Viñeta
360
Hazme caso
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali junio 23 de 2020
Adriano 135 D.C. Museo Arqueológico de Sevilla. Foto: Wikipedia.org |
—Yo traspaso los que
me dan. Es para lo único que sirven —decía Oscar Wilde.
Espontáneos, pedidos,
universales, locales, personales, grupales, temáticos, especializados,
improvisados, premeditados, prácticos, teóricos, lógicos, ilógicos; bien,
dudosa o malamente intencionados (cómo saberlo), pero todos expresados con la superioridad
y certeza inherentes al papel de aconsejador.
En esta conmoción
mundial que malvivimos ahora; confinamiento, incertidumbre, medio millón de
muertos, nueve millones de contagiados, paro y amenazas de que “lo peor está
por llegar”, (según las autoridades monetarias internacionales: Banco Mundial,
FMI, BCE, BID, BAsD), lo que no nos ha faltado son consejos.
Cada quien, como
Wilde, parece presto a desembarazarse de los suyos, poniéndolos a circular,
cargando a otros con ellos. Cualquier vía es buena, voz, papel, redes, blogs,
portales y hasta las paredes. Quédate, no te quedes. Trabaja, no trabajes. Toma,
no tomes. Preocúpate, no te preocupes. Abre, no abras…
Los taurinos, por
ejemplo, privados de corridas, hemos multiplicado el reciclaje de los mismos
tres o cuatro de siempre. A veces literalmente, a veces con alguna variación de
estilo. Qué unidad, qué adaptación, qué modernización, qué comercialización. Pues
en síntesis los problemas de la fiesta, que son graves y endémicos, tampoco son
muchos: persecución, desunión, mistificación, retracción. Sabidos, resabidos, aconsejados
y reaconsejados por generaciones.
Sin qué hasta hoy ninguna
moda, crisis, peste, censura, que las ha enfrentado hartas, lograra borrar de
la faz de la tierra el ancestral culto. Quizá otra vez el negocio que alimenta sufra,
caiga y luego levante, como lo ha hecho siempre, desde que a Don Felipe IV le
dio por inventarlo, cobrando las entradas. Pérdidas y ganancias, bonanzas y recesiones,
metabolismo del mercado, de la economía toda…
Pero afición, significado,
instinto, valores no dependen de aquello, son más antiguos y siempre han
sobrevivido esas vicisitudes. Hace casi dos mil años, Adriano, el verosímil emperador
(español-romano) develado por Margarita Yourcenar, viejo ya, escribió al joven
Marco Aurelio, su querido nieto adoptivo, evocando la caza y el circo:
“El justo combate
de la inteligencia humana con la sagacidad de las fieras parecía extrañamente
leal, comparado con las eternas emboscadas de los hombres.”
Reflexión que el
toreo ha mantenido vigente, no un consejo. Por cierto, en las 236 páginas (Ed.
Sudamericana 1955) de su rotunda carta, él no se permite dar ninguno a quien
había proyectado heredero del imperio. Solo le presenta honestamente los hechos.
Para qué más.
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