El iniciador
Por Jorge Arturo Díaz
Reyes 24 de febrero 2015
Suelto su
mano y corro gradas arriba entre la gente, tras mi hermano. Curiosidad,
emoción, ansia de llegar primero y ver qué hay. La plaza de madera se despereza
y gime Sofocados por la risa y la carrera desembocamos al tendido. De un golpe
se abren cielo, sol, colores, música, entusiasmo, fiesta, y un algo como temor
de lo que pueda ser. Todos esperan.
Él nos
alcanza. Me siento seguro y feliz. Es grande, fuerte, confiado, alegre. Mi
primera corrida. Nuestra primera corrida juntos. Imágenes, no significados.
Tanto por ver, tanto por saber, y esa sensación en el pecho. Es un pueblo.
Quizás El Socorro, quizás Duitama. No
sé, viajamos toda la mañana por montañas, en su camioneta de agrónomo, verde, International, con una enorme sirena
plateada en el capó.
!El toro!
!Uf! Corre. Ataca, el torero aguanta. Gritos. Regresa, el torero se quita.
Burlas. ¡Cobarde! sonríe la señora del diente de oro. El asunto es no mostrar
el miedo, parece. Yo escondo el mío. Hay que ser macho. Ya tengo cinco años. A
ratos me distraigo con Jaime y jugamos. Es más pequeño. Yo estoy aprendiendo a
leer, él no. El carrito que trajo en el bolsillo cae al fondo. Se pierde. Nadie
se da cuenta. Nos miramos callados.
Plaza de
Santa María. --Ese que lleva la montera en la mano es Antonio Ordóñez --me
dice. Le acompaño en tertulias y tertulias. Recuerdan, exageran, presumen,
comparan, juzgan. discuten, coinciden. El valor es el máximo valor. El arte
rellena. Oigo y aprendo nombres reverenciados: Ortega,
"Manolete", Arruza,
Garza, Dominguín, Girón...
Pasan
diez, veinte, treinta y más años. La vida. Corridas y corridas compartidas. Las
escribo. Creo que me lee. No lo deja ver, no lo comenta. Lo miro, se ha puesto
grueso, cano, y pausado. Tiene la frente más amplia, el rostro surcado, los
hombros cargados, pero sus grandes manos de basketbolista siguen fuertes, y al
estrecharlas aún dan seguridad. Siempre.
Enero seis
de 1985. Cañaveralejo. Corrida del toro. Encierro de Pimentel; "Palomo",
Manzanares, "El Cali", Ortega Cano, Víctor Méndes, Curro Durán, César
Rincón. La disfruta y la sufre. Su manera. ¿Iremos a Madrid? No, por que poco después,
el 18 de febrero, lunes, a la hora de la siesta, se duerme para siempre. Me
llaman. Cruzo la ciudad aterrado. No logro despertar su corazón. Una, dos, tres
décadas cumplidas... y sigue acompañándome a los toros. Era mi padre.
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ResponderEliminarme trae a mi mente al recordado j. a recuerdo su bozarron y su gracia contando anecdotas de su trabajo en la shell
ResponderEliminarme emociona recordar a ja , el de la carcajada frecuente , y el bozarron contando historias de su trabajo en la shell , tito serrano
ResponderEliminarme emociona recordar a ja , el de la carcajada frecuente , y el bozarron contando historias de su trabajo en la shell , tito serrano
ResponderEliminarHermoso relato de aventuras taurinas con nuestro amado abuelo. Sólo cinco años fueron suficientes para no olvidarlo nunca, para recordarlo siempre.
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