criterio en la elección del ganado… antitaurinismo en el Colegio de Veterinarios… Los cuernos y el peso no es trapío, los remates de los toros están en los cuartos traseros…”
 
Hasta aquí, un muestreo de valoraciones al toro. Respecto al toreo, el torero, la autoridad, la empresa y el público, las opiniones del balance merecen reflexiones más vastas que las posibles en este corto espacio.
 
Por ahora vuelvo al tema titular. Sí y no, insisto, las armas y la romana del toro (productos naturales del crecimiento y adultez), no lo son todo, pero sin ellas no hay todo. Y si además de la esplendidez en las dos cualidades morfológicas, el mucho “cinqueño” y el personal “aburrimiento” son la medida para la desaprobación del toro de Madrid, por parte de la élite de la afición, tendría que plegarme definitivamente a su declaración inicial: “Tristeza por la situación que vive la fiesta y en especial la plaza de Las Ventas”. En cuanto al Colegio de Veterinarios, no creo justa la descalificación.
 
De mi lado, (y asistí a todas y cada una de las corridas), la feria más larga y determinante del mundo continúa echando, en general, con la lógica variedad y propia imprevisibilidad de juego, el toro más toro, con más kilos y cuernos. Y el “aburrimiento”, (para los que van a desaburrirse), por cierto, selectivo, lo capté más en una minoría irreverente y no pocas veces irrespetuosa.
 
En contraste con lo anterior, el segundo documento, el de Cultoro, atinente a la Cuarta Tertulia Invernal, muestra la misma venerable organización, mucho más considerada y receptiva. ¿Sería el frío?
 
Ya en presencia del principal implicado; el empresario, “que ofreció una intervención sólida, directa y muy celebrada por los aficionados presentes...” terminaron aplaudiendo la promesa del regreso de la ganadería de Cuadri y otras divisas de fuerte arraigo torista, así como planteando la necesidad de “mayor número de corridas de toros fuera de los ciclos de San Isidro y Otoño.”  Y “dejando la sensación de que “Las Ventas camina hacia una temporada más abierta, plural y con especial atención al toro.
 
En la que espero yo, aficionado vetusto, los kilos y los cuernos, sigan engrandeciendo al toro de la primera plaza del mundo. Como los del premiadísimo, “Brigadier” (667 K. y cinco años largos), antípoda del cómodo y juvenil terciado que se podría esconder subliminalmente tras el manido eslogan.

lunes, 24 de noviembre de 2025

LA VACA DEL VIEJO MUNDO - VIÑETA 588

VIÑETA 588
 
La vaca del viejo mundo
Jorge Arturo Díaz Reyes 24 XI 2025
  
Vaca de Monteviejo. Foto: V.M., Cultoro
Vino con Colón, en su segundo viaje. Hace ya, este noviembre, 532 años. La Bos Taurus Ibericus, extensión de la prehistórica “Bos primigenius primigenius”. Llegó trayendo vida, fertilidad, y culto a su hijo. Tauromaquia.
 
Contribuyó entonces diferencialmente a la gestación de la nueva identidad; Hispanoamérica. Fusión, que no implantación sobre exterminio, cual sucedió más al norte con otras nacionalidades inmigrantes. Fue parte del “ADN” maternal, ahora vergonzante, renegado e ilegalizado.
 
Brava, campeó acá por siglos. Hasta este último, en que una secta de benefactores, “animalistas”, mediante todas las formas de lucha, desde terrorismo hasta legislación, han alcanzado, lo que no alcanzó antes ninguna calamidad natural ni humana; precipitar la extinción de su raza.
 
Pero en este mes de su efeméride, casi qué como un testimonio de supervivencia y celebración, han aparecido los carteles de las dos únicas ferias (de primera), restantes en Colombia. Que serán las penúltimas permitidas, por la Ley “No más Olé” (2385 de 2024). Cali y Manizales, en ese orden, como ha sido tradición, despedirán y recibirán el año ceremonialmente.
 
Anuncian doce encierros. Cinco la una, siete la otra. Todos de simiente española, pero nacidos y criados desde generaciones en el país. Y entre los doce, apenas siete ganaderías, con cuatro encastes. Repitiéndose dos, a más de por prestigio, por escasez de toros: Ernesto Gutiérrez (Santa Coloma-Murube) en cuatro festejos y Juan Bernardo Caicedo (Domecq) en tres. Mondoñedo (Contreras), Salento (Santa Coloma-Murube), Las Ventas (Domecq), Santa Bárbara (Domecq) y Campo Real (Santa Coloma), irán de a una en una. Nada del otrora prolijo Cauca Grande.
 
Las divisas y su diversidad han mermado a este punto por la persecución a las corridas, su modus vivendi. Lo que no lograron las hambrunas, la peste, ni las guerras. Lo hicieron los políticos “protectores”, que a sabiendas han ido tras ellas, en busca de “la solución final”.
 
Tenían que ser el blanco. Era obvio. En un planeta estrechado por la superpoblación, la intolerancia y la tecnología. El hábitat animal se ha hecho tan costoso, que el rebaño, sin espacios vitales libres, no puede vivir sino de sus fieles, de su rito, de su razón de ser. Así, la prohibición perpetra lo que no pudieron los jinetes del apocalipsis. El aniquilamiento.
 
Pues para él bravo no sirve la otra vía. Dejarse asesinar indefenso, por miríadas en los mataderos. No, y no solo porque no resulte rentable, sino porque es indigno y contranatural a su estirpe. ¿Hay esperanzas?
 
Atisbando en busca de algún indicio. Se aproximan las elecciones presidenciales del país, (marzo 2026). Hasta 77 políticos aspiran. Democrático récord de opciones, pero curiosamente ninguno, ninguno incluye la derogación de la ley antitaurina entre sus promesas de gobierno.
 
Y otro. Mientras, por aquí, pese a todo esto, el fervor crece y se copan los hoteles para la temporada. Al otro lado del mar, en España, “madre patria”, como por acuerdo el Ministerio de Cultura excluye selectivamente al dramaturgo, torero y mártir, Ignacio Sánchez Mejías de la conmemoración oficial a su generación literaria. “La del 27”, de la cual fue gestor.
 
Cabría llorar otra vez con García Lorca, quien también, dicho sea, fue liquidado por política: La vaca del viejo mundo pasaba su triste lengua…

 

lunes, 17 de noviembre de 2025

UN HOMBRE CON SUERTE - VIÑETA 587

 
VIÑETA 587
 
Un hombre con suerte
Jorge Arturo Díaz Reyes 17 XI 2025 
Rafael García Garrido. Foto: José Aymá, El Mundo
La elección reciente de Rafael García Garrido a la presidencia de la Asociación Nacional (española) de Organizadores de Espectáculos Taurinos ANOET, era de sentido común.
 
El empresario turístico qué tras un sorprendente debut, mano a mano con Simón Casas en Las Ventas, hace ya nueve años, ha tenido que capitanearla, por mares inciertos; aquel sombrío de la prepandemia, el naufragante de la pandemia, y el propicio de la postpandemia.
 
Discrepancias aparte sobre su heterodoxo estilo de “comercialización”, el éxito de ventas en la primera plaza del mundo ha llegado a ser abrumador y acallador. Más atracción, más acreditación, y más y más público de refresco, juvenil, presencial, y distante. Más el distante, con las teletransmisiones al mundo de todo el extenso San Isidro. En especial esta última de 2025. Apuesta qué lejos de mermar la taquilla contante y sonante, coincidió con la mayor de las últimas décadas.
 
La corrida para bien o para mal es, rito-espectáculo. Así es como ha sido y así es como ha de ser, o no ser. Hay que llevarla a la gente y viceversa. Presentándola tal cual, con su cruda pureza, sin tapujos ni eufemismos. Sin travestirla ni convertirla en otra cosa, como proponen algunos “modernizadores”. No. Así no más, con su liturgia fiel a los fundamentos biológicos que han sustentado su sobrevivencia desde la prehistoria. Esa obviedad es la que gritan sus irrefutables resultados.
 
Ahora, desde ANOET, según el artículo de David Jaramillo en La Razón cinco días atrás, anuncia otro proyecto. Una plataforma televisiva (streaming) para emitir festejos taurinos en directo, que podría transformar el consumo del toreo en España y fuera de ella. "Lo he pensado, lo pienso y lo estoy trabajando," dice, y deja entrever que la Feria de San Isidro 2026 volverá a ser televisada.
 
Hay ya comprobaciones muchas. Pasos importantes, no siempre firmes, pero siempre, como el de Telemadrid este año, en la progresiva dirección de sacar la fiesta de su enquistamiento y ponerla en la pantalla de los tiempos que corren. Sin tener que desvirtuarla. Necesidad que clama. Propagar la fe, ampliar el ámbito y rescatar grandes sectores de la afición mundial, despojados por la ley o por la fuerza de su libertad de culto.  
 
Actualizar, sí, asumiendo la tecnología de esta nueva era, por demás plagada de banalidades, persecuciones y prohibiciones. Usar sus herramientas y afrontar sus amenazas, retos e influencias destructoras. Primero, esto, mantener la integridad frente a esnobismos, conveniencias e intereses. Avanzar sin quemar los principios en el incensario del becerro de oro.

Luego, lidiar por un lado, el político, con la discriminación, el acoso y la censura; y por otro, el administrativo, su especialidad…, pues qué podemos decir los legos. Seguir aplicando esa lógica de la razón pura que le ha rendido hasta hoy. Esa mesura con la que declaró hace un tiempo, hablando de otra cosa homologable: "Madrid está en ese punto de equilibrio turístico que, como se pase un poco más, muere de éxito".

Conciliar ingresos y egresos. En particular con el proyectado streaming, donde el caro tonelaje logístico debe sortear escollos como los afilados derechos de transmisión, de imagen, y de tributación, que han perforado el casco de intrépidas naves anteriores bajo la línea de flotación.

Algunos dirán, y lo han dicho, que García Garrido es un inexperto que ha tenido suerte. Bueno, quizá. Pero cuando esta le llegó, lo encontró imaginando, trabajando y atreviéndose. Napoleón, que tantas victorias tuvo (hasta Waterloo), dijo dos cosas que vienen al caso. Una, detesto los hombres de experiencia, siempre andan diciendo que algo no se puede hacer. Y otra: la primera cualidad que exijo de un general es la buena suerte.

Ojalá esta la suya, con la que también juega hoy el toreo, le siga acompañando a la cabeza de su nueva tripulación, los empresarios taurinos. Estamento sine qua non.

lunes, 10 de noviembre de 2025

EL RABO DE "LIGERITO" - VIÑETA 586

 
VIÑETA 586
 
El rabo de “Ligerito”
Jorge Arturo Díaz Reyes 10 XI 2025 
Morante, Rafael de Paula y el rabo de “Ligerito en el aire. Fotograma: OneToro
No leí menciones ni vi fotos de Morante de la Puebla, ni tampoco del resto de la élite torera, vigente o retirada, en el funeral de Rafael de Paula. Solo Curro y Fran, el nieto de Ordóñez. ¿Asistieron otros? No se. Raro, porque el pesar y la difusión fueron universales. Para el universo taurino, digo.
 
¿Acaso no fue “torero de toreros”? ¿Acaso no ha permeado su inspirada genialidad el alma del industrializado toreo actual? Seguro no. Sin embargo, y quizá por eso, antes de todos los recuerdos que me acudieron del gran muerto, estuvo aquel de La Maestranza, el martes 26 de abril, hace ya dos años y medio. Cómo pasa el tiempo.
 
Morante, azul y azabache, tras su aclamada faena al bravo cuarto, de Domingo Hernández, daba la vuelta con todos los trofeos en medio del delirio, (concesión inédita, en esa plaza, desde más de medio siglo atrás cuando le dieron a Ruiz Miguel los de un Miura). Al cruzar frente al octogenario Rafael, que lo contemplaba desde el callejón desaliñado y sin afeitar como le dio por andar en su vejez, eso sí con el proverbial sombrero cordobés de los toreros antiguos. Extasiado, con los ojos entrecerrados y su lela sonrisa.
 
Al paso, repentinamente, Morante le arrojó el rabo deLigerito” (que lo era), solo a él, y siguió sin detenerse, como si tal cosa. Sin un guiño, sin decir nada, ni un “para ti”, ni otras palabras que se hicieran célebres, lugares comunes, o introito de los muchos discursos que podrían derivarse para la historia de aquel gesto fugaz, pero profundo. De aquel instante tan, tan significativo entre artistas a muerte. Nada, solo la imagen que relampagueó pérdida entre el mundano barullo del triunfo.
 
Esa imagen, primero que otras muchas... Como la catedralicia media en los medios, cuando ya ni se tenía en pie, durante la corrida del bicentenario de la plaza de Aranjuez. O las imborrables de su arrobador debut en la Monumental de Manizales el 9 de enero de 1980… O las del 87, en el otoño de Las Ventas, sentado sobre el cadáver de “Corchero”, abstraído de todo, llorando, tras la bella faena, malograda a pinchazos y avisos.
 
O el relato personal de lo mismo, dos décadas después, en un bar taurino madrileño, por el viejo jefe del tiro de arrastre, copa en mano y transido por el recuerdo más conmovedor de su larga y funeraria carrera...
 
—No me atrevía, pero tuve al fin que hacerlo; golpearle la hombrera con los dedos…, maestro, maestro, levántese que me tengo que llevar el toro”.
 
O aquella confesión de Antonio Caballero: “Yo creía ser aficionado, hasta una tarde en Jerez, que vi a Rafael De Paula torear y me descubrí llorando. Entonces lo supe”.
 
O su cara despectiva, la vez que contra preguntó en una entrevista: ¿Técnica? ¿Qué es eso? Fueron tantas cosas...
 
No se si las figuras acudieron a su funeral. No me di cuenta, repito. Lo que si se, es, que aquel homenaje casi imperceptible que le rindió Morante en La Maestranza, años antes de su solitario final, podría, como el “Aleph” de Borges, haberlo contenido todo en su ínfima duración.
 
Entre los muchos obituarios de la semana (muchos), una frase: "No fue un héroe perfecto, fue un héroe verdadero.” Falible y sublime, humano, demasiado humano, cuál han sido los oficiantes que el culto trágico ha elevado a su mitología.

lunes, 3 de noviembre de 2025

CALI AÚN - VIÑETA 585

 
VIÑETA 585
 
Cali aún
Jorge Arturo Díaz Reyes 3 XI 2025 
Vuelta al toro en Cañaveralejo. Foto: Camilo Díaz
Pese al ambiente de liquidación que vive la Fiesta en Colombia. Creado, primero por la entrada en rigor de la Ley prohibicionista, el ya cercano 22 de julio de 2027, la cual amputaría desde arriba esta tradición y culto de medio milenio aquí.
 
Y luego, entre otras cosas, por el inocultable afán de renuncia en un sector de aficionados, o quizá solo de reticentes que pelan el cobre y buscan temprana salida. Pretextando exigencias, exquisiteces y melindres.: “Los toros que antes aclamábamos ya no son toros, desapareció el arte, hay mejores programas esos días”. O, incluso plagiando al inmortal Guerrita, en 1920, aprovechan el retiro (¿temporal?) de Morante. “Se ha ido el último torero”, claman por allá y por acá. Sobre todo, por acá, donde la verdad sea dicha esa huella histórica fue más bien tenue. Y concluyen a escape: “Apaguen y vámonos, que no volvemos”.
 
Bueno, pese a todo eso y más, Cali y Manizales, las dos únicas grandes ferias sobrevivientes en el país, preparan con serio empeño las que serían sus penúltimas temporadas, respectivamente. Como declarando, si morimos que sea con honor, con los machos puestos y en los medios.
 
Así, tal cual, desafían los carteles para la primera de ellas, que cursará en Cañaveralejo del 26 al 30 de diciembre. Cinco festejos con ganaderías nacionales (en orden de aparición): Juan Bernardo Caicedo (Domecq, dos encierros, corrida y festival. Campo Real, triunfadora de la feria pasada (Santacoloma). Ernesto Gutiérrez (Santacoloma-Murube) y Salento (Santacoloma-Murube).
 
Y sí, aunque no lo crean, todavía quedan y surgen toreros, dicen. Los españoles; Alejandro Talavante puntero del escalafón mundial 2025. El esforzado valenciano Román Collado. Marco Pérez novísima promoción de figura. Javier Zulueta esperanza sevillana. Olga Casado sorpresa femenina del año. El espectacular venezolano Jesús Enrique Colombo. El fino peruano Joaquín Galdós. El muy mexicano Luis David Adame. El francés Sebastián Castella primer espada de su país, en todos los tiempos.
 
Por la torería colombiana, el regreso (festival), del maestro bogotano César Rincón, a esta su plaza desde niño. La que hace 35 años, cuando “no era nadie” y estaba desahuciado por la atroz cornada de Palmira (poco antes), contra el escepticismo general de entonces, le dio cinco corridas y el trofeo de la feria, en diciembre de 1990. Preámbulo de su glorioso 91 europeo. Será el gran reencuentro, el gran acontecimiento. Como si hiciera falta, después de su magistral presentación el 12 de octubre en Las Ventas. No puede haber ninguna duda.
 
Él, junto al caleño Luis Bolívar, “Señor de los Cristales” en la feria pasada y alma de la organización; el paisa Juan de Castilla, a prueba de toda sospecha tras su tremendo año en Europa; y el siempre ilusionante manizaleño José Arcila, tendrán a cargo la defensa de los prohibidos blasones toreros patrios.
 
Nómina digna, toda, representativa de generaciones y nacionalidades taurinas del mundo. Que los huidizos no nos adelanten el deceso. Aún hay vida. Solo se muere una vez.

lunes, 27 de octubre de 2025

LEJANO SIGLO XX - VIÑETA 584

 
VIÑETA 584
 
Lejano siglo XX
Jorge Arturo Díaz Reyes 27 X 2025 
 Contraportada del libro: “Gente pa tó” de José Ramón Márquez
Tiempos de Ordóñez, de Camino, de Puerta…, cuando también decíamos: ahora se torea mejor que nunca. Los viejos aficionados, viejos, al fin y al cabo, vemos alejarse las arenas de nuestro tiempo como navegantes sin regreso. Cada vez más distantes de aquel siglo en que nacimos y vivimos, tan jóvenes, tan utópicos, y tan felices. Ese nuestro mundo, que poco a poco se ha ido con parientes, amigos, vecinos, personajes, lugares, costumbres, modos, toros, toreros y corridas.
 
Bueno, quizá no todo tiempo pasado fue mejor. Quizá, según se mire. Pero aquel nuestro era el nuestro. Ahora vamos por ahí, como inmigrantes en país hostil a riesgo de ser deportados en cualquier momento al más allá. Lentos, achacosos, refunfuñones, mascullando qué la promesa del progreso era un señuelo, qué miren el mundo como está, empezando por nosotros mismos. Y la fiesta perseguida y los políticos y los antitaurinos. ¡Qué humanidad!
 
Y una y otra vez, empujados antes qué por la ilusión, por la devoción y la nostalgia, volvemos a la plaza, nuestra querencia. Feligreses, comulgantes del sacrificio, corifeos del drama verídico. Pese a que las gradas, la multitud, la guachafita y las nuevas maneras nos cuestan cada día más.
 
Y al final, cada tarde, tras el último arrastre, conmovidos de una u otra manera, pero siempre redimidos, bajamos del tendido, despacio, con cuidado, mucho, claro. Estorbando, atajando y presintiendo, aunque ningún impaciente de atrás lo diga, el ¡quítate anciano! Y pensando que es mejor que no lo digan, pues hubo épocas en que por mucho menos habríamos regalado un sopapo. Pero ahora con qué alientos. ¡Ah! cuando el toro era toro.
 
Y luego, en el remate, con los tres o cuatro sobrevivientes de los buenos tiempos, entre actualizaciones de dolencias, remedios y noticias, (¿Sabes quién está muy mal?), evocar el paraíso perdido. Esto se acabó, ya no hay bravura, ya no se manda, ya murió el último torero. Hasta que algún joven entrometido pregunta sarcástico ¿Y las puertas grandes de hoy, ayer y anteayer qué? Añadiendo el nuevo ¡ahora se torea mejor que nunca!
 
¡Bah! Respondemos en ofendido coro. E ignorándolo, otra vez, cabeza con cabeza, dele con cuando las orejas no se regalaban, se lidiaba y se mataba como Dios manda. Cuando había presidentes, empresarios, críticos, afición, exigencia, verdad, arte. Cuando buenas o malas, todas las corridas tenían eso, y cuando…
 
Bueno, cuando no teníamos hipoacusia, discinesia, ni polaquiuria. Cuando nos sobraba pelo, no nos dolía nada, y nos dejaban comer con sal y con azúcar ¡Qué tiempos aquellos!